¿QUÉ SE COCINA EN BOGOTÁ? - LAS PROPUESTAS DE LOS RESIDENTES FLORA 2018

Por Valentina Gutiérrez Turbay | julio 18, 2018

(PARTE 3)

En el corazón de San Felipe, un barrio en proceso de gentrificación al norte de Bogotá, hay un edificio en donde trabajan, dialogan y conviven más de 20 artistas de todas partes del mundo. Cada uno tiene su taller y hace parte de las actividades del programa curricular, que incluye encuentros con curadores, teóricos, líderes de comunidades indígenas y otros participantes. La residencia Escuela Flora, fundada por el curador José Roca en el 2016, ha convertido a Bogotá en el punto de encuentro para un diverso grupo de personas interesadas en el arte. Las razones por las que la eligen son muchas, pero todos coinciden en que esta experiencia en Bogotá representa un momento importante en su carrera. A continuación, les presentamos a algunos de los residentes de este 2018:

¿QUÉ SE COCINA EN BOGOTÁ? - LAS PROPUESTAS DE LOS RESIDENTES FLORA 2018

Ulrik López

López (México, 1989) aplicó a Flora con la intención de continuar indagando sobre la presencia de lo natural, entendido como aquello alejado de lo industrial, dentro de su obra. Aunque ha hecho la mayor parte de su carrera desde Puerto Rico, nació en Ciudad de México, donde estuvo viviendo antes de llegar a Bogotá. Nos cuenta que otro de los motivos para aplicar a la residencia, a través de la beca AH!, es que “Bogotá es la otra ciudad, aparte de CDMX, en América Latina en la que hay una escena consolidada con instituciones, galerías y espacios independientes”. 

López ha aprovechado la residencia trabajando en proyectos que tiene el año que viene en distintos lugares, como un performance en la Bienal de Sharjah que incluye el diseño de trajes y una coreografía para 32 bailarines que estaran reinterpretando, con ritmos afrocaribeños, un juego de ajedrez viviente que se hizo en Cuba en 1966 en la forma de un ballet. Al tener grandes proyectos en los que trabajar, no está indagando sobre el contexto específico de Colombia pero si aprovecha todos los diálogos para profundizar en ciertos temas. Ha sido particularmente importante en este proceso la actividad “El círculo de la palabra” en donde los residentes tienen la oportunidad de compartir con líderes de comunidades indígenas que comparten su cosmovisión con ellos.

Ana Navas

El taller de esta venezolana, que está en Flora con el apoyo de la Beca Mondriaan Fonds, está completamente cubierto de escritura. Durante sus primeros meses de residencia estuvo enfocada en revisar sus cuadernos pasados para entender qué era lo que le interesaba y poder, luego de esta reflexión, comenzar a producir. Su trabajo trata la relación entre arte-diseño-etnografía. Se pregunta por los objetos y sus relaciones ¿Cómo sería el árbol genealógico de un objeto? ¿De dónde viene? ¿En qué se va a convertir?

 

Navas (Quito, 1984) decidió aplicar a Flora porque llevaba los últimos años viviendo en Europa y quería afianzar su relación con latinoamérica. Primero estuvo en Alemania, donde adelantó sus estudios en arte, y luego en Países Bajos, en el programa De Ateliers en Amsterdam y trabajando como artista profesional. Actualmente, su investigación es sobre el movimiento del power-dressing, un movimiento que se dio en los años 70 y 80, una serie consejos o instrucciones  para que la mujer pueda mimetizarse o adaptarse al mundo laboral. A través del ensamblaje y la escultura interpreta de manera pictórica estos consejos. Como se trata de elementos del uso cotidiano, se refleja el entorno en el que lo está produciendo, no podría ser igual si lo hubiera hecho en ningún otro lugar. También está aprovechando la Escuela para profundizar en la parte teórica de su trabajo y tomarse el tiempo, abordando sus propuestas desde un punto de vista muy personal y profundo.

 

José Pérez Tello

Este es otro de los artistas que viene de una región periférica de Colombia, Pasto en el departamento de Nariño. La Escuela Flora es su primera residencia y está gracias a la beca SUR Montblanc destinada a residentes de esa región. Aplicó para enfocarse 100% a su producción. “La idea era venir a hacer experimentación y empezar nuevas ideas, llevarlas a un punto de desfragmentación” dice sobre su motivación para aplicar.

Antes de la residencia, su trabajo estaba muy enfocado en las posibilidades miméticas del dibujo, y durante estos primeros meses ha experimentado para salirse de eso y llevarlo a un plano más espacial. De esta manera, Pérez Tello (Pasto, 1984) ha explorado otras dimensiones del dibujo y ahora el reto es volver a lo mimético, pero sin olvidar el ejercicio de haberse alejado. Trabaja varios frentes a la vez: esculturas, proyectos de agenda buscando la luz y actualmente está comenzando uno sobre las palomas como símbolo de la degradación urbana de Bogotá.

 

Jimena Croceri

Croceri (Cutral Có, 1981), es argentina y llegó con la beca Erica Roberts, que termina en julio y gracias a su constancia y dedicación, los próximos 6 meses continuará en la Escuela con la beca 35-55. El trabajo de Croceri busca crear o encontrar espacios en donde no es evidente que hay uno. Desde que comenzó la residencia, ha utilizado metodologías de otros proyectos y los ha adaptado al contexto de Bogotá. Uno de estos es “Charco para coro” en donde se acercaba a los charcos que se forman en las calles de Bogotá y va siguiendo la expansión de la mancha de agua sobre el papel de celulosa, que no la absorbe sino por el cual puede trepar libremente. Los dibujos que resultan de esto parecen “soundtracks” y funcionan como partituras gráficas. Durante arteBA 2018 los mostró junto con un performance en el que unas cantantes y músicas de noise los interpretaron.

 

En su participación en Escuela Abierta, un programa en el cual los residentes hacen talleres abiertos a la comunidad artística y del barrio, Croceri realizó moldes en yeso de distintos huecos y grietas de la cuadra de Flora e invitaba a los participantes a encontrar el lugar del que venían. Esto es un ejercicio que permite recorrer el barrio de forma diferentes y también un acercamiento afectivo a esos accidentes tan frecuentes en las vías bogotanas.

Lo que más ha impactado su práctica es que se ha podido concentrar mucho y el intercambio y diálogo constante con los demás artistas. También destaca la influencia que ha tenido en su forma de producir los diálogos con Bernardo Ortiz, su tutor, con el que ha conversado sobre el uso del texto en su proceso y está buscando maneras de integrarlo más en el resultado final, aunque aún no hay ejemplos de esto. Actualmente está interesada en el arte correo, y está haciendo unos primeros experimentos para traer esta práctica tan asociada a los 70’s y que se añora con mucha nostalgia a la contemporaneidad.