TÚLIO PINTO: UNA CONJUNCIÓN DE FUERZAS

Por Angélica de Moraes (São Paulo) | mayo 23, 2019

Túlio Pinto (Brasilia, Brasil, 1974) construye su obra recurriendo a la generación de tensiones capaces de desafiar la ley de gravedad y encontrar cierto equilibrio, mediante el empleo de materiales de naturaleza y comportamientos opuestos. Esta es su manera de sentir y de traducir la pulsación del mundo de las cosas, que a su vez se refleja en el de las relaciones humanas. Se trata de un juego ambiguo que, en un primer acercamiento, pudiera parecer circunscripto a las combinaciones formales nacidas de la herencia constructivista brasileña o del minimalismo internacional. Sin embargo, un análisis más detenido, permite advertir que, más allá de la tradición (a la que el artista hace referencia, al tiempo que la ensancha de manera competente y rigurosa), existe una sólida poética de autor que subvierte lo ya establecido. De este modo, da cuenta de temáticas que continúan resultando apremiantes: el territorio cambiante y utópico de la armonía en un contexto de oposición.

Two glass slides, rocks and rope. Baró Gallery (São Paulo). Photo: Diego Santovito Nadir.// Dos láminas de vidrio, piedras y cuerda. Baró Galería (Sao Paulo). Foto: Diego Santovito

Pinto es un artista multimedia extremadamente dedicado y prolífico. Surgió del campo artístico brasileño a fines de la década de 2000, con esculturas que oponían globos de colores a gruesas placas de hormigón. Algo parecía respirar allí, aunque poco a poco esa respiración se convertía en un suspiro. Una respiración agónica, que nos recuerda nuestra respiración urbana, inmersa en pesadas estructuras vivientes.

La respiración de las cosas poco a poco creció y dio lugar a la inclusión de otros materiales. Los globos de gas se transformaron en vidrio soplado, las vigas de hormigón fueron remplazadas por rebabas de hierro o bloques de madera, y los cables de acero y las bandas de tela empezaron a unir y establecer un equilibrio contingente entre estos elementos. Así comenzó la producción de inserción de superficies de sólidos geométricos en láminas de vidrio o, en un gesto más radical, cubos o triedros de arena (sílice). De igual modo, fiel a la naturaleza de los materiales, Túlio comenzó a trabajar con los componentes básicos de la manufactura del vidrio. Un amplio vocabulario para una obra de irreprochable cohesión y coherencia.

La arena para castillos de arena, metáfora ancestral de los sueños, es también la arena como riesgo constructivo. Y fue justo con un enorme cubo de arena húmeda (de 1,60 m de lado), conectado a una lámina de vidrio, que el artista enfrentó una de sus apuestas más audaces. Durante el montaje de la pieza para una exhibición individual en la Galería Baró (São Paulo, 2013), el cubo de arena se derrumbó, convirtiéndose en terrones sobre el suelo. ¿Rearmarlo? De ninguna manera. En una decisión que funciona como emblema de su proceso de producción, Túlio sencillamente decidió incorporar el accidente a la obra, que con esto cobró mayor elocuencia. “El abismo me fascina; en particular el abismo de los límites de resistencia de los materiales”, señala el artista. “El riesgo y el azar son parte de mi obra, del mismo modo que están presentes en nuestras vidas. Si estamos atentos, sabrán mostrarnos el camino”.

   

 

   

El equilibrio inestable de estas oposiciones binarias puede incorporar un tercer elemento: la inserción del espacio arquitectónico. Fue así cómo el artista creó Trajetórias Ortogonais [Trayectorias ortogonales]: la obra artricula bloques de madera suspendidos por la fuerza de gravedad y a las distintas tensiones entre las paredes, el techo y el suelo. O, en una inteligente referencia al Arte Povera de Giovani Anselmo, y en particular a su La Scultura Che Mangia [La escultura que come], de 1967, creó la instalación Práticas de reconhecimiento e algunas aproximações [Prácticas de reconocimiento y algunas aproximaciones], de 2012: cajas de cultivo de huerta hacen presión sobre globos de látex. Al final de la exhibición, parte de la obra fue servida a los visitantes como ensalada, recreando el arco de referencias entre arte y vida, lo orgánico e inorgánico.

