NACE EN CHILE UN ESPACIO QUE DESAFÍA LAS FORMAS TRADICIONALES DE EXHIBICIÓN

Por Matías Helbig

Hace dos meses, una llamada telefónica de Gupo Patio a Sofía Edwards y Francisco Yavar, creadores de 13 Jardines -plataforma que pretende acercar el arte contemporáneo a nuevas audiencias-, puso a su disposición un espacio de 500m2 en el barrio Vitacura de Santiago de Chile (Alonso de Córdova 3788). La propuesta era sencilla: durante tres meses Edwards y Yavar poseerían libertad absoluta para hacer una activación cultural dentro del espacio. Esta suerte de obsequio produjo uno mayor: Patio de Luz Arte Contemporáneo.

Obras de Catalina Andonie, Iván Navarro y Coutney Smith, Benjamín Ossa y Hugo Leonello en Patio de Luz Arte Contemporáneo.

“Hay una especie de solemnidad que caracteriza los espacios e instituciones tradicionales dentro del mundo del arte”, sostiene Francisco Yavar. En contraposición a ello, el espacio itinerante que nació hace tres semanas en la capital chilena pretende desplegar de manera más inteligible y asequible la producción artística local. Pinturas, instalaciones, esculturas, piezas audiovisuales, fotografías y toda forma de expresión artística imaginable conviven dentro del espacio denominado Patio de Luz. “No quisimos optar por la vía meramente realizable”, explica Yavar, “nos propusimos explorar las posibilidades más profundas que nos permitan maximizar el entendimiento de la obra de arte, no solo dentro del circuito reducido de este, sino acercándolo a un público históricamente distanciado”. Excluido, agregaría.

Dos elementos claves definen el espacio concebido por los fundadores de13 Jardines. Por un lado, la democratización de la sala en cuanto a la representación de los artistas. Obras de figuras con trayectoria internacional como Paula de Solminihac, German Tagle, Francisca Sánchez y Alejandro Quiroga conviven con trabajos de artistas más recientes dentro de la escena chilena como Paula Godoy, Magdalena Contreras, Fernando Peñaloza y Roció Guerrero Marin. Esta premisa, además de producir una polifonía –tanto estilística y técnica como generacional- y una perspectiva novedosa en cuanto al trabajo curatorial, pone a dialogar a quienes marcan el camino del arte contemporáneo con aquellos que tomarán esa posta a lo largo de los próximos veinte, treinta o cuarenta años.

Por otro lado, Patio de Luz simula a través de su ecléctico mobiliario un espacio doméstico atemporal. La procedencia del moblaje, principalmente producido a principios de siglo XX para casas de familia, contrasta brutalmente con la arquitectura minimalista del lugar destinado, en realidad, a la explotación comercial. Esta iniciativa parte de la intención que Sofía Edwards y Francisco Yavar dan a cada uno de sus proyectos. “Poner en diálogo el patrimonio histórico con el arte contemporáneo habilita la posibilidad de nuevas lecturas. La historia se lee hacia atrás ya pasó”, argumenta Yavar y agrega: “El arte permite, a través de su voluntad de futuro, entender el pasado desde nuevas hipótesis.  Esta vez nos salimos del patrimonio y lo doméstico, pero lo simulamos”. Quienes recuerdan Húsares Trágicos, entienden de qué habla Francisco.

Visto de esta manera, Patio de Luz se introduce en la escena contemporánea chilena como una alternativa a las instituciones que trazan el circuito habitual. Una pequeña pero filosa molestia que viene a cuestionar y transformar la forma de exhibir y vender obras de arte. Una ambiciosa propuesta muy hija de este siglo.

Y bajo esa insignia también procede.

El 7 de marzo fueron más de veinte artistas de todas las disciplinas y sectores los que inauguraron y apostaron por este proyecto. Son otros quince los que se suman el próximo sábado para la iniciativa Nuevo Orden. “Los artistas traen una obra. Un coleccionista o aficionado se interesa por ella y la compra. Ese mismo día se la lleva bajo el brazo.  Debemos modificar el espacio, volver a ocupar el lugar que esa obra ocupaba. De eso se trata Nuevo Orden, un día abierto al público en que la gente se vuelve testigo de los nuevos trabajos que ingresan al Patio”. Patio de Luz es un espiral en construcción permanente, “está vivo”, dice Francisco.

   

   

Como corolario de todo esto está la programación paralela que da coherencia a la filosofía de Patio de Luz. Si bien esta se desarrolla espontáneamente, en lo que va desde su apertura personajes de todos los sectores se han acercado a conversar con el público, legitimando y colaborando con la realización de este joven proyecto. Ejemplo de ello fue la conferencia Naturalezas de lo público en el arte, celebrada el jueves 28 de marzo. “La selección de los oradores no fue en absoluto arbitraria”-sostiene Francisco- “Cecilia García-Huidobro, como  Directora del Museo Violeta Parra decidió exhibir un grafiti de Vazko/ Basco, un artista callejero; Sebastián Cuevas es el director de Otra Ciudad, una organización que reincorpora a través del muralismo y plazas pop up aquellos sitios abandonados de la ciudad que nadie quiere ver; finalmente, Carolina Tapia es miembro del Colectivo Cuneta, un grupo de artistas que se instala dentro de un vecindario para conocer sus problemas y, posteriormente, desarrollar junto a los vecinos soluciones y obras que contemplen esas problemáticas”. De esta forma, Patio de Luz Arte Contemporáneo se compone como un organismo híbrido. Un cuerpo andrógino, entre feria y galería, entre centro cultural y laboratorio.

Hasta junio, Chile será testigo de esta especie indefinible de espacio de arte. “Cuando nos dicen que se acaba se acaba y empezaremos otra cosa. Este sitio es un espacio corporativo y puede ser mañana una tienda de ropa o un restaurante”. Como todo lo que posee vida, Patio de Luz Arte Contemporáneo dejará de existir, pero es el soplo de su existencia, esa estela que deja lo fugaz, ese cambio de ola en viento cuando ya no puede más que esos pocos metros sobre la playa* lo que realmente nos entrega.

 

*Arnaldo Calveyra, fragmento de Cartas para que la alegría.