QUEENS INTERNATIONAL 2006

Por Viveros-Fauné, Christian
QUEENS INTERNATIONAL 2006
Si Nueva York es la ciudad más internacional del mundo (según el recuento de este año, alrededor del 40% de los neoyorquinos son extranjeros), su distrito de Quuens—con sus áreas de expansión demográfica y urbana descontrolada y sus pintorescas áreas suburbanas isleñas—es el punto de explosión para un experimento particularmente exitoso en el campo de la inmigración global. Buscando explotar lo que un economista podrí­a definir como "ventajas comparativas", la tercera entrega de la encuesta realizada por el Museo de Arte de Queens con referencia a la producción artí­stica del distrito toma nota del carácter multinacional y multiétnico de sus barrios para decir algo, en primer término, sobre los artistas que viven y trabajan en Queens, y en segundo lugar, sobre el estado del arte en la actualidad. Tratando de encontrar algo bajo el palio del comisariado que insiste en evocar clichés feministas y multiculturales pasados de moda (las palabras "la desmaterialización del objeto de arte" aparecen varias veces, tanto en las paredes como en el catálogo), la muestra casi no logra su objetivo en ninguno de los dos casos.
Resultado de este casting que generó la respuesta de cerca de 500 artistas, la edición de este año de la Bienal Internacional de Queens presenta pocas obras memorables o que llamen la atención, y como lo indica su tí­tulo— Everything All At Once (Todo al mismo tiempo) —demasiado de todo lo demás. Animada por una chispa visual accidental—entre las obras de cerca de 52 artistas, una lista exhaustiva incluye una impresión ensamblada digitalmente de Manuel Acevedo, una precaria instalación juguetona de Alejandro Almanza, un trompe l'oeil pintado en la pared por Gina Ruggeri y un carro de policí­a de tamaño natural en espuma de poliestireno cubierto con glaseado de T. Charnan Lewis—esta bienal se va a pique entre los escollos habituales, a saber, las "estrategias narrativas, documentales, performativas y conceptuales" determinadas por factores múltiples, nociones cuyas fallas históricas se ven reflejadas aquí­ en forma directamente proporcional a su incapacidad para generar encuentros visuales contundentes.
Lo que esto expresa acerca del arte en Queens (hacia donde -debe resaltarse - legiones de artistas han estado escapando desde los barrios más caros de Williamsburg, Brooklyn, y el Lower East Side) es que ha sido insuficientemente atendido por los curadores de esta muestra, quienes deberí­an como mí­nimo hacer la selección correspondiente a sus propias esferas de competencia. En cuanto al estado del arte en la actualidad, el Museo de Queens deja al espectador en gran medida en la oscuridad. Incapaz de captar los cambios dinámicos de su población artí­stica y multicultural, Everything All At Once demuestra ser lo opuesto de lo que anuncia: lo mismo de antes repartido en cucharadas colmadas de la vanidad de los curadores por una labor presuntamente correcta.