ANTONIO FONSECA

Sus espejos (que nos miran)

Por Alvarez Lezama, Manuel
Curador
Puerto Rico
ANTONIO FONSECA

En los 70 Michel Foucault nos dice "que en toda sociedad la producción del discurso está a la vez controlada, seleccionada y redistribuida por un cierto número de procedimientos que tienen por función" preservar los poderes y el orden establecidos. Y señala que en una sociedad como la nuestra es claro "que no se tiene derecho a decirlo todo, que no se puede hablar de todo en cualquier circunstancia." Para este filosofo posmoderno, en nuestra realidad, donde son ampliamente conocidos los procesos de exclusión, las áreas mas prohibidas/penalizadas son la construcción de discursos que abordan/cuestionan la sexualidad y proponen el cambio polí­tico. Lo vimos en el siglo XX, con el desarrollo de una "nueva moral" después de la post-guerra, con Elvis Presley en los 50, con la Revolución sexual (sex-drugs and rock & roll) de los 60, con los movimientos gay y feminista de los 70, con Madonna, con las lí­ricas del rap. Lo vimos con Las señoritas de Avignon de Picasso y luego con su Guernica, con La Dolce Vita de Fellini, con los acercamientos a la desnudez/sexualidad de Fischl, Mapplethorpe, Mendieta, los Chapman, Tunick. Y de eso, de atreverse a transgredir, se trata el discurso estético y ético del artista puertorriqueño Antonio Fonseca (Caguas, l972), cuyo imaginario sexual/erótico y social/polí­tico, provocador y controvertible, lo ha convertido en un interesante y afilado cronista de algunas esquinas de la contemporaneidad.
Los que vieron sus atrevidos e imponentes dibujos Adán y Eva en la última edición de arteaméricas, y su pinturas Bacchus y Toxicidad social en su reciente exposición en Viota Gallery de San Juan, Puerto Rico, titulada Doble Sentido, saben que estamos ante un ingenioso iconoclasta que se regocija al convertirnos en cómplices de su cuestionamiento de las normas en cuanto al sexo y la sexualidad, y de sus acusaciones de las injusticias sociales y las guerras que han definido el presente.
Y es que desde que Fonseca era estudiante de la Escuela de Artes Plásticas de Puerto Rico, de donde se gradúa en l997, ya se perfilaba como una nueva voz con el potencial de dialogar de tú a tú con los grandes cronistas de la Generación del 80 de su paí­s (Arnaldo Roche Rabell, Mari Mater O'Neill, Jorge Zeno, Carlos Collazo). Ante la frustración existencial de vivir a fines del siglo XX y principios del XXI, su enorme reto: convertirse en "cronista" de su momento - y de ahí­ su explosión creativa e interpretativa.
Como estudiante de la Escuela de Artes Plásticas de Puerto Rico -de donde se gradúa en l997-, Fonseca se forma bajo la influencia de importantes maestros que lo ayudarán en la construcción de su propio barroco tropical y a enfrentar/traducir las ambigüedades sexuales de una manera sumamente poderosa y provocadora. Pero es con la grabadora Haydee Landing (quien ha creado un panteón de seres fantasmagóricos que nos recuerdan los personajes de Pedro Páramo, de Rulfo), con quien Fonseca establece un profundo diálogo que definirá la esencia de su obra: sus enigmáticos personajes/ "fuerzas" que buscan su espacio/razón/felicidad en esta vida; aquí­ comienza a darle vida en sus composiciones a esa eterna lucha entre Eros y la Muerte, a la constante lucha entre la carne y el espí­ritu, a la perpetua lucha entre la injusticia y la justicia.
En el programa de Maestrí­a en Arte de Cornell University (donde obtinene su maestrí­a en l999), y luego como profesional, experimenta con efectividad lo que aprendió de sus lecturas de Eco, Foucault, Derrida y, especí­ficamente, Baudrillard. Desde el 2000, Fonseca va a usar su autobiografí­a, sus experiencias existenciales, la historia, la polí­tica y la historia del arte para la composición de sus nuevos escenarios/ crónicas/espejos. En su obra, donde siempre se habí­a dado la necesaria fisión entre lo aprendido y la vida real, ahora incorporara los laberí­nticos juegos de su subconsciente y sus realidades, "traduciendo" elementos de su niñez/familia, su matrimonio, su condición de minorí­a en los Estados Unidos (en una Nueva Inglaterra liberal pero llena de estructuras muy rí­gidas donde un caribeño es EL OTRO indescifrable), y de ser de un Puerto Rico/EUA que se cree primer mundista pero que no es otra cosa que una isla pobre y llena de contradicciones.
En sus últimas obras Fonseca ha decidido construir espectáculos sumamente eclécticos y sorprendentes. En su Adán y Eva, no sólo juega con la historia del arte sino que nos presenta el sexo como fenómeno (el descomunal falo de Adán (mujer) esta al revés y la vagina de Eva (hombre) se puede ver como "el todo", como El Aleph de Borges). En su relectura del Baco de Caravaggio, Bacchus no le teme a la enorme erección azul que se le acerca. En su complejo poliptico, Toxicidad social, un retablo postmoderno, Fonseca nos invita a ver unos fragmentos de sus presentes mitologí­as que incluyen tanto a un Disney Bush con la orejas del Mickey Mouse, como su autorretrato posando como John Lennon a principios de los 70 -todo esto jugando/dialogando con los postulados de Adorno y el arte dentro del capitalismo, todo esto dentro del propósito estético/ético/didáctico del arte clásico, medieval y renacentista, que ahora toma nuevas avenidas para "tocarnos". Y lo logra con efectividad, sobre todo en el dibujo, asumiendo tanto la posición de protagonista (el autorretrato) como la de espectador/voyeurista de sexualidades confusas/difí­ciles/ambiguas, y en última instancia nos convierte en cómplices de sus atrevimientos.

Antonio Fonseca Vázquez nació en 1972 en Caguas, Puerto Rico. Estudió en la Escuela de Bellas Artes de Puerto Rico, de donde egresó en 1997. Luego, en 1999, realizó un Maestrí­a en Grabado y Estudios Medievales en Cornell University (Ithaca, Nueva York). Desde 1991 expone de manera individual, tanto en Puerto Rico como en los Estados Unidos. En exposiciones colectivas ha podido mostrar sus obras en varios paí­ses, incluyendo Francia, México, Cuba, Japón, Australia y España. En 2006 participó en la feria arteaméricas. Ha recibido numerosas distinciones y becas por sus trabajos. Actualmente está radicado en Boston, Massachusetts y es representado en Puerto Rico por Galerí­a Viota.