UTOPISMO CUBANO, LOS RETAZOS DE OTRO HORIZONTE IMAGINADO

Bajo la organización del ensayista y crítico de arte Iván de la Nuez (La Habana, Cuba, 1964), La Virreina Centro de la Imagen (Barcelona, España) exhibe La utopía paralela. Mediante la recolección de ilustraciones y planos de ciudades imaginadas, la muestra propone descubrir la proyección que la denominada Generación del Ochenta cubana pensaba para su futuro. Hijos de quienes protagonizaron la Revolución Cubana, la perspectiva adoptada por la nueva generación, ante todo dentro de la arquitectura, había concebido un paisaje multicultural, socialista y occidental en un contexto global que anunciaba la decadencia de los proyectos comunistas en Europa del Este y un mundo expectante de un hipercapitalismo vertiginoso.

"Proyecto Plaza Vieja",1986, Felicia Chanteloin y Patricia Rodríguez.

Los proyectos exhibidos en La Virreina encontraron su apogeo teórico entre los años 80 y 90. Traspasando las fronteras de la arquitectura y la urbanización, esta “década prodigiosa”, como la definió Gerardo Mosquera, sembraba una semilla heterodoxa frente a la gobernante izquierda tradicional. Nacía así, en la juventud cubana, una suerte de glásnost concebida por y para quienes se habían formado bajo la educación y el arte socialista. Todo ello, producto “de la expansión de la encomienda cultural hacia otros campos de la sociedad; de la puesta en evidencia de la desinformación en la prensa oficial; de una vertiente antropológica que bebía del arte povera y se arraigaba en Artaud, Grotowski, el primer Eco o Beuys”, explican desde La Virreina. Y las transiciones fueron otra tantas: “De la eclosión de manifiestos vanguardistas; de la evocación de los años no institucionalizados de la Revolución; del florecimiento de la performance; de la búsqueda de una colectividad alternativa a la masificación; de los despliegues multidisciplinarios; de la apertura a formas paganas de la cultura, en particular las religiones afrocubanas; de la creación de una ciudad imaginaria por parte de unos arquitectos con escasas posibilidades de construir la ciudad real; de la mencionada reinserción de la cultura cubana en Occidente; de la conexión con el underground de Europa del Este; de la puesta en solfa de los símbolos y héroes nacionales; del uso de la ironía y el juego; del desprejuicio sexual; de una crítica opuesta al marxismo encartonado de los manuales…”.

Así, La utopía paralela, en su manifestación silenciosa, emergía como una idealizada tercera vía que pretendía absorber el desarrollo del sistema capitalista global dentro de un marco progresista y de corte socialista absolutamente sui generis.  Y aquello no se limitaba a las proyecciones urbanas:  en el centro de la escena artística, los “hijos de Guillermo Tell” –como los llamó Carlos Varela- tomaron la cultura y el pensamiento adaptándolo de forma proteica al futuro que asomaba más allá del Caribe. Una perspectiva modelada por los modos prácticos y retóricos del mundo político y social.

La exposición en la ciudad de Barcelona es, en definitiva, un gran ensayo contra la intolerancia política. Una cosmovisión artística, social y económica orientada al nuevo mundo que, desde la parcial despolarización del escenario geopolítico, y la posterior asunción de Gorbachov en la Unión Soviética, imaginaba un cosmopolitismo que oscilara entre las sociedades de consumo y el legado de la izquierda.

   

   

La utopía paralela se exhibe hasta el 20 de octubre en La Virreina Centro de la Imagen. Visitas guiadas gratuitas a partir del 27 de julio, martes a las 18:00, sábados y domingos a las 12:00.