REVIEWS - 2006 WHITNEY BIENNIAL

Whitney Museum of American Art, New York

Por Villasmil, Alejandra
REVIEWS - 2006 WHITNEY BIENNIAL
La última bienal del Whitney Museum considera un tipo de arte que nada tiene que ver con lo formal y la belleza, sino más bien con prácticas conceptuales "post-post modernistas" y aproximaciones al arte polí­tico y a la "identidad ficticia" del artista. La celebración, más que la crí­tica, al artificio de la industria de la moda y de la cultura mediática estadounidense aflora como otra tendencia en esta muestra, que reúne a un centenar de artistas que viven o trabajan en Estados Unidos. Los curadores, Chrissie Iles y Philippe Vergne, han seleccionado obras que exploran lo irracional, lo religioso, lo oscuro, lo erótico y lo violento pero "filtrado por un sentido de la belleza defectuoso". A diferencia de la edición anterior, no se trata de una exposición colorida, placentera ni optimista. Por primera vez, la bienal lleva un tí­tulo, "Day for Night", en alusión a "La Nuit Américaine" ("Noche Americana"), un film de 1973 del cineasta francés Francois Truffaut y a la técnica cinematográfica de filmar escenas nocturnas durante el dí­a utilizando un filtro de luz especial. Como metáfora, el tí­tulo de la bienal describe el escurridizo e inclasificable arte producido actualmente no sólo en EEUU sino en las grandes metrópolis. La muestra es, de hecho, la menos "americana" de las bienales del Whitney: los curadores son europeos y más de la cuarta parte de los artistas no son estadounidenses o son estadounidenses que residen fuera de su paí­s. Los artistas que forman colectivos o encarnan personajes ficticios a fin de ocultar su identidad y "minimizar" así­ el protagonismo tienen, irónicamente, papeles protagónicos en la bienal. La "Wrong Gallery", que reúne a Maurizio Cattelan, Massimiliano Gioni y Ali Subotnick, ilustra esta tendencia. Estos artistas concibieron una "exhibición dentro de una exhibición" en el quinto piso del museo, un esquema de participación que tiene eco en la "Torre de la Paz", una instalación a las puertas de la institución en la que participan unos 200 artistas. Organizada por Mark di Suvero y Rirkrit Tiravanija, la obra recrea la "Torre de la Paz" construida originalmente en Los Angeles en 1966 en protesta a la guerra de Vietnam. Pero los mensajes polí­ticos más efectivos los encontramos en obras originales, como una máquina hecha con barriles de petróleo que deja un bronceado con marcas de la bandera de EEUU, de Nari Ward, o un dibujo tipo cartel de Richard Serra con la frase "Stop Bush" escrita arriba de una silueta que evoca a los iraquí­es encapuchados para ser torturados en la prisión de Abu Ghraib. La bienal también incluye a los colectivos Bernadette Corporation, que publica revistas, novelas y ví­deos que critican "la cultura global que construye su identidad a través de la marca y el consumo"; Critical Art Ensemble, que explora las intersecciones del arte, la tecnologí­a, la polí­tica y la teorí­a crí­tica; y Otabenga Jones y Asociados, cuatro afroamericanos que acometen acciones, publican ensayos y erigen instalaciones que cuestionan la representación de la cultura negra en los medios. También se invitó a Reena Spaulings, un artista ficticio fundado en el 2004 por un colectivo bajo los auspicios de su propia galerí­a, Reena Spaulings Fine Art. La fascinación por las identidades falsas ha cautivado incluso a los propios curadores, que se inventaron un alter-ego, el historiador Toni Burlap, para canalizar su misión. El erotismo y la moda en tensión con lo grotesco están presentes en las obras de Marilyn Minter, pinturas con representaciones tanto seductoras como decadentes del "glamour" y la belleza femenina, y en las vitrinas de boutiques de Josephine Meckseper, en las que sí­mbolos polí­ticos y productos de marca, como un refinado perfume "Ne Travaillez Jamais" ("No trabajes jamás"), comparten espacio con productos de limpieza. En la frontera entre el erotismo, la moda y la polí­tica se ubica Francesco Vezzoli y su "trailer" falso para un film sobre "Calí­gula", en el que actores famosos, como Courtney Love y Benicio del Toro, visten diseños de Donatella Versace. Mediante el humor, la ironí­a y escenas de sexo XXX, Vezzoli construye una sátira superficial sobre la decadencia de Hollywood y la corrupción inherente al poder polí­tico.