Santiago Valladares
Las invenciones de la mente
Por
Damián, Carol
Hace ya tiempo que las técnicas emancipadoras del surrealismo proporcionan a los artistas la oportunidad de bucear en el subconsciente y el mundo de los sueños como fuente de su imaginería. |
Hace ya tiempo que las técnicas emancipadoras del surrealismo proporcionan a los artistas la oportunidad de bucear en el subconsciente y el mundo de los sueños como fuente de su imaginería. Santiago Beltrán Valladares pinta imágenes cuidadosamente compuestas y exquisitamente dibujadas, que son materializaciones de deseos inconscientes con las que se ha tropezado por casualidad en el mundo real, y que luego ha transformado por medio de la inventiva de su mente. Su estrafalaria galería de personajes puede o no presentar referencias en común con el espectador, pero esto es irrelevante. Sabemos que estos personajes deben tener, forzosamente, un sustrato narrativo y serles familiares a alguien en alguna parte, aunque más no sea al artista, y en tal caso, aunque sólo sea en sus fantasías. Su total falta de contexto, tanto desde el punto de vista técnico como del físico, sólo contribuye a confundir aún más su situación. En lugar de orientarse hacia una realidad sólida o reconocible, parecen más bien flotar en la nada. Solamente unos pocos indicios acerca de su ubicación y las texturas con las que el artista trabaja las superficies les proporcionan una suerte de entorno vacío y prosaico en el cual desarrollar su existencia. Sobre este fondo abstracto de pinceladas, Valladares improvisa líneas y colores para describir sus extrañas figuras y las peculiares actividades de éstas. Traídos de los sueños y los recuerdos del artista, y del mundo de la magia y la alquimia, sus personajes fingen dedicarse a sus actividades diarias. Tal figuración disparatada puede jactarse de tener un origen distinguido, ya que sin duda está inspirada en las obras del maestro salvadoreño Benjamín Cañas, cuyas imágenes líricas de figuras distorsionadas y en circunstancias misteriosas eran tan poéticas como extravagantes. Valladares expande y moderniza su repertorio con una galería de personajes diferentes y personalizados, y los lleva más allá de cualquier clave significativa acerca de sus antecedentes, a situaciones descriptas solamente por medio de pigmentos y unas pocas marcas ejecutadas con destreza. Esta técnica adquiere un interés particular en obras presentadas en forma de escultura. Las pinturas se encuentran suspendidas o montadas sobre bases para distorsionar aún más su lectura, lo que desemboca en un efecto casi fantástico. Se ven cabezas sin cuerpos que se balancean sobre piernas, mientras criaturas exóticas y vehículos absurdos comparten el espacio con seres grotescos, cuyas miradas hacen que su existencia sea aún más perturbadora. Hay en estas obras provocación y burla, y no podemos encontrarles sentido. El artista maneja un agudo sentido de la línea por medio de simples aplicaciones de color para representar a estos personajes de manera convincente, a despecho de su absurdidad. Son su propia invención, y no le pertenecen a nadie más que a él. |