MARIE ORENSANZ: "EL ARTISTA ES UN TESTIGO DE SU TIEMPO"
“¡La última vez que presenté este trabajo una mujer leyó Tiempo del más allá! Ahí tenés el ejemplo de que las lecturas no son únicas”. Quien habla es Marie Orensanz (Mar del Plata, 1936). Sentada en un café de Belgrano, la célebre artista argentina cuenta las reacciones y los comentarios que hacían los espectadores de su instalación temporal Más allá del Tiempo exhibida en el Parque Rubén Darío, al lado del Museo Nacional de Bellas Artes, durante la última BIENALSUR. Residente de París desde 1975, el motivo de la visita de Marie es la inauguración de la Semana del Arte (SDA) en Buenos Aires. La artista reconstruyó hace unos días Más allá del Tiempo en Plaza Intendente Seeber –sede central de la SDA-, esta vez, ojalá, para quedarse.
La obra que Marie Orensanz trae a la SDA consta de doce agujas de reloj metálicas a gran escala distribuidas por el parque. “En un paseo por el barrio de Once encontré un viejo relojero que tenía las agujas que yo quería”, explica Marie. “Elegí las más simples. Elegí doce porque es un número que da lugar a muchísimas lecturas: los años, las horas, los apóstoles, el 1 como unidad, el 2 como pareja… Todo esto propone un discurso abierto y polisémico”. Doce también es el número de postulados que tiene su manifiesto EROS, producido y exhibido por primera vez en Italia en 1974 y que dio lugar a una serie de obras controvertidas y reconocidas. Las enormes placas de hierro postradas en el Parque de la Memoria con la inscripción Pensar es un hecho revolucionario… es una de ellas.
Madre del fragmentismo y pionera del arte feminista, Marie Orensanz sostiene que el humor y el pensamiento –como ejercicio- son dos elementos fundamentales en su obra. “Antes de iniciarme como artista, un tío mío, José María Orensanz, me dijo que antes de comprometerme con cualquier cosa me dedique un tiempo a pensar. Es algo que aconsejo a cualquier joven en la actualidad”.
¿Cómo fue que nació el manifiesto EROS?
Durante mi estadía en Milán, Pierre Restany y Lea Vergine, importantes teóricos de arte, me invitaron a exhibir por un día en la Galería Eros. Escribí el manifiesto, hice cien copias y las puse en las paredes de la galería. Arriba de la hoja decía “podes tomarla y llevártela a tu casa”. Todo esto implicaba una serie de acciones que no eran para nada comunes en los espacios de exposición.
Recuerdo que esa mañana mientras montaba la muestra cruzó una señora por la galería. Me explicó que no podía pasar por la tarde y que si podía llevarse uno de los manifiestos. ¡LLevalo!, le dije. “Me salvó el día”, dijo la mujer, “Usted me salvó la exposición”, le contesté yo.
A cada pregunta, Marie la aborda con anécdotas y risas, como quien recorrió el camino que eligió.
“La acción es la consecuencia del pensamiento”, “Encontrar en la imaginación soluciones vitales”, “El ambiente condiciona a la gente” y “Tenemos el poder de elegir” son algunos de las proposiciones que escribió hace más de treinta años la artista en EROS.
¿No hay cierta contradicción entre El ambiente condiciona a la gente y Tenemos el poder de elegir?
¡No! Hay una reacción. ¡Tenemos el poder de elegir! Uno tiene la capacidad de usar el pensamiento para elegir lo que quiere. “El ambiente condiciona a la gente” es, precisamente, dar cuenta y ser consciente del entorno en el que uno vive y en como la sociedad influye. Tanto para mal como para bien, ¿no? La cuestión es utilizar eso para reaccionar con relación al futuro. Eso es lo que nos hace libres.
¿Y qué es la libertad?
Parto de la idea de que pensar es un trabajo que tenemos que hacer todos los días. Una actividad que no debemos olvidar. Eso a mí me da libertad. Libertad de acción, de pensamiento, de material. Es hacer lo que quiero con los materiales que quiero.
Cuando empecé a involucrarme en el arte hice cinco años de estudios conEmilio Pettoruti y después otros dos con Antonio Seguí. Ellos me dieron muchísimas herramientas. Pero cuando salí de ahí busqué la forma de tomar mis propias elecciones y mi propio lenguaje. Para nutrirnos hay que mirar al exterior, pero para expresarnos hay que mirar al interior de uno mismo.
De alguna manera, las palabras de Orensanz coinciden con lo descrito por Herbert Read en su libro Arte y alienación. Lo que un hombre o una mujer, escribió el pensador inglés, “… debe ser es la libertad misma: la libertad de jugar. La imaginación es la facultad mental que practica esta libertad”. Así vive Marie, con sus 82 años sigue creando e imaginando. Acaba de llegar de Houston donde realizó una exposición, a fin de abril regresa a París y de allí viaja a Suiza donde aparentemente le surgió otro proyecto.
En 1969, en conjunto con María Estévez, Orensanz presentó una exposición en Mar del Plata donde pegó una cantidad de panfletos que decían: El pueblo La Gallareta lucha por su única fuente de trabajo. Al día siguiente un llamado telefónico les indicó que cerraban la muestra. “Era la época de Onganía”, explica Marie, “nos dijeron que como éramos mujeres creían que íbamos a exponer flores. Para mí eso fue terrible”.
Y esa no fue la última vez que Orensanz fue objeto de discriminación. En Europa, un hombre que compró una obra la devolvió a la semana cuando descubrió que “Marí” era el nombre de una mujer y no de un hombre.
¿Fue por esa época que te cambiaste el nombre?
Sí. Mi nombre era “Marí” y le agregué una “e” al final. Basta, pensé, no me confundan más, ¡soy una mujer! Eso de vender una obra y que me la devuelvan por mi sexo no lo quiero nunca más.
Prefiero no vender nada.
De todas formas, el año siguiente a la muestra en Mar del Plata Marie hizo de las suyas en la emblemática Galería ArteMúltiple. “Ahí sí expuse flores, pero todas venenosas”, cuenta con una sonrisa pícara tatuada en los ojos. “Los nombres de las flores estaban en latín y escrito en francés se leía: Hay que hacer atención, se desarrollan en la sombra las flores venenosas”. Allí, en medio de la dictadura y la estructura patriarcal la artista respondía a quienes anulaban el pensamiento femenino. En la actualidad, tres de aquellas flores están en el Museo de Arte Moderno Georges Pompidou.
En 1978, el mensaje sería más directo. Un autoretrato de Marie con la palabra “LIMITADA” en la frente comenzó a dar vueltas por el circuito artístico. “Lo que la mayoría no ve es que detrás de mí hay una pantalla con flechas que parten de mi cabeza”.
¿Qué pensás sobre el movimiento feminista en la Argentina?
Está muy bien. Era hora de que nos despertáramos, que nos comunicáramos. Lo único que me da temor es que sea una moda y después se pase. Esa cuestión de los museos comprando obra de mujeres para hacer buena imagen y que después las dejen en el sótano. Aunque eso fue antes, parece que es distinto esta vez.
***
El pensamiento activo y la posición receptiva de Marie Orensanz son reflejo de una generación dorada de artistas argentinos. Aprovechar su visita en el país en el marco de la Semana del Arte es una oportunidad para ser testigo de su producción y pensamiento. Una artista nómade que reinventa constantemente su producción en función de las nuevas problemáticas sociales. “El artista es un testigo de su tiempo, sea como sea”, remata y se despide, tiene que partir a una presentación en Puerto Madero.