UNCANNY VALLEY: SER HUMANO EN LA ERA DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL

Presentada por Fine Arts Museums of San Francisco, la exposición examina las aplicaciones actuales de la Inteligencia Artificial como un desafío a la comprensión tradicional de la relación hombre-máquina, que ha estado encerrada en un discurso de semejanza durante siglos. En exhibición hasta el 28 de marzo de 2021 y organizado por Claudia Schmuckli, curadora a cargo de Arte Contemporáneo y Programación en el Museo de Bellas Artes de San Francisco.

UNCANNY VALLEY: SER HUMANO EN LA ERA DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL

Este enfoque encontró una expresión duradera en Uncanny Valley (Valle inquietante), una metáfora introducida por el ingeniero de robótica japonés Masahiro Mori en 1970 para trazar el espectro de comodidad-incomodidad de los humanos con un robot basado en su grado de semejanza. Sin embargo, la IA, tal como la experimentamos actualmente, ha desplazado el problema de la replicación física o intelectual al de la (mala) representación estadística de gradientes.

 

En poco más de una década, el mundo se ha reconfigurado mediante operaciones psicológicas algorítmicas que se alimentan de los reflejos tribales de las personas. Este desarrollo fue impulsado por máquinas estadísticas, hoy simplemente llamadas inteligencia artificial o IA. Este tipo de inteligencia artificial se ha aplicado tradicionalmente para reducir la incertidumbre en campos tan diversos como la ciencia climática, la atención médica y los juegos, áreas que se benefician de la predicción de riesgos potenciales. Pero introducidos en el tejido social, los objetivos predictivos de la inteligencia artificial han causado estragos y aumentado la incertidumbre y la inestabilidad.

Al hacer un balance del impacto de la IA en las ecologías, sociedades y economías de formas que apenas estamos empezando a comprender, Uncanny Valley: Being Human in the Age of AI metaboliza cómo los mecanismos de la IA están remodelando la integración humano-máquina. Considera la definición de lo inquietante tal como la propuso Sigmund Freud, invirtiendo la dicotomía mente/cuerpo de Descartes, para proponer un concepto diferente del valle inquietante: uno que ya no se limita al robot humano o la "máquina pensante", sino que está mapeado por las operaciones matemáticas de descenso de gradiente, los cálculos de algoritmos diseñados para extraer y analizar el comportamiento humano y proyectarlo en futuros negociables. Estos futuros se reflejan en la gente en incesantes "montajes estadísticos" de avisos online y offline para el compromiso social, la defensa política o las transacciones comerciales que afirman conocernos mejor que nosotros mismos. Estas indicaciones, derivadas de la minería y el análisis de datos y desplegadas al servicio del diseño conductual, lanzan alternativamente la amígdala, la parte del cerebro que procesa las emociones negativas de miedo, tristeza y agresión, contra las emociones positivas del circuito de recompensa con el objetivo de estimular este último.

 

En los albores de la 'Cuarta Revolución Industrial', el valle inquietante se define por mecanismos adictivos, un exoesqueleto emocional que atrae a las personas a la pantalla como luciérnagas, una de las muchas metáforas de la mente en colmena para la optimización algorítmica que termina describiendo el comportamiento humano. Teniendo en cuenta todas estas cualidades, este gigantesco valle inquietante está emergiendo como la remodelación del fronterismo, cuyo único objetivo es captar la atención global  cada vez más profundamente.

Con el cercano Silicon Valley impulsando el desarrollo orientado al mercado de la IA, Uncanny Valley: Being Human in the Age of AI es la primera gran exposición de un museo en los Estados Unidos que une el trabajo de Zach Blas, Ian Cheng, Simon Denny, Stephanie Dinkins, Forensic Arquitectura, Pierre Huyghe, Lynn Hershman Leeson, Christopher Kulendran Thomas con Annika Kuhlmann, Agnieszka Kurant, Lawrence Lek, Trevor Paglen, Hito Steyerl, Martine Syms y el Colectivo Zairja. Sobre la base de las metáforas integradas en la tecnología, que van desde modelos heurísticos de inteligencia colectiva hasta formas de excavación y alter egos estadísticos, los artistas de esta exposición presentan un conjunto de imaginaciones que transmiten una crítica espacializada del aprendizaje automático.