BALELATÎNA

El arte de Latinoamérica a orillas del Rin

Por Costa Peuser, Marcela
BALELATÎNA
Por primera vez, de manera paralela a Art Basel y bajo el paraguas del arte contemporáneo de Latinoamérica, veintiocho galerí­as presentaron lo mejor del arte de la región. Mariangela Capuzzo, como directora artí­stica de la feria, asumió el desafí­o realizando una impecable y original puesta. Un antiguo edificio de carga de pescado sirvió de escenario para instalar en Europa una cuidada selección de artistas; se contó para ello con la curadurí­a artí­stica de José Ignacio Roca e Irma Arestizábal.
Sicardi Gallery de Houston, impactó con la propuesta de Oscar Muñoz, quien vive y trabaja en Colombia. Una obra que nos enfrenta al clima de violencia que se vive en su paí­s mientras nos invita a caminar sobre unos baldosones realizados con fotografí­as aéreas de la ciudad, encerradas detrás de un vidrio de seguridad roto y nos seduce con retratos realizados con cubos de azúcar coloreados con café: retratos de desaparecidos. Una propuesta fuerte en la que combina concepto y estética. Kevin Bruk Gallery también apostó a una propuesta de impacto, en blanco y negro y con un único artista: Carlos Motta, quien acaba de ganar una Beca de la Fundación Cisneros para ir a trabajar a Rusia. El venezolano Henrique Farí­a, instalado en Nueva York, presentó la Pericolarea de Eric Schoeder Vivas quien, inspirado en la Reticularia de Gego, trabaja con la composición molecular de la cocaí­na, comúnmente denominada Perico por la juventud de su Puerto Rico; una instalación que seduce mientras denuncia una triste realidad con la que conviven. Dos venezolanos completan la propuesta: Alessandro Balteo Yazbec con sus dibujos sobre fotografí­as y José Gabriel Fernández con sus tablones realizados en fibra de vidrio. León Tovar, presentó a dos artistas que utilizan la botánica como excusa para su obra: Juan Echavarrí­a con sus plantas de huesos y a Alberto Baraya, artista invitado a la próxima bienal de San Pablo. También de Nueva York, Latincollector presentó a Carmen Herrera, una artista de 92 años con una obra fresca y sólida a la vez. Alejandra Von Hartz de Miami, hizo su apuesta por el constructivismo: una fantástica obra central de Eugenio Espinoza, acompañada por las texturas orgánicas de la madera y el hierro oxidado que se contraponen a otros planos: frí­os, blancos y celestes, de las construcciones de Danilo Dueñas y la obra despojada de Silvana Lacarra. Diana Lowenstein propuso, por un lado, la mirada femenina de las argentinas Silvia Rivas -con un video-performance y fotografí­as intervenidas- y Graciela Sacco -con sus instalaciones fotográficas y lumí­nicas- que hablan de la dificultad del diálogo en el mundo de las comunicaciones. Y por el otro dos artistas de sólida imagen: Carlos Bentancourt y José Bechara.
De Brasil, Nara Roesler optó también por ese equilibrio: la sutileza de Laura Vinci que utiliza la palabra escondida, pero no tanto y la magia del color de las fotografí­as de Niura Bellavinha por un lado y la presencia de la obra inteligente de Artur Lescher y Abraham Palatnik con su obra cinética. Por su lado, Marilina Razuk de San Pablo optó por las tensiones de la obra de Edith Derdyk y las telas de Cabelo. Durban Segnini de Venezuela, contrapuso las instalaciones Milton Becerra de piedra y fibras que remiten a la selva en la que trabajó, con las construcciones del argentino Beto De Volder. Juan Ruiz presentó al cubano Kcho, un clásico exponente del arte latinoamericano. De Colombia Casas Riegner presentó tres particulares miradas femeninas: Marí­a Fernanda Cardozo, Barbita Cardozo y Johana Calle. Daniel Abate de Argentina, llegó con tres artistas de estéticas diferentes y bien contemporáneas: la atractiva obra de Andrea Moccio, las pinturas de Segio Ganay y una novedosa obra de Oligatega Numeric, un colectivo de artistas de la Beca Kuitca, obra que fue adquirida por el Museo Musac. Nina Menocal de México se centró en el dibujo de Alvaro Verduzco y Oscar Cueto. Mientras que Garash Galerí­a presentó objetos de Ulises Figueroa.
Distrito Cuatro de España, presentó obra de dos destacados fotógrafos, Alexander Apóstol y Juan Bedoya, Galerí­a Fúcares también optó por esta disciplina, las atmósferas de Bleda y Rosa y las magní­ficas piezas de Luis González Palma, mientras que Travesí­a Cuatro mostró la peculiar obra de Máximo González realizada con una delicada filigrana de papel moneda de distintos paí­ses. T20, de Murcia presentó a Eugenio Merino y a Eduardo Balanza. La italiana Prometeogallery, radicada en Milán presentó el nuevo video y fotografí­as de Regina José Galindo: Limpieza social. Dura crí­tica social de esta joven artista de Guatemala que ganó el León de Oro en la última bienal de Venecia. La propuesta se completó con obras de la argentina Carolina Antich y de Ronald Morán. De Copenaghe, Andersen_S Contemporary llegó con la obra del argentino Tomás Saraceno y su utopí­a por encontrar el punto de unión entre el cielo y la tierra.
En esta primera edición balelatí®na se ganó un lugar presentando una propuesta sólida, en la que se traslucen las distintas problemáticas de la región, con artistas inteligentes y de estéticas refinadas que utilizan todos los soportes contemporáneos. Un buen comienzo.