TISSAGE-TRESSAGE EN FUNDACIÓN VILLA DATRIS

Por Patricia Avena Navarro | noviembre 02, 2018

Desde tiempos inmemoriales, el hilo ha fascinado e inspirado a artistas y poetas, y la mitología ha desarrollado y mostrado incesantemente sus misterios: el hilo de Ariadna, la cinta de Moebius...

Corde à noedus, Lilian Bourgeat. Ph: Daniel Avena.

Si durante varios siglos la tapicería fue considerada como decorativa, en el siglo XX, la situación cambia y el arte textil irrumpe la creación moderna y contemporánea, como lo revela Tissage-Tressage en la Fundación Villa Datris. La muestra, explora los diferentes modos de expresión de la escultura contemporánea a través del arte textil, el tejido y el trenzado, entrelazando temas desde la intimidad hasta lo orgánico, pasando por la política y la ecología.

Reúne obras, cuya gran diversidad brinda una amplia descripción del nuevo uso de los textiles hecho por los artistas. Algunos, retoman las prácticas ancestrales o colaboran con fabricantes o artesanos, mientras que otros tienen un enfoque intuitivo trenzando o tejiendo ellos mismos; ya sea, a través de materiales naturales o productos industriales como la seda, lana, algodón, cuerda, crin, mimbre, liana o incluso metal.

Hilos enredados hasta la opresión y telas desgarradas constituyen objetos extraños e inquietantes, entre ritos y magia, fetiches y amuletos, son una pura revelación del inconsciente; como las redecillas de Ernesto Neto o el humor kitsch y colorido de Joana Vasconcelos. El arte contemporáneo se re conecta con las tradiciones más antiguas y, lo que es más importante, participa en sus transmisiones.

En el paisaje actual se observan varias tendencias, tanto en lo femenino como en lo masculino: el textil como símbolo de una búsqueda de identidad, a través del disfraz (Nick Cave, Pascale Marthine-Tayou, Meschac Gaba), la influencia del art brut y el acto místico (Judith Scot, Cathryn Boch, Manish Nai), el animismo en búsqueda de un nuevo orden mundial (Maria Nepomuceno), el hilo orgánico (Josep Grau-Garriga, Agnès Sebyleau), el regreso a la tradición y el elogio de la desaceleración (Claude Viallat, Judy Tadman y Phyllida Barlow) y la sexualidad en su precaria crudeza (Sonia Gomes). Tejer, trenzar, es una acción singular que combina varios elementos para dar lugar a un cruce, a un mestizaje, a la elaboración de un trabajo inesperado que sigue el hilo de la inspiración, de lo primitivo a lo tribal, a las expresiones más contemporáneas.

La configuración del espacio es particularmente exitosa y toma la forma de una itinerancia fascinante, donde jamás, el ojo del visitante no sabe donde posarse. Los jardines de la Villa permiten a los artistas dar rienda suelta a su imaginación al ofrecerles una topografía animada de arboledas y vegetación exuberante, asociada con el murmullo de las aguas de la Sorgue. El arte de trenzar, se vuelve allí monumental, con el entrelazado de listones de bambú de Mireille Fulpius,(Funny trama), con la imponente cortina de alambre de cobre de Antonella Zazzera,(Armonico LXXXV), o con la red de Rodrigo Matheus (TBC); malla al infinito que cubre y disimula el ascensor exterior de la villa, se estremece bajo el viento dibujando una caligrafía que perturba los sentidos del espectador en una sutil relación con el medio ambiente.

Re descubriendo intuitivamente estas técnicas y estos gestos inmemoriales, los artistas contemporáneos, abren un nuevo horizonte a la escultura de hoy en día, creando un acercamiento inédito y sensual a la materia, fibras o hilos, cruzados y ensamblados, al ritmo de otra temporalidad.