Con una inserción cada vez mayor en el circuito internacional y un repertorio de varias residencias artísticas en el exterior, también aumenta la presencia de Túlio Pinto en exhibiciones individuales, confirmando la solidez de sus proyectos y de sus resultados. Tal fue el caso de la exhibición individual que tuvo lugar en la Galería Baró (2016), en la que amplió aún más su poética. En ella, el artista construyó un viaje lleno de los riesgos y desafíos propios de la experiencia, que, al igual que ocurriera durante su residencia en Phoenix (Arizona, 2015), también involucra desplazamientos que él denomina “intermediaciones de práctica escultórica mental”.

Se trata de experiencias procedimentales que pueden traducirse en notas detalladas en el diario de un largo viaje que emprende a pie como parte de sus performances y videos. Tal fue el origen de su video Unicórnio [Unicornio], de 2016. En este, Túlio deambula entre formaciones rocosas en las montañas Superstition de Arizona, durante su residencia artística en Phoenix (2015). En Unicórnio, Túlio recupera la tradición surrealista sin cortar el cordón umbilical (globos rellenos de helio) que ha utilizado en la mayor parte de su producción. En este caso, funcionan como grafismos de color en el espacio. O señalan el despliegue de un conjunto de percepciones que han sido irremediablemente expulsadas de un refugio (¿el útero?) hacia una geografía inhóspita.

¿Unicornio o Minotauro? En cualquier caso, se trata de criaturas mitológicas que ponen de manifiesto la deficiencia de los humanos u otros seres a la hora de señalar el único modo posible de soportar estar en el mundo: el ejercicio de desear y de soñar más allá de los arduos  límites que imponen el horizonte y el razonamiento.

   

 

   

El artista también está interesado en la exploración de materiales que se mueven entre lo sólido y lo líquido. Incluso el material más contingente de todos, el hielo, brinda elementos que contribuyen a hacer más densa su poética. O alquitrán. El vidrio, hay que advertir, también puede escurrirse y formar charcos, si bien a una velocidad tan baja que sólo es posible percibirlo luego de siglos; tal vez para llamar la atención sobre lo mutable del instante que vivimos.

Túlio admite, para nuestra sorpresa, que nunca fue un buen alumno de física, aunque claramente le fascina la materia. Para sus piezas más grandes y arriesgadas, necesita contar con el apoyo de un ingeniero estructural en los cálculos. Sin embargo, es raro que esto ocurra. Túlio confiesa que su principal aliado en la creación de piezas es el miedo: “El miedo me estimula y me desafía. Me fascina como un abismo. Necesito pararme al borde y mirar hacia abajo para descubrir cuán hondo y peligroso es”. El abismo aparece cuando el material muestra su potencial, que a veces es desconocido, y sólo nos es posible descubrir este potencial cuando se usa el material de un modo distinto, creando una tangente, un espacio para lo imprevisto.

A Túlio le interesan todos los materiales contingentes, cambiantes y temporarios. Esto podía parecer en principio contrario a la naturaleza del escultor, de no ser por una larga tradición que parte desde el constructivismo ruso. En sus obras, no acostumbra utilizar las herramientas tradicionales. No esculpe ni moldea nada. Obtiene las obras luego de establecer una interacción inestable entre elementos distintos, tales como el peso, la densidad y la dimensión. Logra transformar esas diferencias en un resultado escultórico fresco e innovador. Su objetivo constante, según el propio artista, “es la materialización de lo invisible: la fuerza de gravedad. Algo que sentimos, pero no vemos, a pesar de que lo subyuga todo y a todos en el mundo”.

Túlio Pinto

A Conjugation of Forces

 

By Angélica de Moraes (São Pablo)

Túlio Pinto (Brasília, Brasil, 1974) builds his artwork by establishing tensions that defy the law of gravity and provide balance, using materials of opposing nature and behavior. This is how he feels and translates the pulsation of the world of things to be reflected (also) in the world of human relations. An ambiguous game, which, in a first reading may seem circumscribed to the formal combinations that were born from the Brazilian constructivist inheritance or the international minimalism. A second analysis, though, brings the perception that, beyond tradition (which the artist makes referenceto and competently and rigorously expands), there is a consistent authorial poetics, which subverts the already established. It indicates urgencies that remain current: the shifting and utopic territory of harmony among opposition.

The multimedia young artist (he graduated from college in 2009) is extremely focused and prolific. He rose in the Brazilian artistic field at the end of the 2000s, with sculptures in which colored balloons were opposed to thick concrete plates. Something seemed to breathe there, though slowly draining into a sigh. An agonic breath, which reminded us of our own urbanite breathing, surrounded and immersed in heavy living structures.

