Cloud City: una constelación de realidades coexistentes

Tomás Saraceno capta los reflejos del planeta en la cima del Metropolitan Museum

Por Carolina Ledezma, New York

Por la noche en el Salar de Uyuni boliviano, las estrellas brillan en el cielo y en la superficie con la misma intensidad. El horizonte es imperceptible y las brújulas enloquecen por la concentración de litio que atesora el mayor desierto de sal del mundo. En instantes, la sensación de caminar en el cosmos se apodera del cuerpo.

Cloud City: una constelación de realidades coexistentes

Esa experiencia inspiró a Tomás Saraceno para crear la escultura reflectante Cloud City. “No hay experiencia que me haya tocado más en la vida”, contó desde su casa en Alemania el artista argentino, cuya obra combina arte, ciencia y arquitectura.

Con poliedros de acero y plexiglás, Saraceno construyó un entramado de esferas reflectantes que para él – guiado por las ideas del filósofo alemán Peter Sloterdijk - representan ecosistemas complejos de vida.

La luz se refleja en las superficies y crea diálogos infinitos entre el hombre y la naturaleza, entre la humanidad y el universo.

C.L.: Aunque de manera diferente, esas esferas de existencia se evocan en instalaciones como Observatory/Airport City (2008) o Galaxies Forming along Filaments, Like Droplets along the Strands of a Spider’s Web (2008), obra que el sociólogo francés Bruno Latour llamó “una metáfora de la teoría social”.

T.S.: Mis obras se enhebran una con la otra, pero me entusiasma que cada una desencadene eventos diferentes, relaciones que tampoco anticipo.

C.L.: Usted utiliza l a naturaleza como una fuente de inspiración. En este caso, la luz solar y la ciudad son insumos para crear esos hábitats imaginarios.

T.S.: Me gusta pensar que Cloud City es un reloj solar, que desata una red invisible de rayos de sol que interconecta sitios distantes. Esa luz nos encuentra cuando menos nos lo esperamos.

C.L.: Cloud City pareciera flotar sobre Central Park y al moverse en ella el cielo y la tierra se intercambian, como en el Salar.

T.S.: La idea es que la capacidad de caminar desafíe la capacidad de percibir y ser consciente de una simultaneidad en constante expansión de la realidad coexistente.

C.L.: Los materiales son protagonistas de este cambio.

T.S.: En mis obras utilizo superficies reflejantes de cualquier naturaleza. Metal, inflables, vidrio, paneles solares que responden a una realidad, pero se materializan de diferente forma. Además, las estructuras moleculares pueden ser infinitamente recombinadas y configuradas

C.L.: Detrás del proyecto Cloud Cities/AirPort City hay una investigación sobre cómo nos relacionamos con el ambiente y su interés por el espacio.

T.S.: Me entusiasmó pensar qué pasaría si se pudiera poner en órbita y lograr que enviará sus reflejos a la Tierra o a otros planetas, soles o universos. Cloud City crea fronteras que son más elásticas y dinámicas que las reales, en el aire, en la mente y el ciberespacio.

C.L.: Está trabajando en su próxima obra con la curadora Andrea Lissoni para la galería HangarBiccoca de Milán.

T.S.: Será una gran superficie aérea de esferas interconectadas que la gente podrá ocupar. Espero tenerla lista a finales de año o principios del que viene.

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Cloud City estará hasta el 4 de noviembre en la terraza Iris and B. Gerald Cantor Roof Garden, del Metropolitan Museum de Nueva York.