Mary Schneider-Enríquez

Una Experta en Arte Latinoamericano en el Harvard Art Museum

Por Carolina Ledezma

La nueva curadora asociada de arte moderno y contemporáneo del museo quiere que en la Universidad de Cambridge se hable más de Latinoamérica como un ejemplo de cómo se piensa el arte en el mundo de la actualidad.

 Carolina Ledezma (Cambridge Ma.)

La particular atmósfera en Harvard University en torno al arte latinoamericano puede ser una consecuencia de un estudio realizado por encargo del Rockefeller Center for Latin American Studies. Según destaca Steve Reifenberg en un artículo publicado en el Harvard Crimson en 2001, la conclusión de esa investigación de la estudiante doctoral Mercedes Telles fue que Latinoamérica era tema de estudio en cátedras de literatura y lenguas romance, no así en el departamento de historia del arte y la arquitectura. Este descubrimiento pudo ser el detonante de una apertura que ha tenido múltiples efectos. Uno de los más recientes es el nombramiento de Mary Schneider-Enríquez, experta en arte latinoamericano del siglo XX, como nueva curadora asociada de arte moderno y contemporáneo del Harvard Art Museum.

El cambio se inició con la llegada de Thomas Cummins, profesor de la Universidad de Chicago, quien comenzó a impartir cursos regulares de arte precolombino y colonial en las aulas de Cambridge. Luego, en 2000 - 2001, Schneider-Enríquez organizó la primera exposición de arte moderno latinoamericano para HAM: “Geometric Abstraction: Latin American Art from the Patricia Phelps de Cisneros Collection“, en un momento en que curadores y coleccionistas de arte moderno y contemporáneo estrechaban lazos con la universidad.

Al proponer su idea, Schneider-Enríquez tenía la certeza de que tanto el ex director del museo como el público “se impresionarían al saber del trabajo de estos artistas latinoamericanos, que se asentaba en las mismas ideas visuales de Europa en los años cuarenta a sesenta”.

Conjuntamente con la exhibición se presentaron ponencias y discusiones sobre el tema para alumnos, profesores y aficionados. La fascinación de esta historiadora por el arte latinoamericano comenzó en los años ochenta, cuando tuvo lugar la primera exposición de Frida Kahlo en México. A partir de entonces en parte por la circunstancia de haberse casado con un mexicano comenzó a viajar con frecuencia a ese país y a estudiar el trabajo de los artistas locales. Su tésis de maestría fue sobre Diego Rivera, el cubismo y la política. Durante su doctorado en Historia del Arte en Harvard University, el tema del arte latinoamericano se convirtió en una pasión, justamente por el vacío que al respecto existía en el programa académico.

En 1994 -1995 co-curó la exhibición “Mexico: A Landscape Revisited” para el Smithsonian Traveling Exhibition Service, junto con un grupo de curadores mexicanos, con los cuales hizo una revisión histórica del paisaje en la pintura mexicana. Se centró en el siglo XX, cuando la noción tradicional de paisaje se vio desplazada por un concepto abierto. “Ya no hay una idea específica de lo que es paisaje, país, pueblo o entorno”, asegura.

En 1999, “un año clave para el boom del arte latinoamericano en Nueva York”, llevó a cabo la exposición itinerante de Gerardo Suter, “Labyrinth of Memory”, organizada por la Americas Society. En ella, la curadora destacó cómo Suter fusionaba elementos de la historia precolombina con técnicas fotográficas de estudio y la maneracomomezclabafotografía,instalaciónyvideo.“Aunqueya había interés por el arte latinoamericano en Estados Unidos, se mantenía esa idea de que todo era como la obra de los muralistas y de Frida Kahlo”, asegura.

Las técnicas avanzadas del artista, su forma de manipular las imágenes para despertar inquietudes en el espectador y su manera de usar el cuerpo como lienzo de su obra fueron ideales para introducir en los Estados Unidos otra noción de arte de la región.

Perfil:

CL: A su juicio, ¿qué llevó a Estados Unidos a abrirse hacia Latinoamérica, después de haberla ignorado en tiempos de la Guerra Fría?

MSE: Yo empecé como crítica de arte en Art in America y ARTNews en 1988, cuando el jefe de The New York Times en México me recomendó para que escribiera de arte latinoamericano. Luego, en 1990 fue la exposición de “Mexico: Splendor of Thirty Centuries” en el Metropolitan Museum. Era evidente que en Nueva York querían saber más. Sotheby’s y Christie’s comenzaron a atraer más compradores a sus subastas. De pronto, el arte latinoamericano se convirtió en algo chic. El acuerdo de libre comercio aceleró este proceso y Nueva York tuvo que abrirse más a México que nunca.

CL: Eso con respecto a México, pero ¿qué pasó con el resto de Latinoamérica?

MSE: Todo, a su vez, tuvo un efecto positivo para la totalidad del arte. Muchos artistas se mudaron a la ciudad y curadores internacionales también llegaron para trabajar con los museos y galerías.

CL: ¿Qué papel jugaron los coleccionistas privados?

MSE: Los coleccionistas privados como Patricia Phelps de Cisneros, comenzaron y enriquecieron sus colecciones en ese momento. Las ferias de arte internacionales también se expandieron. La galería jugó un papel fundamental en traer artistas de todo el mundo. La globalización tuvo un efecto general, que fue como un “tifón”.

CL: ¿Hasta qué punto la exposición “Geometric abstraction” hizo del arte latinoamericano un punto focal en Harvard?

