Aquiles Azar Billini

Artouverture / Fundación Mantovani, Milan

Por Amable López Meléndez | julio 01, 2010

En la producción pictórica reciente de Aquiles Azar Billini (1965), sus infinitas combinaciones de fuego, agua, tierra y aire, implican las ideas y procesos de luz, vida, huella, disolución, transformación, transmutación, reacción y fricción fecundante.
Precisamente, el formidable extracto que ha exhibido, entre abril y mayo, la galería Artouverture en la Fundación Mantovani-Vía Padova 36, Milán, bajo el título de “Fricciones Elementales”, nos ha permitido advertir y disfrutar el vertiginoso acceso a unos niveles paroxísticos de reflexión y libertad expresiva.

Vivacidad, 2009. Mixed media on vinyl mounted on linen, 47.2 x 82.6 in. Mixta sobre vinilo montado en lino, 120 x 210 cm.

Entre las obras de esta muestra, todas ejecutadas en el 2009 y 2010, destacan algunas de notable impacto visual y resistencia crítica como las tituladas Paradisus, Vivacidad, Revuelo Marino, Parábola, Hálito, Cadencioso, Ebullición, Relato terrenal y Energía Contemplativa, en las cuales utiliza materiales naturales e industrializados de elaboración sofisticada y bastante costosos, como lino, madera, caracolas, vinilo, silicón, poliuretano, óleo, acrílico, escarcha, papel metálico, pedrería de fantasía o bisutería, lentejuela y resinas sintéticas.

En estas obras, Aquiles Azar Billini aborda con profundidad una serie de cuestiones clave para el diálogo en torno a los “vínculos transparentes” con la naturaleza; sobre la importancia de la biodiversidad en el equilibrio de los ecosistemas de nuestro planeta y sobre ciertas complejidades espi- rituales que tocan sensiblemente a la condición humana contemporánea, tales como el amor, el dolor, la alegría o el enigma de la existencia.

En ese sentido, la curadora italiana Rita Calenda, apunta precisamente que: “La atmósfera y los aromas de las islas del Caribe estimulan a Azar Billini en la bús- queda de materiales diferentes... En estas obras se puede percibir y respirar el aura de serenidad y esperanza, y uno se vuelve niño. Por cada trabajo, uno podría imaginarse cuándo se creó y cuánta fuerza, cuánta pasión y cuánto infinito amor se insufló en él mismo para crear estos contrastes de color bien equilibrados, sin excesos, siempre racionales. Algunos lienzos son trabajados con materiales inusuales, como el fuego y el humo, y la elección de la técnica, casi siempre mixta, es perfecta”. Pero es el mismo Aquiles Azar Billini quien nos da algunas claves sobre estas primeras obras de su penúltima serie: “Al pintar no pretendo nada con límites, sino que simplemente disfruto la Energía, fricción, conquista, ebullición y disquisición interna que se mezcla y revitaliza la materia que camina relatando lo terrenal de nuestra creación, como reflejo del soplo existente que nos ha dado la forma. Para mí, el acto de pintar es disfrutar la búsqueda del diseño, resultado del momentum que surge de la predestinación existente, es ser viajero que transporta de lo invisible a lo visible”.