Adrián Villar Rojas: _Las ruinas del tiempo_
"El fin del mundo va a ser, sobre todo, un espacio para pensar", dice Adrián Villar Rojas (Rosario, Argentina, 1980). A primera vista parecería su obra es consecuencia natural del arte del presente. Las alusiones al fin del mundo, las referencias a la destrucción, la incertidumbre, y a las ansiedades del hombre de hoy, coinciden todas con los grandes temas que preocupan a la humanidad y han estado presentes en los discursos del arte contemporáneo en las décadas recientes. Sin embargo, Villar Rojas se mueve en un espacio y un tiempo sin límites, como hijo de la ubicuidad global.
Villar Rojas representó a Argentina en la Bienal de Venecia del 2011 con la obra El asesino de tu herencia , una serie de esculturas hechas con arcilla y concreto, sus materiales predilectos, cuyas representaciones híbridas de elementos humanos y mecánicos a escala monumental exploraban de forma estimulante la idea de la presencia del hombre en la intersección de mundos paralelos. Al mismo tiempo, creaba un sentimiento de angustia e insignificancia muy puntual. Su más reciente muestra en MoMA PS1, La inocencia de los animales, continúa articulando estas preocupaciones.
El tema del tiempo, abordado desde la imaginación artística que construye el entorno y el mundo del futuro predomina en ESTA exposición que el museo organizó a manera de festival, bajo la dirección del curador y director de la institución Klaus Biesenbach. “Expo 1: New York” el proyecto que incluye la indagación de Villas Rojas, abarca varias muestras que discursan sobre los desafíos ecológicos, el papel del hombre en su relación con el medio y la respuesta de los artistas ante estos retos, con sus propios modelos de futuro.
“Dark Optimism (Optimismo Oscuro)” es la idea que mueve la parte del proyecto donde Adrián inserta su obra. El título fue tomado del colectivo editorial y revista Triple Canopy , plataformas que promueven una visión que concibe el fin del mundo y la llegada de un mundo nuevo bajo el influjo de la transformación tecnológica . Las obras exhibidas aquí encarnan la ambigüedad de la frase, enunciando un tema perverso a la vez que incentivando la reinvención de la utopía.
La inocencia de los animales , la obra de Villar Rojas es una instalación escultórica funcional que contiene dos espacios principales: una escalinata que recuerda a un anfiteatro de la antigüedad; la otra, cubierta de escombros a modo de cueva, evoca una imagen post apocalíptica. Una cavidad en la pared que las separa enlaza visualmente las dos áreas, pero no puede ser transitada al estar obstruida por los remanentes del caos.
Las piezas, modeladas con arcilla y concreto a escala monumental, apenas terminadas se convierten en ruinas instantáneas llenas de grietas. El anfiteatro del pasado posee una cualidad minimalista sólo interrumpida por la presencia de un fragmento de campana que parece haber sido encajado en los peldaños por el paso del tiempo. Igualmente, el diseño de iluminación enfatiza ese efecto desolador: un cuadrado de luces fluorescentes montado en el techo, geométricamente perfecto.
El mundo post-apocalíptico está representado con escaleras llenas de fragmentos arquitectónicos que parecen vestigios de una catástrofe. Hay elementos tubulares, redondos, imprecisos, y todos están tan fusionados que se hace imposible ver el centro. El espacio es oscuro, sombrío y tétrico. Si no existiera la pared divisoria entre el pasado y el futuro, podría hasta decirse que el futuro es una reflexión del pasado que ha añadido la destrucción como si fuese un espejo roto. Y el hombre está en la intersección de esos universos múltiples.
La intervención del espacio no sólo se presenta en la transformación de las salas con las instalaciones sino en la nueva función que adquieren dentro del conjunto. El anfiteatro es el espacio donde se efectúa la Escuela (School), un proyecto de intercambio entre artistas y público para conversar sobre las obras respectivas. El arte no es, en este caso, sólo el objeto expuesto, sino también su articulación en la vida como obra, en su recién adquirida significación.
El título tiene un peso esencial en las piezas de Adrián. En esta ocasión La inocencia de los animales contiene la idea de que los seres humanos son inocentes, en muchos casos, del sufrimiento que traen sus relaciones con los demás. Porque la naturaleza de sus montajes incluye la labor colectiva, esta es una de las consecuencias que se padecen en el camino.
Adrián Villar Rojas otorga a la belleza una importancia que lo aproxima más al Romanticismo que a la irreverencia contemporánea. Y aunque sea difícil ver en la monumentalidad de sus piezas un sentimiento de intimidad que lo acerque a lo humano, detrás de la aparente frialdad del caos y la destrucción habita el elemento emocional, el deseo de comunicación con las personas, la necesidad de unirlas. Su obra trasciende el tema generacional y se coloca en el territorio del artista preocupado por el destino del hombre para quien la antesala del fin del mundo es un momento de exploración, reflexión y búsqueda de soluciones. Adrián es un artista que siente la tristeza y levanta monumentos para exorcizarla.