EL CIELO ISHIR. RELATOS COSMÓGÓNICOS DEL CHACO PARAGUAYO
Con curaduría de la crítica de arte Adriana Almada, fue recientemente inaugurada en el Museo de América, en Madrid, la muestra El Cielo Ishir. Relatos cosmogónicos del Chaco paraguayo, que reúne obras del artista indígena Ogwa, ya fallecido, y de los contemporáneos Joaquín Sánchez y Fernando Allen.
La exposición, organizada por la Embajada del Paraguay en España en coordinación con el Museo de América, estará abierta hasta el 15 de octubre, lapso durante el cual se llevarán a cabo visitas guiadas y otras actividades complementarias que permitan al público un acercamiento a la historia y la cultura Ishir, así como a las dos propuestas artísticas que acompañan las piezas de Ogwa. Estas últimas proceden de la colección formada por el diplomático Ignacio García-Valdecasas cuando cumplía funciones de embajador de España en Paraguay, en los años 90, y que fueron cedidas especialmente para la muestra.
La población Ishir habita la región noreste del Paraguay y se ubica desde Bahía Negra hasta Puerto La Esperanza, en el Chaco. Sus miembros, antiguamente denominados chamacoco, se autodenominan Ishir, término que hace referencia a la noción de persona, abarcando el conjunto de individuos que comparten esa cultura. Pertenecen a la familia lingüística Zamuco.
Hacia fines del siglo XIX y principios del XX, dos exploradores europeos, Guido Boggiani, –fotógrafo y artista italiano– y Alberto Vojtech Fríc –botánico checo–, interesados en la recolección de datos etnográficos en Sudamérica, dejaron los primeros testimonios sobre el pueblo ishir en imágenes y textos, así como los primeros objetos conocidos de su cultura.
La muestra curada por Almada en el Museo de América parte de los relatos visuales y discursivos de Ogwa, a quien los blancos, a mitad del siglo XX, llamaron Flores Balbuena. Nacido en la década de 1930 y fallecido en 2008, encontró en el dibujo, y luego en la pintura, una vía de acceso al universo simbólico Ishir, especialmente a su núcleo mítico ritual, que terminó transmitiendo a investigadores primero y al público en general después.
“Si bien es difícil aplicar la categoría occidental de ‘arte’ a un hacer indígena, ya que en su cultura esta esfera no se diferencia de la vida cotidiana, la sensibilidad particular de Ogwa para reconstruir lo visto y oído entre sus mayores, así como su gran expresividad a la hora de narrar historias fundantes de su comunidad, evidencian una profunda vocación estética. Sus dibujos configuran un dispositivo flexible de memoria que renueva con libertad la dosis de ficción que caracteriza al mito. Con ellos traban diálogo dos artistas paraguayos contemporáneos que, desde coordenadas diferentes, abordan en su obra las tensiones históricas y culturales que atraviesan el Chaco paraguayo”, dice la curadora.
“Fernando Allen investiga desde hace más de una década las complejas relaciones que emergen de los rituales indígenas, y lo hace desde una posición que privilegia el contacto humano por encima de cualquier consideración teórica o enfoque especializado. Refuta lo documental en su aproximación a las comunidades y construye “lo real” a partir de imágenes de la ceremonia Ishir por excelencia, aquella que reinstaura el orden cósmico y asegura míticamente la supervivencia, además de una pieza de video-arte que captura destellos de una belleza tan terrible como esquiva”, agrega.
Finalmente, Adriana Almada explica que “Joaquín Sánchez, quien ha definido el Chaco como ‘el mundo de mis mundos’, está ligado afectivamente a él por los relatos de su abuelo soldado y ha desarrollado un corpus de obra en la cual el Chaco y la guerra, que Paraguay y Bolivia mantuvieron por este territorio entre 1932 y 1935, han estado siempre presentes. En su instalación incluye el componente indígena Ishir con la figura del mítico ‘Capitán Pinturas’, supuesto ancestro de Ogwa, para activar relaciones entre paisaje, historia y ritual”.