ADRIANA ALMADA EN LA SEGUNDA EDICIÓN DE PINTA SUD ASU 2023

Por Clara Zaefferer

Adriana Almada es crítica de arte, curadora y escritora. Su área de trabajo y reflexión es el arte contemporáneo, tanto desde la producción artística como desde la curaduría de exposiciones y el coleccionismo. Nuevamente es la curadora principal de Pinta Sud | ASU, en donde a través de exhibiciones, conversatorios y visitas a galerías y otros espacios artísticos, busca dar a conocer la escena del arte paraguayo contemporáneo.

ADRIANA ALMADA EN LA SEGUNDA EDICIÓN DE PINTA SUD ASU 2023
¿Cómo describiría el potencial artístico de Paraguay? ¿Qué lo convierte en un país a destacar dentro de la esfera de arte latinoamericano contemporáneo?

Creo que no podemos hablar solo de “potencial”, sino de una producción artística en expansión que abarca un complejo universo de cuestiones macro y micropolíticas que van desde historias mínimas, íntimas, hasta abordajes que cruzan todo el tejido social. Una producción que, por cierto, no ha llegado al circuito internacional, salvo en esporádicas presencias individuales en ferias y algunos eventos. Creo que lo destacable en el caso de Paraguay, como país, es su condición histórica y social, que lo convierte en un espacio simbólico capaz de generar un arte que, si bien comparte códigos e intereses globales, vuelve constantemente sobre sí, recreándose en sus propios relatos, respirando a través de sus heridas y conectándose con el mundo de manera reticente y fragmentaria. Paraguay es un reservorio inagotable de relatos “reales” que estimulan y alimentan la reflexión artística en los aspectos más diversos, tanto desde del pasado, que se actualiza permanentemente en la memoria dando lugar a una práctica estética que ha hecho del “anacronismo” uno de sus recursos habituales, como desde la actualidad más presente.

¿Cuál es su visión curatorial para Pinta Sud ASU este año y cómo se diferencia de su primera edición del año pasado?

La primera edición de un evento de este tipo es siempre un desafío enorme, que se acrecienta en las sucesivas. Lo interesante de sostener el proyecto en el tiempo es la posibilidad de poner en escena la producción artística del Paraguay como un proceso en curso y en perspectiva, a través de las diversas propuestas, que incluyen no solo arte contemporáneo urbano, sino también indígena y popular. El programa integra centros culturales, museos, galerías, espacios autogestionados, proyectos especiales, intervenciones, residencias de artistas, open studios, visitas a colecciones privadas y un importante coloquio de cinco días con referentes internacionales y nacionales del arte. Es importante señalar que, a diferencia de otros eventos de Pinta Art, Pinta Sud Asu no es una feria, sino una plataforma de visibilización surgida de una gran convocatoria a la cual adhieren libremente todas las instancias involucradas. El éxito de la primera edición no solo aseguró la continuidad del programa, sino que aumentó el interés y el entusiasmo en él. El formato es flexible y no difiere mayormente del desplegado el año pasado. La presencia simultánea de curadores, coleccionistas, críticos y comunicadores del exterior generó una sinergia que ya ha dado sus frutos y creo poder anticipar una edición más diversa y potente.

Como curadora principal y asesora de Pinta Sud, ¿cómo ha trabajado para garantizar una representación diversa y equitativa de artistas de Paraguay de este año?

La idea es presentar un panorama amplio, leído desde distintas miradas. Podemos hablar de diversidad, pero no me atrevería a pensar en términos de “equidad” en la representación de artistas. Creo que, en este sentido, la ecuación es otra: se trata de iluminar zonas oscuras o que han permanecido en penumbra por diferentes circunstancias. Por ejemplo, una de las exposiciones será “El país de las mujeres”, que se desarrollará en el Centro Cultural de España Juan de Salazar, que reúne la producción de unas 35 artistas paraguayas de diversas generaciones, desde los años 50 hasta la actualidad, algunas muy conocidas y otras todavía “confidenciales”. Creo que, en todo caso, la “equidad” en la representación de artistas es algo que podría verse en el tiempo, como siempre ocurre, y no en un solo corte.

El evento busca involucrar a la comunidad local en el arte contemporáneo. ¿Cuáles son algunas de las estrategias que ha implementado para fomentar la participación activa de la comunidad? 

La estrategia básica ha sido la conversación con todos los agentes del circuito local del arte. A mi modo de ver, lo que hace diferente a Pinta Sud Asu de otros proyectos artísticos es que no se organiza de manera vertical, sino a partir de un intercambio fluido entre las partes. Hay, desde luego, una visión curatorial que traza la orientación de todo el proceso, cautelando la calidad, la diversidad, la relevancia y la pertinencia de los contenidos, así como su desarrollo. Otras estrategias han sido la implementación de cruces conceptuales y formales en las propuestas artísticas de la curaduría general, así como la apertura a iniciativas espontáneas de distinta índole.

Pinta Sud ASU también incluye actividades educativas y programas de alcance comunitario. ¿Podrías compartir algunos detalles sobre estas iniciativas y cómo complementan la experiencia artística en el evento? 

El coloquio internacional será una gran actividad educativa, a la cual han sido invitadas las instituciones de enseñanza de arte en el país. Los temas serán de interés de estudiantes e investigadores. Por otra parte, habrá visitas y diálogos en sala en las diferentes muestras, que permitirán una aproximación personalizada a las propuestas artísticas y curatoriales. Pinta Sud Asu cerrará con un festival para niños que convoca a toda la comunidad en un sitio muy céntrico de la ciudad. Es importante remarcar que, si bien Pinta Sud Asu dura siete días, muchas de las acciones incluidas dentro del programa –como las muestras o las residencias– comienzan antes o se extienden mucho tiempo después. Además, generan dispositivos de registro y difusión tales como publicaciones especializadas, círculos de pensamiento y productos audiovisuales. En un país como Paraguay, de institucionalidad cultural frágil, esto ya es mucho.