Aldo Sessa en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires
Archivo Aldo Sessa 1958-2018: 60 años de imágenes presentará más de 700 fotografías del celebrado fotógrafo argentino creadas entre 1958 y la actualidad, en su gran mayoría inéditas.
La exposición acerca la lupa a los infinitos recorridos de la obra de Sessa, a sus múltiples intereses e investigaciones a lo largo de sesenta años de producción artística. Presenta a un artista que no se ha detenido en el afán de superarse a sí mismo y transformarse a través del lente que le devuelve cada situación que elige captar. Descubre así a un Sessa experimental, explorador de las técnicas posibilitadas por las diversas cámaras de la historia, desde los modelos del siglo XIX hasta los celulares del presente, y a un Sessa investigador de abstracciones, que jamás se distancian por completo de la realidad.
La exposición es también otro capítulo en el largo diálogo entre el Moderno y el artista. Allá por 1972, Rafael Squirru –fundador de este Museo– escribió el prólogo para la primera exhibición de pinturas de Sessa en la Galería Bonino: “La pintura sintética, los colores metalizados, la misma plancha de metal ingresan a su obra con la docilidad del domador que conoce bien las reacciones de sus tigres. Para que ello ocurriera, no hay duda de que Sessa tuvo la constancia del auténtico experimentador”. Luego, Hugo Parpagnoli, sucesor de Squirru, incorporó algunas de sus obras al crear la colección fotográfica del Museo y Guillermo Whitelow, tercer director del Museo, le dedicó varios textos y exposiciones, que comenzaron en 1976 con una gran selección de sus primeras pinturas, en la sala del Museo ubicada entonces en el Teatro San Martín. Cincuenta años después, el Moderno actualiza este intercambio. A través del diseño de montaje creado por la diseñadora, escenógrafa y cineasta brasileña Daniela Thomas, el espectador se verá envuelto por la mirada de Sessa, que va más allá de las célebres fotografías que han sido el principal objeto de sus libros.. Se asomará a sus imágenes de la Buenos Aires de las décadas de 1950 y 1960; a su recorrido por el fotoperiodismo desde los años setenta; a su búsqueda de momentos mágicos tras las bambalinas del Teatro Colón, entre 1982 y 1987; a su investigación sobre el retrato; a su obsesión por redescubrir los secretos de Nueva York; a su curiosidad insaciable, expresada en sus viajes por la Argentina, Inglaterra, Israel, Turquía, Egipto, Marruecos, Tailandia y la India, entre muchos otros destinos; a los detalles de sus naturalezas muertas y al placer que le produce la imagen que resulta de la abstracción del mundo o de una composición estudiada en la intimidad de su taller.