Abraham Palatnik
Denise René, París
En la historia del arte, el comienzo del movimiento cinético tiene lugar en París -1955-, con la exposición mítica “Le Mouvement” organizada en la galería Denise René; dato incuestionable que marca el origen de un movimiento que reúne artistas europeos y sudamericanos.
Al mismo tiempo, en Latinoamérica la asimilación de las vanguardias europeas da paso a una abstracción lírica o geométrica que colocará a Latinoamérica en paralelo al discurso artístico internacional.
La obra de Palatnik, artista cinético, pintor y dibujante, forma parte de la reflexión global que el artista lleva a cabo alrededor de la noción del movimiento desde 1949. Tras pintar algunos lienzos constructivos, comienza a proyectar máquinas en las que el color aparece en movimiento. Esos experimentos lo conducen a la creación de los Aparelhos Cinecromáticos (Aparatos Cinecromáticos), cajas de lienzos con lámparas que se mueven a través de mecanismos accionados por motores, mostrados por primera vez en 1951, en la 1ª Bienal Internacional de São Paulo. En 1964 se exhiben en la Bienal de Venecia, confiriéndole su participación en esa muestra proyección internacional y pasando a ser considerado uno de los precursores del arte cinético. Tal reconocimiento lo lleva a participar, en 1964, en la muestra internacional de arte cinético “Mouvement 2”, en la Galería Denise René, en París.
Aunque nacido en Natal, estado de Río Grande do Norte, en 1928, Palatnik y su familia se trasladan a Tel-Aviv, donde estudia mecánica de motores. En 1948 regresa a Brasil y se instala en Río de Janeiro. El contacto con los artistas Renina Katz, Almir Mavignier e Ivan Serpa, las discusiones conceptuales con Mário Pedrosa y la frecuentación a los talleres del Hospital Psiquiátrico de Engenho de Dentro hacen que Palatnik rompa con los criterios convencionales de composición. Abandona el pincel y lo figurativo, y se dedica a relaciones más libres entre forma y color. Palatnik deja de pensar en la calidad de la obra basada en el manejo realista de las tintas y en la asociación del arte con el motivo.
El c inecromático es el aporte más significativo de Palatnik en torno a lo cinético, pero no es lo único. A partir de 1959 lleva el movimiento al campo tridimensional. Crea obras en las que campos electromagnéticos accionan pequeños objetos colocados en cajas cerradas. Al mismo tiempo que inventa piezas con las que explora las posibilidades tecnológicas del arte, el artista hace cuadros en superficies bidimensionales. En 1962 comienza la serie Progressões (Progresiones) y en 1964 nacen los Objetos Cinéticos; esculturas de alambre, formas coloreadas e hilos que se mueven, accionados por motores y electroimanes que recuerdan en sus formas móviles las piezas del escultor norteamericano Alexander Calder.
Presentar el arte latinoamericano y ofrecer al público europeo una visión general de esta cultura es siempre una ardua tarea, especialmente por lo desconocido del concepto. Sin embargo la abstracción sigue siendo tema de interés dentro de la visualidad plástica, tanto para especialistas como para coleccionistas y aficionados. En este contexto la exposición “Palatnik, une discipline du chaos” (Palatnik, una disciplina del caos), en la galería Denise René, confirma una vez más ese interés. La muestra propone una muy interesante lectura sobre una selección de su obra con un recorrido muy perspicaz. Jacarandá, obra realizada con marquetería en madera, sus “reliefs progressifs” en cartón o la serie mas reciente de pinturas denominada “W”. Obras que interpelan los sentidos a través de sus colores ondulatorios, las láminas superpuestas y los ejes verticales que crean efectos cinéticos.
La muestra manifiesta el vigor y la eficacia de una obra coherente, que interroga el tiempo y el movimiento. El curso que sigue su obra afiliada al cinetismo y a esa generación de pioneros del arte óptico-cinético que construyeron esa revolución formal, manifiesta su particular maniobra constructiva en torno a la mecánica de la pintura, desde un selecto catálogo de colores.
Palatnik es heredero, como otros artistas, de una utopía inscripta en el progreso y la modernidad. Juntos han construido un arte que se inscribe en la tradición abstracta, geométrica y constructiva, basada en el movimiento, los efectos ópticos y la participación del espectador. Con este conjunto de obras, la muestra quiere sacudir sutilmente el campo semántico que identificamos habitualmente con Palatnik para abrir nuevas posibilidades y entrever nuevos sentidos. Invita a realizar una lectura compleja y renovada de su universo y su vasta obra.