REVIEWS - ROLANDO PEÑA
Por
Guédez, Víctor
En el marco de la conmemoración de los cien años de la Teoría de la Relatividad, Rolando Peña expone Dark Energy: Tributo a Albert Einstein. Se trata de una instalación de amplia escala con la cual el artista reafirma el dominio resolutivo e interactivo de los recursos multimedia así como la fidelidad al tema de la energía, tanto en su acepción petrolífera como en su significado científico. Aquí Rolando Peña potencia las posibilidades de percepción y las posibilidades de perfección que ofrecen las alternativas tecnológicas a los discursos estéticos. Estas cualidades se traducen en la complementación de dos impactantes espacios. En el primero incorpora un video de limpia factura en la cual los barriles invaden los campos cósmicos y simulan el juego energético del universo. La sensación del ambiente es fuertemente impactada, además, porque las imágenes se replantean en el piso y en las paredes, siempre acompañadas con un enigmático sonido esparcido. En el segundo espacio, aparecen variadas imágenes congeladas que permiten una lectura más detenida, así como una confrontación interactiva que es promovida por la disponibilidad de ordenadores programados. Pero, más allá de los atributos técnicos y de la fuerza persuasiva de estos planteamientos formales, encontramos la sinergia que el artista ha logrado entre el barril como recipiente de petróleo y la energía como derivación del petróleo. La presencia de una especulación simbólica y la afirmación de una expectativa utópica se combinan aquí para desafiar la imaginación y la reflexión del espectador. No olvidemos que el barril dorado así como el denominado Barril de Dios recogían una carga metafórica asociada con una sociedad mejor. A partir de estas correspondencias tiene cabida la argumentación de Ernest Bloch: "la conciencia utópica pretende mirar lejos en la distancia, pero sólo para llegar a la oscuridad cercana del momento vivido, en el cual todo lo que a la vez sirve de impulso se esconde de sí mismo". Ciertamente, en Rolando Peña, la utopía no es un sueño que lo distrae del presente, es más bien su consecuencia. El vive su presente con el dolor de patria propio de un artista sensible, así como con una conciencia universal del aquí y del ahora. Todo esto contribuye a perfilar su esperanza de innovación y su oposición a todo esquema intimidatorio. Así aflora el sentido de lo virtual como enlace entre lo real y lo deseado. Lo virtual no desaparece lo real, por eso nos hace soñar. Tampoco lo virtual proscribe lo utópico, por eso nos ayuda a prolongar ese sueño. |