“EL NUEVO PASO ES ESE: ESTUDIO, INVESTIGACIÓN Y PROYECTOS PUNTUALES PARA LOS ARTISTAS” | ENTREVISTA CON ELBA BENÍTEZ

Por Matías Helbig, corresponsal en Europa

Al espacio entran y salen personas cargando cajas. Los muros blancos están vacíos. Lo único que llama la atención es una especie de monolito en el centro de la galería. Encima hay un catálogo de Hreinn Fridfinnsson (Islandia, 1943). Elba Benítez, directora de la galería que lleva el mismo nombre, me dice que, tras la exposición de Ernesto Neto (Río de Janeiro, 1964) —o segredo e o encontro—, inauguran, el sábado (27/02), One Thing and Another, and Then Some More, exposición individual del artista islandés. La exposición está en pleno montaje 

La Galería Elba Benítez se fundó en 1990. Emplazada en la planta baja de un edificio del siglo XIX, el espacio ya es un emblema del circuito artístico madrileño. Camino a cumplir 31 años, es una de las citas obligadas para el coleccionismo de arte contemporáneo. Un ejemplo ilustrativo de ello es la reciente adquisición de una de las obras de Neto por parte de la coleccionista y galerista Helga de Alvear, quien acaba de inaugurar un museo de arte contemporáneo en la ciudad de Cáceres. “Helga de Alvear es una excepción en este país: ella es una verdadera mecenas y una coleccionista”, dice Elba Benítez. “En un mercado sano deberíamos tener este tipo de personas que aman el arte, que pueden adquirirlo y que tiene buenas elecciones”.

 

Elba Benítez. Ph: Juan Daniel Caro, cortesía de la galería.

Asimismo, la galería dirigida por Elba Benítez ha gozado de mucha visibilidad por dos de sus artistas cuya obra se ha destacado en 2019 y 2020. Por un lado, la reciente mención de Ignasi Aballí (Barcelona, 1958) como artista seleccionado por el programa MAS/ Meadows Arco Artist Spotlight, además de ser el artista que representará a España en la 59º Bienal de Venecia. Por el otro, la atención que ha captado la obra de Carlos Bunga (Oporto, 1976), artista que la galería acompaña desde su primera aparición internacional en Manifesta 2004 y cuya obra, desde hace tiempo, está circulando por instituciones de todo el mundo; más recietemente, en la Whitechapell de Londres, donde exhibió en 2020, o en el Schirn Kunsthalle de Frankfurt y el Museo Reina Sofía, donde tiene exposiciones programadas para el próximo año.

“El caso de estos dos artistas”, explica Benítez, “representa un modo de trabajar”. Tanto el trabajo de Bunga y el de Aballí, como el de algunos otros artistas que representa la Galería Elba Benítez, se inscriben en un lenguaje que muchas veces precisa de un acercamiento intelectual por parte del público, dice la galerista, y que cuya presencia en el mercado está directamente vinculada a un proceso de formación e información del público y de la posterior legitimación de las grandes instituciones. Un trabajo que es responsabilidad de la galería en colaboración con el artista.

Sin embargo, contexto pandémico de por medio, las formas de operar de las galerías no son las mismas que en 2019. Como todo momento crítico, tanto riesgos como oportunidades se presentan en la industria. 

. ¿Qué formas de trabajar han dejado de existir y cuáles han surgido? 

El hecho de que no hubiera ferias presenciales ha influido. Sobre todo, el año pasado. En el caso particular de España, la pandemia comenzó días después de ARCOmadrid. Nuestra experiencia fue que muchos de los coleccionistas privados entraron en pánico, el mercado se contrajo. Como consecuencia, muchos proyectos y ventas realizadas, incluso facturadas, se quedaron congeladas. Otras tantas se anularon.  

Como contrapartida tuvimos el apoyo de las instituciones. En 2020 muchos de nuestros ingresos han venido de la administración pública. Tanto el Museo Reina Sofía como la Comunidad de Madrid, el Centro Botín, el MACBA y el Ministerio de Cultura han hecho aportaciones a distintos agentes de la oferta cultural española. No nos sacó del impacto que tuvo la pandemia, pero ayudó muchísimo. El mercado privado estaba congelado. 

