Blanton Museum
Lo bueno de los noventas
Puro goce estético, la primera exposición abarcadora dedicada al Centro Cultural Rojas de los 90, deja al visitante con una sensación de liviandad de espíritu. Abierta al público hasta el 22 de mayo en el Museo Blanton de la Universidad de Texas en la ciudad de Austin, Estados Unidos, Recuperar la Belleza es una cita obligada para quienes tengan la suerte de estar en ese punto del globo.
Su curadora, Úrsula Davila-Villa, una joven mexicana, cuenta que la inspiración tras la muestra se la debe al juez coleccionista Gustavo Bruzzone, quien cuando ella estaba en Buenos Aires, le abrió la puerta a su casa, a su biblioteca y a sus obras: “él comienza a hacer el recorrido de su colección y de alguna manera marca una historia de afecto y de amistad en un período muy importante (...) Ver a alguien con una profesión que no tiene nada que ver con el afecto sino con la ética y las leyes; verlo entregarse al nivel que lo vi, era un indicativo de que algo pasó que necesitaba contarse”. Así nace Recovering Beauty: The 1990s in Buenos Aires, una muestra que recorre la experiencia del Rojas en la década del 90 y revisita obras decisivas que dejaron huella en el arte argentino de ese período, tales como: Pulpo blanco (1993), de Feliciano Centurión; Biznikke (1995), de Sebastián Gordín; Jardín de las delicias (1993), de Miguel Harte; Navidad en San Francisco Solano (1991), de Marcelo Pombo; Te invito, de Cristina Schiavi (1993), por mencionar sólo algunas de las 70 obras en exhibición.
Las pizarras introductorias al contexto argentino están escritas en clave maniquea (parten de la dictadura y la comparan con la democracia en términos de “represión” versus “liberación social”) y parecen hablarle a un público que no tiene relación alguna con el arte o la historia latinoamericana. Sin embargo, uno de los tantos aciertos de la muestra, una vez dejada atrás esa primer lectura, es que se desliga completamente de la perspectiva pedagógica de la introducción e invita al visitante a recorrer seis núcleos temáticos que sugieren cierta interpretación pero dejan mucho librado a la imaginación y al disfrute de la obra misma, mostrando la variedad que caracterizó al grupo. Así, en el primer núcleo se presenta al Rojas y a su mentor, Jorge Gumier Maier, para luego avanzar en la exposición de algunas constelaciones temáticas como “La belleza y los materiales ordinarios”, “Abstracción juguetona” o “Influencias compartidas” que agrupan, respectivamente, algunas obras de materiales modestos y baratos, pasando por la cita implícita que algunas de ellas hacen al arte concreto argentino de los 40, hasta el agrupamiento de algunas otras según su coincidencia con Andy Warhol o Marcel Duchamp respecto del uso de la cultura pop o de objetos comerciales para la creación de la obra misma. A lo largo del recorrido, dos momentos sorprenden al visitante de manera distinta. Por un lado, uno de los últimos núcleos que se titula “Legado y Afecto” propone un espacio compartido por obras como los bordados de Feliciano Centurión y las instalaciones luminosas de Omar Schirilo, en clara referencia a la epidemia del SIDA, que marcó drásticamente a los 90s y se llevó consigo a ambos artistas. De este modo, la década plantea un territorio contradictorio en el que convive el juego y el disfrute de la belleza con un uso más catártico o terapéutico del arte que conmueve profundamente.
Por otro lado, en el centro de la exposición, que se caracteriza por proponer un espacio permeable con largas perspectivas, se encuentra Buscando Precios de Benito Laren (1991), adonde se puede ver un gran tigre que se pasea entre productos locales e importados. Con más de una década de ostracismo en el sótano del consulado argentino en Nueva York adonde esta obra fue expuesta por única vez a fines de los 90s y adonde quedó varada desde entonces, uno de los mayores logros de esta exhibición se traduce en hacer de su título una acción concreta. El derrotero del cuadro resulta inverosímil: fue originalmente concebido como un cartel para un negocio de nombre “Tigre” en la ciudad natal de Laren, San Nicolás, provincia de Buenos Aires, como una “curiosa estrategia de visibilidad de su obra a partir de los clientes del supermercado”, en palabras de Gustavo Bruzzone. Cuando los propietarios del comercio le devuelven el cuadro, Laren lo lleva a Estados Unidos para probar suerte pero regresa a la Argentina sin él. Años después, a fines de los 90s, lo invitan a exponer su obra en el consulado y allí queda Buscando precios hasta su reciente donación al Blanton. Así se rescata esta obra que pasa de la oscuridad del sótano al espacio de mayor visibilidad en Recuperar la Belleza, infundiéndole sentido al título de la muestra.
Recuperar la Belleza marca un punto de inflexión por varios motivos. Primero, porque logra contar un relato del Rojas de los 90 desde una narrativa que respeta la diversidad de los artistas, que lo expone al visitante tanto a la ironía hilarante del período, a sus grietas y sinsabores, como al ánimo exploratorio de sus artistas que construyen un singular vocabulario estético que se distingue de muchas expresiones contemporáneas en Latinoamérica, desafiando el aparente poder igualador del neoliberalismo en el arte. En segundo lugar, porque como explica Andrea Giunta, profesora en la Universidad de Texas, a pesar de que “los 90s en Buenos Aires fueron y no fueron el Rojas y muchas otras cosas sucedieron en esos años, el recorte de la exposición ofrece una mirada sobre una escena artística compleja y, al mismo tiempo, complejiza la escena que propone abordar. Es esa tensión uno de los elementos que hacen de esta una excelente exposición”. Por último, la instalación organiza magistralmente el universo del Rojas de esa década tanto formal como espacialmente sin caer en la tentación de encasillar a las obras o a los artistas en definiciones estériles. Abre el juego y presenta un horizonte abierto y permeable, que permite múltiples lecturas, pero también arriesga. La palabra “belleza” en el mero título de la muestra ya es una señal de que esta es una apuesta divertida pero arriesgada, liviana y desafiante de las grandes tradiciones artísticas; graciosa y conmovedora a la vez.