Adriana Varejão
Fuera del centro
El apasionado y generoso trabajo de Adriana Varejão inauguró el calendario de exposiciones 2013 de Malba-Fundación Costantini, tras exhibirse primero en el Museo de Arte Moderno de San Pablo y en el Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro. Mucha pintura, pero también escultura, dibujo y fotografía, en la muestra antológica “Adriana Varejão. Historias en los márgenes”, curada por Adriano Pedrosa.
Se trata de un panorama con cuarenta piezas de una de las artistas brasileñas más importantes y mejores cotizadas de su generación.
Cuentos exuberantes
Como solamente se vio anteriormente alguna que otra pieza aquí, en Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, es bienvenido el despliegue de los multifacéticos trabajos de Varejão en forma cronológica, a partir de sus series más significativas, como Tierra incógnita, Propuesta para una catequesis, Académicos, Irezumis, Lenguas e incisiones, Ruinas de charqui, Mares y Azulejos, Saunas, y Platos, junto a obras presentadas en las bienales de San Pablo de 1994 y 1998.
Entre la apropiación y la reinvención, sus piezas “fuera del centro” articulan muchas tonalidades y voces. Se nutren de la cultura del Brasil, que se debe a la mezcla de las culturas africana, indígena y portuguesa. Además, evidencian expresiones y alusiones a tradiciones japonesas y chinas. Varejão se retrata a sí misma como china, mora, negra e india; hibridación cultural en acto. ¿Cumple así con la pátina de exotismo esperable de alguien que proviene del país del fútbol y el carnaval, de exageradas playas y gran economía?
Las obras, de gran formato, recrean filiaciones culturales, migraciones y espejismos; se vinculan a la tradición barroca como en esos azulejos azules repletos de ornamentos, de inusitada imaginería. Transitan cuestiones del espíritu y de la carne. Las imágenes presentan cuerpos que mutan, multiplicando las apariencias de fragmentos y vísceras, sangre y tajos (y costuras), que se relacionan con lo erótico antes que con el sufrimiento. “El cuerpo se revela como piel y carne de la pintura, habitando los interiores de la arquitectura y descubierto en sus ruinas”, señala Pedrosa.
Aún cuando se halla íntimamente ligado a la Contrarreforma y en particular con la orden de los Jesuitas, que también lo trajeron a América en sus misiones, el barroco no es un estilo exclusivamente vinculado a lo religioso. Aquí muchas obras, con cruces y significados de bordes porosos, dan cuenta de lo sagrado pero también de lo profano y la razón. Hay más; paisajes, mapas y viajes, espacios arquitectónicos resignificados con imágenes que derivan en la abstracción geométrica y la cuadrícula modernista. Precisamente, hibridación y contaminación en la potente obra de Varejão tras la idea del poético manifiesto antropofágico, escrito por Oswald De Andrade en 1928 con ingredientes de humor surrealista, cimentado en cierta creencia nativa que sostiene que comiendo al enemigo se absorben sus características positivas. Con completo catálogo ilustrado de la exposición y conversación con la artista, editado por el MAM en portugués e inglés, con un anexo de los textos en español traducidos por Malba.
Biografía
Adriana Varejão (Brasil, 1964) comenzó a exhibir en 1992. Participó de casi cien exposiciones entre individuales y colectivas. Se destacan las realizadas en Centro Cultural de Belén, Lisboa (2005), Hara Museum, Tokio (2007), Fondation Cartier, París (2005); Bienales de Estambul (2011), Bucarest (2008), Liverpool (2006), Mercosur (2005), Praga (2003), Johannesburgo, África del Sur (1995) y San Pablo (1994 y 1998). Sus obras se hallan en renombradas colecciones institucionales y particulares como Museo Guggenheim (NY), Tate Modern (Londres), Fondation Cartier (París), Fundación “la Caixa” (Barcelona) e Inhotim Centro de Arte Contemporáneo (Brumadinho, MG). Vive y trabaja en Río de Janeiro.