This breathing of things gradually enlarged to include the lexical of other materials. The gas balloons gave way to blown glass. The concrete beams were replaced by iron rebars or wood blocks.Steel cables and fabric bands started to unite and establish a contingent balance for these elements. Faces of geometric solids had an oblique insertion of glass sheets or, a more radical gesture, sand (silica) cubes or trihedrals. Thus, faithful to the nature of the materials, Túlio started to use the primordial component in making glass. A wide vocabulary for a body of work of irreproachable cohesion and nexus.

Sand for sand castles, an ancestral metaphor for dreams. Sand of constructive risk. It was with an enormous cube of wet sand (1.60 m of side),connected to a glass sheet, that the artist faced one of his riskiest bets. During the assembly of the piece for an individual exhibition at Baró Gallery (São Paulo, 2013), the sand cube collapsed in lumps on the floor. Reassemble it? No way. In an emblematic behavior of his working process, Túlio simply incorporated the accident to the piece, which grew in eloquence. ‘The abyss fascinates me; especially the abyss of limits ofresistance for materials,’ the artist notes. ‘Risk and chance are elements in my work, in the same way that they are present in our lives. If we pay attention, they show us the way’.

The unstable balance made of opposing dualities may incorporate a third element: the insertion of the architectonic space. This is how the artist created TrajetóriasOrtogonais(in English, ‘Orthogonal Trajectories’): articulating wood blocks that were suspended merely due to the force of gravity and the tensions between walls, ceiling and floor. Or, in an intelligent reference to Giovani Anselmo’sArte Povera and his La SculturaCheMangia(in English, ‘The sculpture that eats’), from 1967, he created the installation Práticas de reconhecimento e algumasaproximações(in English ‘Recognition practices and some approaches’), from 2012: boxes containing eating vegetable beds pressuring latex balloons. In the end of the exhibition period, part of the piece was served as salad to the visitors, recreating the arch of references between art and life, organic and inorganic.

With an increasing insertion in the international circuit and a fresh repertoire in several art residencies abroad, Túlio Pinto’s presence in individual exhibitions is also increasing, thus confirming his solidity of purposes and results.

This was the case for the individual exhibition that took place at Baró Gallery (2016), in which he broadened his poetics even further.He constructs a journey that is filled with the risk and the challenge of experiences, which, in the same way that happened when he was residing in Phoenix (Arizona, 2015),also involve displacements that he calls ‘mental sculpting intermediations’.

Those are procedural experiences that may be translated into detailed notes in thejournal of a long journey he undertook on foot or into performances and videos. This is how the video Unicórnio (in English, ‘Unicorn’), from 2016, came to be. In this video, he wanders amongst rock formations at the Superstition Mountains in Arizona, during his artistic residence in Phoenix (2015). In Unicórnio, Túlioreverberate the surrealist tradition without cutting the umbilical cord (heliumgas-filled balloons) that he uses to tailor most of his production. They function, then, as colored graphisms in space.Or they signal an unfolding of perceptions that have been irremediably expelled from a shelter (the uterus?), displaced in an inhospitable geography.

Unicorn or Minotaur? In any case, these are mythological characters that highlight the inadequacy of humans or otherwise to show the only way possible to stand being in the world: the exercise of wishing and dreaming beyond the roughness of the horizon and reasoning.

The artist is also interested in exploring materials that move between solid and liquid. Even the most contingent of all materials, ice, supplies elements to make his poetics denser. Or tar. Glass, it is of notice, also slips and makes puddles, although at a speed so slow that can only be perceived after centuries. Perhaps to highlight the changeable instant we all are.

Túlio surprisingly admits he was not a good student of physics, although he is evidently fascinated by the subject. In the larger and riskier pieces, he asks for the support of a structure engineer with the calculations. This is rare, though. He confesses that his main ally in creating the pieces is fear: ‘Fear instigates and defies me. It fascinates me like an abyss. I need to get to the edge and look down to see how deep and risky it is’. The abyss appears when the material shows its potential, which is sometimes unknown, and we only discover such potential when we use the material in a different way, creating a tangent, a space for the unforeseen.

Túlio is interested in all contingent, changeable, temporary materials. Something that could immediately seem opposed to the nature of the sculptor, if it were not for the long tradition that comes from the Russian Constructivism. He does not customarily use the traditional tools in his pieces. He does not sculpt, nor shape anything. He obtains the pieces after establishing an unstable interaction with different things such as weight, density and dimension. He transforms differences into a sculpting result that is fresh and inventive. The constant target, the artist reinforces, ‘is the materialization of the invisible: the force of gravity. Something we feel, but do not see, despite the fact that it overpowers all and everyone in the world.’