. ¿Este año se reactivó?  

Estamos concretando ventas otra vez. Principalmente obras que habíamos comenzado a negociar en ARCO con coleccionistas que habían mostrado interés y con quienes mantuvimos conversación a lo largo del confinamiento. Procesos muy largos en el tiempo, pero son los que ahora nos están permitiendo seguir adelante. 

. ¿El coleccionismo que comienza a reactivarse corresponde al mercado local o internacional? 

No es español. Las ventas en España o a españoles no han sido significativas… 

. ¿Es una tendencia? 

Prefiero no generalizar. Hablo en nombre de nuestra galería: salvo alguna excepción, son extranjeros que viven en España o, directamente, extranjeros. Los compradores españoles empiezan a despertarse tímidamente. Adquisiciones modestas, que son siempre bienvenidas.

El coleccionismo latinoamericano, y esto es una novedad, sí se ha esfumado. El mercado latinoamericano era una parte importante de la galería, tanto en las ferias como en nuestras relaciones directas. Pero ha caído muchísimo, no se pone en marcha. 

   

   

Según explica su directora, la mayoría de estos clientes son efecto de un trabajo directo de la galería. “Nuestras ventas no se deben a la participación en ferias online. Hemos participado en algunas de ellas, pero con ningún resultado interesante”En una industria que, desde el comienzo del siglo, se ha centrado en las ferias como lugar predilecto para las ventas, la adaptación hacia plataformas digitales ha resultado beneficiosa para unos, pero no tanto para otros; y, a pesar de ello, asegura Elba Benítez, “no se puede desaparecer de la escena. Desde la galería estamos participando en plataformas online al menos como una herramienta de visibilidad, tienes que estar en las más importantes”. Y agrega: “Así todo, no veo las ferias online como una alternativa para el futuro”. 

 

. ¿Cuáles sí lo son? ¿Cómo crees que se desenvolverá el mercado de aquí en adelante? 

Lo digital ha llegado y se va a quedar. Pero hay que entenderlo como una herramienta más, como algo complementario. Siempre hubo, sobre todo cuando no se conocía al artista, un momento donde el coleccionista necesitaba enfrentarse personalmente con la obra. Pienso que eso seguirá siendo así. Pongamos por caso los museos, no creo que comiencen a comprar de manera online. Son instituciones que tienen un gran compromiso social y que funcionan con dinero público. 

En el caso de las ferias, no creo que vayan a tener la importancia que tuvieron desde los 2000 en adelante. A mí la pandemia me ha hecho reflexionar seriamente respecto a la participación en ferias. Y hemos reducido muchísimo nuestra presencia: aprendimos a seleccionar bien adónde queremos estar, y después trabajar desde la galería, con las propias herramientas que el espacio y el diálogo con los artistas y coleccionistas nos ofrece. Hacer ocho o nueve ferias por año, como hacíamos antes… Es cierto que las ferias dan muchísima visibilidad, pero también implican muchísimos gastos económicos. 

. ¿Qué tipo de proyectos e iniciativas implica este replanteamiento en la forma de trabajar? 

En nuestro caso concreto, siempre le hemos dado importancia a las producciones fuera del espacio de la galería. El mismo programa de la galería lo refleja en las exposiciones y en su vínculo con artistas cuyo trabajo tiene como referencia la arquitectura. La dirección que tenemos que tomar, estoy convencida, es esa: cuando se den las circunstancias, o en tanto puedan generarse, abordar proyectos en espacios públicos. Ahora volvemos a tener más tiempo. En los comienzos de la galería, este tipo de proyectos eran fundamentales. Y tienen que seguir siéndolo, porque el espacio de la galería no es el único espacio donde se pueden dar oportunidades de exhibición y producción para los artistas. Estos proyectos que se hacían desde la galería se abandonaron porque estábamos todo el día fuera de España y en ferias, inaugurando allí y acá, ¿cómo puedes tener la cabeza y el tiempo para pensar? 

