La Mirada Política de Gómez-Barros y Artemio en PINTA Nueva York

En la cuarta edición de la Feria de Arte Latinoamericano y Contemporáneo de Nueva York, PINTA, al espacio consagrado a la obra de los maestros que construyeron la modernidad, se sumó la creciente presencia de artistas emergentes. Y entre éstos se advierte el resurgir de un arte político ajeno a lo ideológico, pero con una visión incisiva de la realidad. Ejemplo de ello son artistas como Rafael Gómez Barros y Artemio (Narro).

Rafael Gómez-Barros "Casa Tomada", 2010 Detalle de instalación Dimensiones variables Cortesía del artista

Gómez Barros (n.1972) presentó la documentación fotográfica de la instalación con la cual se tomó el Congreso de su país, Colombia, el pasado febrero. Miles de esculturas que aparentan la forma de las "hormigas culonas", un plato típico de la gastronomía, se apoderan del centro del poder legislativo en Colombia. Pero las “hormigas” están formadas por el molde de dos cráneos hechos con fibra de vidrio, arenas y carbón, y anudados con telas y ramas arrancadas de los árboles.

El título de la instalación – Casa tomada- es el de un cuento de Julio Cortázar en el que los habitantes de una casa van perdiendo de modo extraño y paulatino su espacio, hasta que finalmente deben abandonar su propiedad. Gómez-Barros advierte que esa historia de la literatura fantástica se ha trasladado a la tragedia del desplazamiento forzado en Colombia. “Los cráneos representan –dice Gómez-Barros- las dos caras del drama humano: causas y efectos, al desplazado y a quien lo desplaza”.

Ahora que la instalación de Casa Tomada ha viajado a la sede de la Trienal Internacional del Caribe, en Santo Domingo, y que su documentación fotográfica irá de Nueva York a otros lugares, además de dar visibilidad a ese rostro de la violencia en Colombia, está representando los aspectos más duros de “la inmigración y el desarraigo, en un mundo supuestamente globalizado”.

En un tiempo sin las utopías colectivas que derivaron en pesadillas, Gómez-Barros deposita la posibilidad de transformación en la gente: “Son los ciudadanos quienes deben formular las políticas culturales como seres activos en la construcción de proyectos de civilidad, y de otras realidades. Por eso –dice- Casa tomada está en los espacios públicos, en la calle, en la acera del frente, en una esquina en el mundo”.

Artemio (Narro), nació en 1976 en México. Exhibió su obra en dos espacios: en el lanzamiento del Pinta Art Projects, curado por Pablo León de La Barra, y en la pared de un edificio en la calle 46 con sexta avenida, frente a un bar en Manhattan. Las obras exhibidas en la feria responden a su interpretación del concepto expuesto por Tom Wolfe en su ensayo Radical Chic : That Party at Lenny's. Wolfe ironizó sobre los miembros de la alta sociedad o celebridades que ostentan la moda de una adhesión política a la izquierda que no tiene que ver en realidad con ninguna actitud de cambio social.

Artemio expresa su frivolidad en una estética de humor negro: funde un logo de Versacé y los pasamontañas de insurgentes. Igualmente mostró una obra en proceso que arroja una mirada sobre la violencia por la que atraviesa México, en comparación con la cual, según dijo, “Sylvester Stallone es un boy scout”. 28,000 balas recolectadas en el territorio de su país son incrustadas sobre la representación del águila devorando el nopal, la imagen del escudo mexicano que reproduce la fundación mítica del territorio azteca.

Igualmente, en la proyección nocturna de la obra que se conoce como “El Gladiador de Artemio”, el público apreció una de las intervenciones que ha realizado alterando célebres filmes de Hollywood. En este caso, en las escenas donde el Gladiador de Ridley Scott (Russel Crowe) lucha, su oponente ha sido borrado y el resultado es paródico. Este tipo de intervención forma parte de su propuesta de una “Hollywoodpedia”, una enciclopedia visual que desenmascara el uso de ciertos conceptos en la narrativa fílmica estadounidense.

Artemio se apropia de los filmes para provocar lecturas críticas. Sus reediciones no sólo reafirman el carácter abierto e inacabado de cada obra, sino evidencian cómo lo ideológico se filtra sin que los espectadores lo adviertan en las secuencias de acción más fuertes. Las incontables horas pasadas viendo éxitos de taquilla para realizar esta obra en proceso equivalen a una solitaria lucha contra la mirada adocenada y carente de crítica que transmiten los medios.