CA2M presenta Colección VIII. La disfunción del progreso. Un proyecto en colaboración con el Museo Reina Sofía
La disfunción del progreso muestra una selección de obras de la Colección del Centro de Arte Dos de Mayo (CA2M) de la Comunidad de Madrid en diálogo con otras del Museo Reina Sofía.
Dos colecciones públicas a las que apenas separan unos pocos kilómetros. Ambas responden a circunstancias institucionales diferentes, pero convergen en la voluntad de mirar la realidad críticamente a través del arte. La exposición no pretende generar una cronología del arte reciente, sino poner su acento en algunos de los temas por los que transitan las obras seleccionadas.
Los artistas participantes son: Lara Almacegui, Halil Altindere, Txomin Badiola, Guy Ben-Ner, David Bestué/ Marc Vives, Bleda y Rosa, Dias & Riedweg, Jon Mikel Euba, Patricia Gadea, Cyprien Gaillard, Carlos Garaicoa, Mario García Torres, Luis Gordillo, Federico Gúzman, Carlos Irijalba, Cristina Lucas, Asier Mendizabal, Mitsuo Miura, Vik Muniz, Juan Muñoz, Pablo Palazuelo, Paloma Polo, Gregor Schndeider, Santiago Sierra, Daniel Steegmann y Frank Thiel.
La ciudad es un tema que atraviesa algunas de las obras que se presentan en la exposición. Más que describirla o plantear los retos que afronta, la ciudad aparece como el lugar en el que se hacen visibles las relaciones entre seres humanos, en el que las ideologías chocan contra las normas que constituyen nuestro ordenamiento social. Ciudades reales o inventadas, soñadas o documentadas, son la definición de nuestra convivencia y nuestra vida política. Carlos Garaicoa en una compleja pieza de múltiples interpretaciones, evoca el paradigma moderno y su esperanzador, aunque probablemente fallido, planteamiento utópico. La luz que emiten sus edificios la visten de un carácter onírico en el que, como en los sueños, la ambición se desata y todo es, o debería ser, posible. Cyprien Gaillard revisita los paisajes suburbanos de Nueva Jersey que ya había retratado Robert Smithson, nacido allí. El artista de Land Art más recordado, buscaba precisamente en esos paisajes anodinos el mismo sentido que él aplicaba a sus colosales obras en el desierto: el de monumentos contemporáneos. Vik Muniz se adentra en las sucesivas capas de memoria urbana al reconstruir el Madrid ya inexistente a través del trabajo de Gerhard Richter. Frank Thiel fija su atención en lo mínimo, lo microscópico de las ciudades, al mostrarnos un detalle, una superficie, una parte que puede explicar el todo de su ciudad, Berlín. Lara Almárcegui se sumerge en el subsuelo de la ciudad, analizándolo pormenorizadamente. Al levantar el suelo que separa la ciudad “emergida” de esa otra ciudad subterránea, se podría esperar que la ciudad se entienda y acepte a sí misma, tal como ocurre en el proceso de psicoterapia que nos desvela nuestro inconsciente.
En otros casos, la ciudad se convierte en un laboratorio en el que observar qué ocurre ante determinadas disrupciones en algunas de las mayores metrópolis del planeta. En la Ciudad de México, Santiago Sierra bloquea durante unos minutos una autopista, en algo que podría ser fruto del azar, pero que no deja de ser la decisión de un artista. En Estambul, Halil Altindere da voz a un grupo de música hip hop, que defiende su barrio con las armas que le proporciona el arte como forma de resistir ante la homogeneización globalizadora y la injusticia económica.
De la ciudad a la Polis. El ordenamiento político contemporáneo es complejo, e incluye un múltiple sistema en el que participa la negociación, la legislación y el uso de la fuerza pero, sobre todo, la forma en la que los ciudadanos tomamos las decisiones compartidas que afectan a nuestra vida. Light Years de Cristina Lucas es una lección de historia que nos recuerda, literalmente, que la democracia es la luz que ilumina al mundo, el vivo legado de la Ilustración. Al mismo tiempo, Asier Mendizábal se cuestiona sobre el papel histórico de las multitudes y su difícil e imprecisa representación tanto a través de las narrativas históricas como a través del propio arte. Bleda y Rosa viajan hasta los lugares en los que tuvieron lugar sangrientas batallas para cuestionar su sentido y para reclamar la importancia de la memoria. Paloma Polo, al mostrarnos una descomunal construcción realizada para defender a las personas de los embates de la naturaleza, pone su acento en el largo proceso y el inmenso esfuerzo necesario, un ejemplo de consenso basado en la ficción de una amenaza.
Individuo. Bestué Vives, en La confirmación, cantan “aprende a bailar sin suelo firme, sin confirmación”. Ese parece ser nuestro destino como seres que difícilmente tendremos una verdad a la que asirnos. En su lugar, poseemos verdades blandas, encadenamiento de provisionalidades que cuestionan nuestro lugar en el mundo. Txomin Badiola se plantea cuestiones directamente relacionadas sobre la longitud misma de nuestra vida. Jon Mikel Euba especula en One minute igualmente sobre el tiempo, sobre cada instante de nuestra vida. Gregor Schneider en su compleja reflexión sobre el arte nos pone ante nuestra propia existencia y nos hace pensar en la idea de la ausencia y la muerte. El espacio vacío de su Habitación de los niños enlaza con las dimensiones emocionales de las obras de Juan Muñoz, que siempre implica al espectador con sus referencias al silencio y a la soledad. Estos planteamientos tan solemnes contrastan con la vitalidad de Patricia Gadea o de Federico Guzmán.
El arte. ¿Cuál es el papel del arte? ¿Qué lugar tiene como generador de pensamiento o como lugar en el que otras ideas se suspenden para reflexionar sobre el propio arte? El cuestionamiento al lugar del arte está visible en todas y cada una de las obras aquí expuestas. En algunas, se convierten en su propio tema. Dias & Riedweg, en un ejercicio de ready made inverso, juegan a encontrar la obra de arte entre otros objetos “reales” de los que no se diferencian en absoluto. Guy Ben Ner recorre el mismo camino al proponer tomar obras de arte y convertirlas de nuevo en objetos “útiles”, al menos para un paseo en bicicleta en familia. Ese apropiacionismo aparece en muchas obras, desde el diverso vocabulario pop de Patricia Gadea al uso de la música de The Smiths por parte de Cyprien Gaillard, a los múltiples préstamos que Bestué Vives toman del propio arte contemporáneo. Mario García Torres toma la propia historia del arte como material de su obra, además de subrayar las tensiones que se generan entre narratividad e imagen. Carlos Irijalba, por su parte, cuestiona el papel del arte en la sociedad del espectáculo. Daniel Steegmann propone una resolución al binomio arte y vida, al incorporar insectos que se mimetizan entre un paisaje, quizá queriendo reproducir su belleza. Finalmente, tanto Pablo Palazuelo como Mitsuo Miura y Luis Gordillo vuelven a plantear la validez de la abstracción, y, de esa manera, el arte como, por encima de todo, un lugar para el pensamiento.
En conjunto, el diálogo ofrecido por la exhibición nos invita a reflexionar acerca del rol del art en la sociedad de hoy y sobre el hábito de coleccionar arte de dos museos públicos como el CA2M y el Museo Reina Sofía.