Así que el nuevo paso es ese. Seleccionar pocas ferias y reorientarnos a una misión fundamental de la galería: estudio, investigación y proyectos puntuales para los artistas. Estamos trabajando en ello. 

Elba Benítez pone como ejemplo el proyecto editorial Revisitar Canarias. En el año 2002 la galería, en colaboración con el gobierno de Canarias, lugar de origen de la galerista, convocó a siete artistas —Augusto Alves da Silva, Miriam Bäckström, Oladélé Ajiboyé Bamgboyé, Olafur Eliasson, Craigie Horsfield, Miguel Rio Branco y Montserrat Soto. El objetivo del proyecto era reflexionar en torno a las particularidades identitarias y culturales de las islas, mostrar su complejidad y romper con los estereotipos que la iconografía generada por el turismo impuso sobre el archipiélago. “Veinte años después, resulta que la Fundación ICO hará una exposición de proyectos fotográficos en España”, dice Benítez. “De Canarias el único que existe es el que hicimos nosotros. Y se va a exponer”. 

   

   

A lo largo de toda su trayectoria, Galería Elba Benítez ha sido una de las galerías más relevantes con relación a la exhibición de artistas latinoamericanos en España. Entre los artistas que representa el espacio están Carlos Garaicoa (La Habana, 1967), Vik Muniz (São Paulo, 1961), Ernesto Neto (Río de Janeiro, 1964), Nicolás Paris (Bogotá, 1977) y Armando Andrade Tudela (Lima, 1975), entre otros.

 

. ¿Qué visión e interés tiene la galería con relación al arte de América Latina? 

Cuando empecé a trabajar con un foco en artistas latinoamericanos fue porque entendí que en España la oferta que había no era suficiente. Pensé que podía llenar ese hueco dentro del marco de la escena madrileña. Pero nunca quise catalogarlo como el grupo de ‘artistas latinoamericanos’. Son artistas cuya obra se inscribe en un plano internacional y que dialogan con otras tantas obras hechas en otras partes del mundo. Por ese mismo motivo nunca he participado en ferias que se definen como ‘Ferias de Arte Latinoamericano’, es una visión que siempre me pareció reduccionista. 

El ‘Arte Latinoamericano’ salió adelante como etiqueta cuando sus coleccionistas, procedentes de Latinoamérica, comenzaron a ocupar los boards en museos norteamericanos y británicos, principalmente. Y eso es fantástico, ojalá en España tuviéramos ese tipo de compromiso. Ojalá tuviéramos mecenas que apoyaran el arte español de esa manera. Pero desde la galería concebimos a los artistas en tanto que se inscriben dentro de una época determinada de la historia del arte, que es esta, y no bajo etiquetas regionales.

Sin embargo, está claro que lo local, es decir, el lugar desde donde el artista se nutre es un factor primordial para entender su obra. Carlos Garaicoa y Cristina Iglesias, por ejemplo. Ambos trabajan con la arquitectura, pero la fuente de la que bebe la obra de cada uno, sus intereses y preocupaciones, terminan dando forma a obras diferentes.

. ¿Existen, todavía, fronteras de mercado respecto a estas etiquetas? 

No, porque los que se han destacado han tenido mucha visibilidad tanto en España como en Europa. Y eso es un gran trabajo que ciertos países latinoamericanos realizaron. Trabajo que también impulsaron ferias como ARCO, que le ha prestado mucha atención al arte latinoamericano. Los coleccionistas latinos representan un grupo importante para la feria. 

. Por último, ¿cuál es la búsqueda de la galería a la hora de representar un artista?  

Artistas con propuestas interesantes y que hablen un lenguaje contemporáneo. Muchas veces hay una atracción que es intuitiva y que, con el paso del tiempo, cuando sigues trabajando se consolida. Lo fundamental es que sean artistas con discursos sólidos, no que sean productores de objetos… Y que su discurso, su lenguaje, esté alineado con los tiempos en los que vivimos.