HISTORIAS DE LA SEXUALIDAD

Por Elvis Fuentes | agosto 26, 2019

Aunque por problemas de visado el artista chino Ai Weiwei perdió su vuelo apenas dos días antes de la inauguración de Historias de la sexualidad, en el Museu de Arte de São Paulo Assis Chateaubriand (MASP), el 19 de octubre de 2017, se las arregló para estar presente. El programa de exposiciones del museo había generado cierta controversia en los sectores conservadores asociados con el poder y los medios de comunicación masiva, debido a varias muestras, monográficas organizadas a lo largo del año, de artistas transgresores como Miguel Rio Branco y Tracey Moffat, así como del colectivo de mujeres Guerrilla Girls, aunque la obra de estas últimas se enfoca en las desigualdades de género en el campo del arte, más que en la sexualidad propiamente dicha. Sin embargo, Weiwei no estuvo en la recepción en el interior del museo, sino en la plaza aledaña, donde se congregaron manifestantes para expresar su apoyo a la exposición y, en menor medida, algunos que se oponían a la misma. Desde su cuenta de Instagram, Weiwei mostró su crítica a la censura del gobierno central, que había intentado torcer el brazo del museo.

HISTORIAS DE LA SEXUALIDAD

La expectativa generada por Historias de la sexualidad habla bien de un modelo curatorial que ha venido implementando Adriano Pedrosa, director artístico del MASP, que consiste en realizar seminarios preparatorios conducentes a una serie de exposiciones monográficas y una muestra central en torno a un tema. En 2016, el tema había sido Historias de la infancia. El énfasis en la pluralidad de historias subraya la naturaleza multifacética de todas las experiencias culturales, que claramente en el caso de la sexualidad prometía ser mucho más controversial que con la infancia. Para la exposición de 2017, el MASP organizó dos simposios y Pedrosa invitó a tres co-curadores y se realizaron exposiciones monográficas de Teresinha Soares, Wanda Pimentel, Henri de Toulouse-Lautrec, Pedro Correia de Araújo y Tunga, además de las ya mencionadas.

El énfasis en la pluralidad de historias subraya la naturaleza multifacética de todas las experiencias culturales, que claramente en el caso de la sexualidad prometía ser mucho más controversial que con la infancia   

La exposición central, curada por Pedrosa; Lilia Schwarcz y Pablo León de la Barra, curadores adjuntos del MASP, y Camila Bechelany, curadora asistente del the MASP, contó con más de 300 obras organizadas en ocho temas, algunas bastante descriptivos como Cuerpos desnudos, un regodeo sin prejuicios en la belleza carnal desde Ingres; Mercados sexuales, donde se mira a través del filtro de la prostitución a la Pequeña bailarina en bronce de Edgar Degas y muchas más; Juegos sexuales, un espacio para el humor de Miguel Ángel Cárdenas, entre otros; Voyeurismos, aquí coexisten el video Cielo, 1991, de Moffat, quien fisgonea a los surfistas cambiándose de ropa en una playa, con una fabulosa pintura de José Antonio da Silva en la que un rostro asoma por la ventana de un baño donde una mujer se ducha; y otros títulos más velados, como Totemismos, que bien podría llamarse Fetichismos por la alusión a la adoración de ciertas partes del cuerpo; Performatividades de género, con un énfasis en los travestismos y la celebración de lo queer; Religiosidades ciertamente relacionado con la apropiación subversiva de iconografías, a la manera de León Ferrari; y Lenguajes, de tono bastante más conceptual y hasta poético, con artistas como José Leonilson. En un piso diferente, se presentaba el último segmento, dedicado a Activismos y políticas del cuerpo, con obras en las que el cuerpo sexualizado sale a tomar la calle para reclamar atención a los enfermos de SIDA o los derechos civiles de la comunidad homosexual.

La exposición central, contó con más de 300 obras organizadas en ocho temas algunas bastante descriptivos como “Cuerpos desnudos”

 

Entre las sorpresas de la muestra se encuentra la pintura de gran formato Himeneu Travestido Assistindo a uma Dança em Honra a Príapo, 1634-1638, de Nicolás Poussin, perteneciente a la colección del MASP, que al ser restaurada recientemente dejó al descubierto la imagen de un falo erecto en una escultura, justo al centro de la composición, representando a Príapo, el dios griego de la fertilidad,alrededor de la cual se reúnen en adoración las convidadas a unas nupcias.

La misión lleva a veces a la omisión. Un tema como la violación, expresión de la relación antagónica entre el poder y el sexo, está ausente. Entre las obras de la colección del MASP se encuentra Suicidio de Lucrecia, atribuida al taller de Guido Reni (1625-1640), que habría servido de punto de partida. Pero no hay que olvidar que, en el contexto de una sociedad enfrascada en una guerra cultural donde el poder conservador intenta restaurar los tabúes contra la sexualidad, se imponía una celebración de la sexualidad, con todos sus matices y complejidades. Ese misión la cumplieron estas Historias.