Puntos de Fuga
Arquitecturas Posibles en el MAMM de Medellín, Colombia
En alianza con la Fundación Fondo Internacional de las Artes - FIART-, 18 artistas iberoamericanos se reúnen en la Biblioteca EPM/Sala de Ciudad, del Museo de Arte Moderno de Medellín, MAMM, para presentar sus propuestas en torno a cuestionamientos contemporáneos frente a las relaciones humanas con los espacios, las formas de estar, de habitar y de configurar hábitos que repercuten continua e implacablemente en las nociones particulares y colectivas de bienestar. Los artistas son: el cubano Carlos Garaicoa, el venezolano Alexander Apostol, los colombianos
Edgar Guzmanruiz, Fredy Alzate, Grupo Utopía, Jaime Ávila, John Mario Ortiz
Juan Raúl Hoyos, Nicolás París, y Víctor Muñoz; el ecuatoriano Ecuatoriano Tomás Ochoa y los españoles Jordi Colomer Jorge Yeregui, Simona Rota, y Santiago Cirugeda,
Fragmento del texto curatorial de Oscar Roldán-Alzate
Hoy, la ciudad de cada uno de nosotros no concibe un punto de fuga, ni dos, ni tres. Necesitamos tantos puntos de fuga como las construcciones sin arquitectos de las poblaciones emergentes del universo de lo posible. Es la única garantía para que el espíritu de los hombres entregue su creatividad al servicio del habitar y, por qué no, poderse fugar.
“Puntos de fuga, arquitecturas posibles” es una investigación curatorial que busca crear puntos de reflexión y miradas críticas desde el campo de las artes plásticas hacia la arquitectura y sus múltiples derivadas. Este proyecto plantea inevitables cuestionamientos contemporáneos frente a la especulación de las relaciones humanas con los espacios, las formas de estar, de habitar y de configurar hábitos que repercuten continua e implacablemente en las nociones particulares y colectivas de bienestar.
Cada vez que un nuevo contacto visual aparece se multiplica nuestra conciencia de ciudad –esa en que yo ando, la que yo siento–, de tal forma que mi ciudad no sólo se pliega sobre ella misma sino que también se repliega sobre la de los otros. Aunque son conocidos ampliamente los argumentos sociopolíticos acerca de lo que son los ambientes habitacionales latinoamericanos –gracias a la precariedad en el sistema económico, en contraposición con el acelerado crecimiento demográfico–, es también cierto que cualquiera que fuera la manera que dio lugar a la acumulación de las masas urbanas –la utopía de la nueva ciudad americana, trazada en el papel– se vio desbordada por la necesidad perentoria de hacer lo que los hombres hacen: morar. La geografía, entonces, podrá ser distinta, pero sólo las necesidades son precisamente las que plantean y disponen el terreno para hacer “arquitecturas posibles”.
Los puntos de fuga (y las arquitecturas correlacionadas con estos, que hemos clasificado en central, oblicua y aérea) denotan temporalidades y su multiplicidad proyecta mayor libertad. El orden es paulatinamente relevado por la necesidad de ‘ser’ de un cuerpo que se opone a la uniformidad. La libertad se impone en nombre de la implementación funcional de maneras emergentes y de emergencia para resolver problemas básicos del habitar.