Alex Flemming y su caos

Galería Paralelo, Sao Paulo

Por Carlos Jiménez Vázquez | agosto 15, 2014

Llevábamos tiempo deseando ver en Sao Paulo a uno de sus grandes artistas residente desde hace más de veinte años en Berlín.

Alex Flemming y su caos

La obra de Alex Flemming (Sao Paulo, 1954) a lo largo de sus cuarenta años de historia nunca se caracterizó por pertenecer a una tendencia o movimiento concreto. La serie de diez retratos, llamada Caos, que presentó esta vez en su ciudad natal, son el resultado de una mirada introspectiva hacia la idea del retrato más clásico.

Una de las características que destacan de esta última producción del artista es ese caos entre el personaje y el fondo de la tela. A modo de radiografía clínica, el artista sin duda pretende documentar una instantánea, un momento quizás de silencio. Sus retratos están basados en fotos de amigos o conocidos que después se traducen en retratos, y es ese juego fotografía-pintura lo nos parece intrigante. Esa vuelta a lo tradicional de la pintura, a la tela como base es lo que destaca el propio artista sobre la exposición. Para Alex Flemming el retrato es una de los paradigmas de la historia de arte, y como demuestra su trayectoria, es siempre un género a donde acude, y en donde se cobija. Su carrera pictórica ha tenido momentos de gran experimentación a través de instalaciones y de diferentes materiales artísticos, pero para él éste ha sido el momento de regresar al origen, al caos inicial.

Por otro lado, otro de sus rasgos esenciales además del color y de la forma de los retratados, es la textura de las telas. Son pinturas para digerir, para comer color, fuerza, expresión y sentimiento. Son momentos y personas del cotidiano, del día a día que se dejan fotografiar para dejarse después retratar en pintura. Sus personajes son de todas las edades, profesiones, tipos de parejas, clases sociales….y es esa diversidad la que nos permite apreciar al Flemming más heterogéneo.

Por último, y como parte de la exposición en sí, destacaría el montaje de la misma. La perspectiva y horizontalidad de cada obra, junto con la armonía del espacio de la galería, ayuda a montar un diálogo equilibrado entre los personajes, contrastando una vez más con la fuerza de las obras.