MSE: Fue una introducción de los profesores y estudiantes de Harvard al arte geométrico latinoamericano. En Harvard no habían tenido la experiencia cercana de contemplar esas obras y darse cuenta de que todo eso había ocurrido.

CL: ¿Qué efecto tuvo esta primera experiencia?

MSE: Despertó el interés del profesorado y los estudiantes por saber más del tema; y, al mismo tiempo, tras la llegada del profesor Cummins, hubo un mayor apoyo institucional para estudiar y publicar libros sobre arte latinoamericano. Y, por supuesto, mi puesto es consecuencia directa de este cambio.

CL: En 2004 usted cooperó en la retrospectiva “Matta: Making the Invisible Visible” (McCullen Museum of Art, Boston College, 2004). ¿Cree que Roberto Matta ya ha ganado el reconocimiento en Estados Unidos como pionero del expresionismo abstracto americano?

MSE: Para mí, Matta fue uno de los grandes de Latinoamérica que hizo de su obra algo global. Su influencia en el grupo de Nueva York en los años cuarenta -Mark Rotko, Jackson Pollock, Willem De Kooning, Arshile Gorky- fue elemental. Matta fue esencial y no era un muralista. Si bien en Harvard no había un conocimiento generalizado sobre arte latinoamericano, muchos sí sabían de Matta.

CL: La exposición “Constructive Spirit: Abstract Art in South and North America, 1920s-50s” (Newark Museum, 2010) planteó que sí hubo un intercambio entre artistas abstractos entre 1940 y 1970.

MSE: Antes los artistas como Roberto Matta y Joaquín Torres-García, que decidieron vivir un tiempo o establecerse fuera de sus ciudades, se mantenían cercanos a grupos afines, de su misma cultura. Yo veo que ahora no hay guetos de ese tipo, es mucho más global.

CL: ¿Puede citar algunos artistas que utilizan este lenguaje global?

MSE: Está el caso de Doris Salcedo. Aunque al comienzo su trabajo estuvo marcado por lo local, hoy es absolutamente internacional. Adriana Varejão habla de Brasil y su historia colonial, pero ha crecido en unas direcciones que hablan de mucho más, como se vió en su exposición en Nueva York (Adriana Varejão: New works, Lehmann Maupin Gallery, 2009) el año pasado. Guillermo Kuitca y, de cierta manera, Vaissmann son tambien parte de este grupo.

CL: ¿Cuál es la visión de la directiva de Harvard Art Museum hacia Latinoamérica?

MSE: El nuevo director, Thomas W. Lentz, está muy interesado en hacer del museo algo más internacional. Latinoamérica es un brazo importante, especialmente en arte moderno y contemporáneo. Mi misión en este puesto es contribuir a ampliar la visión de la institución. Algo positivo con Harvard es que hay una gran colaboración entre el museo y el Departamento de Historia del Arte.

CL: ¿Qué permitirá ampliar más la interacción entre museo y academia?

MSE: Mientras el museo permanezca cerrado, estaremos organizando actividades y conferencias para incentivar el interés. Cuando el museo abra sus puertas (2014), tendremos centros de estudio para que la gente pueda ver obras que no están en exhibición y estudiarlas a detalle. Ahora, más que nada estoy planificando la reinstalación, pero en los próximos seis meses daré a conocer mis propuestas sobre exposiciones.

CL: ¿Cómo evitar hablar de Latinoamérica como si fuese una isla en el mapa del arte?

MSE: Yo estoy mirando el arte de los últimos cien años para ver qué ha pasado y qué podemos combinar, estableciendo nuevos diálogos y problemas de estudio. Por ejemplo, compramos una obra abstracta en papel de León Ferrari, que va a funcionar muy bien al contrastarla con piezas de Jackson Pollock y Ellsworth Kelly porque lo visual siempre es obvio. En cambio, la analogía de las papas de Víctor Grippo, que también tenemos en el museo, no sería entendida sin mostrar el momento histórico en que se hizo. Un público que no sabe de América Latina tiene que saber el contexto.

CL: ¿Cómo reflejará esta visión como curadora de Harvard Art Museum?

MSE: Creo que mi puesto en este museo es para mostrar más la historia del arte latinoamericano y sus grandes momentos, pero también a aquellos artistas que están manejando un lenguaje internacional que refleja cómo se piensa el arte en el mundo en la actualidad. Sin embargo, aunque soy partidaria de mostrar el arte latinoamericano bajo una perspectiva global y no local, hay que mostrar cómo el hecho histórico influyó en el arte.

Perfil:

María Schneider Enríquez asumió el cargo de curadora asociada de arte moderno y contemporáneo de Harvard Art Museum (HAM) en abril de 2010. Actualmente, es profesora invitada en Brandeis University. También, está completando su doctorado en el Departamento de Historia del Arte y la Arquitectura de Harvard University, casa de estudios de la que egresó como bachiller en 1981 y obtuvo su maestría en arte en 1987. Ha sido miembro del comité asesor del David Rockefeller Center for Latin American Studies de Harvard University desde 1995, así como miembro del Board of Trustees del Instituto de Arte Contemporáneo de Boston desde 1999. De igual manera, es integrante del World Visuality Committee del HAM. Enríquez se ha desempeñado como corresponsal de América Latina para la revista ARTNews, crítica de arte para The New York Times y colaboradora de las revistas Art in America y Art Nexus.