Doris Salcedo
Museo Guggenheim, Nueva York
Junio 26-Octubre 12, 2015
No hay historia sin memoria. La memoria necesita ser evocada, reconfigurada y reconstituida. Esto es lo que logra, precisamente, la primera gran retrospectiva de Doris Salcedo, organizada por el Museo de Arte Contemporáneo de Chicago y exhibida en el Museo Guggenheim de Nueva York. En proceso de preparación durante cinco años, esta notable exposición co-curada por Madeleine Grynsztejn y Julie Rodrigues Widholm presenta más de cien esculturas, instalaciones y una película sobre las obras de arte público de la artista.
Doris Salcedo (n. 1958, Bogotá) ha dado forma y voz a personas que han sufrido pérdidas y experimentado traumas y desplazamientos. La resolución temática, estructural y material de su obra requiere de lecturas en profundidad para apreciar las capas de significado que contiene. Desde fines de los años ochenta, los puntos de referencia de la artista han sido la prolongada guerra civil y sus efectos adversos sobre las vidas de millones de colombianos. En su narrativa discursiva, Salcedo privilegia la elección de objetos, como por ejemplo, muebles, juguetes y ropa por sobre la de personas para dar testimonio de dolor, tortura, recordación y sobre todo, duelo.
Salcedo aplica un vocabulario material inusual junto con una atención obsesiva a la reconstrucción de muebles que son, alternativamente, encontrados, hechos a mano o provienen de víctimas. Modifica cabeceras, colchones, marcos de puertas, camas, sillas, mesas, escritorios, cunas, cómodas, mesas de noche recombinando partes.
[Ill. #1 Vista de instalación de muebles] Su utilización de materiales blandos y duros cuyo propósito en la vida doméstica ha sido replanteado crea perturbadoras yuxtaposiciones físicas y emocionales. Una mesita auxiliar ( Untitled/Sin título, 1990), ahora maltrecha y dañada, ocupa un sitio especial en la galería cerca de piezas de mayor tamaño de mobiliario recombinado, de las cuales muchas han sido rellenadas con concreto. La mesa ha sido desmantelada y reconstruida de modo que una mesa más pequeña de acero se encuentra inserta en la original de madera. Las dos superficies de concreto y madera combinan con dos patas distintas hechas de madera y acero. Una serie de sillas de madera ( Untitled/ Sin título, 1989, 1995, 2000, 2008), cada una de ellas rellenada con concreto, reensamblada con acero, demasiado pesada para ser movida, constituyen literal y metafóricamente pesos muertos.
La artista pasó un mes instalando las obras en las galerías de cuatro torres del Guggenheim para asegurar una ubicación precisa de objetos con objetos y series con series de acuerdo al tamaño, la forma y el contenido. Un aire de seriedad rodea a Plegaria Muda (2008-9), una instalación compuesta por unidades escultóricas formadas por una mesa invertida sobre otra. [Ill. 2]. Sustitutos para ataúdes sin nombre, las mesas se encuentran unidas por un material oscuro que parece tierra (concreto). Mientras el espectador camina lentamente entre las hileras irregulares, briznas de hierba trepan a través de grietas en las superficies de madera haciendo referencia a la vida y la muerte, a recordar y olvidar.
“Estando en un país violento, uno no puede actuar como si la violencia no estuviera sucediendo.” (Todas las citas son de la película) Unland: irreversible witness (1995-98) presenta dos mesas de madera unidas a la perfección en diferentes puntos con una pequeña cuna montada sobre el extremo de una de ellas. [Ill. 3] Una fina red de seda semitransparente cubre la superficie donde se han entretejido a mano, esmeradamente, mechas de cabello humano y hebras de hilo a través de diminutos agujeros. Observando más en detalle, uno siente que cada hebra representa una vida destruida, ahora recordada. Estas esculturas surgen de la interacción de Salcedo con niños colombianos que habían presenciado los asesinatos de sus padres. Inmediatamente recordé varias obras icónicas de artistas cuyos diversos medios y estrategias estéticas abordan objetivos temáticos similares. The Eyes of Gutete Emerita/ Los ojos de Emerita Gutete (1996) de Alfredo Jaar, es una imagen fotográfica de los ojos de una mujer que ha presenciado la matanza de su familia durante el genocidio de Ruanda. Las obras de Oscar Muñoz en las que rostros de personas aparecen y desaparecen, recordándonos simbólicamente la fugacidad de la vida, la dificultad de recordar o aun de visualizar a los desaparecidos.
El film Doris Salcedo’s Public Works / Las obras de arte público de Doris Salcedo (2015) es una obra magistral que revela su profunda preocupación con respecto a la guerra, la vida, la muerte, la pérdida y el duelo a través de representaciones artísticas que se encuentran en el dominio público. [Ill. 4] La artista analiza, junto con compañeros de taller, curadores y directores, su material meticulosamente laborioso y los procesos constructivos que requieren los proyectos de arte público efímeros. Éstos incluyen a Untitled / Sin título (2003), creada para la VIII Bienal Internacional de Estambul, donde se apilaban 1.500 sillas de madera hasta una determinada altura en un lote vacío entre dos edificios rodeados por otros abandonados cuando judíos y griegos fueron desplazados de ellos por la fuerza muchos años antes.
La lucha de Salcedo con el tema de los refugiados en Abyss (2005) es una difícil reconstrucción, que constituye un reto, de miles de ladrillos hechos a mano en el estudio de la artista, que se extienden desde el techo abovedado hasta cerca del piso en una galería en el Museo de Arte Contemporáneo Castello de Rivoli en Turín para la Trienal de Arte Contemporáneo T1. La obra fue descrita como “un gran peso pesado generador de ansiedad”. (Carolyn Christov-Bakargiev, Ex curadora en jefe) Noviembre 6 y 7 (2002) fue una acción efímera específica para el sitio con un alto grado de impacto que conmemoraba la toma del Palacio de Justicia de Bogotá por el grupo guerrillero M-19 en 1985. Durante la batalla para retomar el palacio, el ejército colombiano mató a más de cien personas, incluidos la mitad de los jueces de la Suprema Corte. La acción de Salcedo tendiente a resucitar los recuerdos de la atrocidad supuso hacer descender con sogas sobre la fachada 1.500 sillas de madera, comenzando a la hora en que el primer informe forense original anunció las muertes de las víctimas y continuando hasta la hora en que el ejército terminó violentamente con la toma.
Al pasar delante del Palacio durante el transcurso de la acción artística de dos días de duración, la gente recordaba a las víctimas que habían muerto allí. La obra de arte público pone a la memoria en un primer plano, reconoce la ausencia, revela heridas y crea un espacio para el duelo. Característica de la obra de Salcedo, esta acción “no da respuestas, solamente plantea preguntas”. En ese sentido, tal vez, la memoria se convierte en historia.