El Pabellón Latinoamericano: cartografías subjetivas en la Biennale di Venezia
“El Atlas del Imperio”, la exhibición presentada por el pabellón Latinoamericano Instituto Italo-Latinoamericano (IILA), dentro de la sede de Isolotto dell'Arsenale, fue organizada por Sylvia Irrazábal, la comisaria del IILA, junto a Alfons Hug como curador y Paz Guevara como co-curadora.
El proyecto enriquece el concepto de la Biennale di Venezia, cuyo título es Il Palazzo Enciclopedico / El palacio enciclopédico .
El director de la edición 55 de la exhibición internacional de arte, Massimiliano Gioni, introdujo la elección del tema avocando al artista autodidacta el ítalo-americano Marino Auriti, quien en noviembre 16 de 1955 realizó un diseño registrado en la oficina de patentes de los Estados Unidos, describiendo su Palazzo Enciclopédico (The Encyclopedic Palace), un museo imaginario hecho para albergar el conocimiento del mundo, reuniendo los más grandes descubrimientos de la raza humana, desde la rueda hasta el satélite. El plan de Auriti nunca se llevó a cabo.
“Como los teatros de la memoria desarrollados en el siglo XVI por el filósofo veneciano Giulio Camillo –catedrales mentales inventadas para ordenar el conocimiento a través de imágenes y asociaciones mágicas- la exhibición Palacio enciclopédico compila -concluyó Gioni- una cartografía de nuestra imagen del mundo, componiendo un bestiario de la imaginación”.
La exhibición curada por Hugs partió de una exploración del juego entre el mapa y el territorio retomado en la historia del escritor argentino Jorge Luis Borges, quien describe en “Del Rigor de la Ciencia” el intento de los cartógrafos de dibujar “[…] un mapa del Imperio cuya talla es igual que la del Imperio, y que coincide punto por punto con el […]”. El curador también cita pensamientos y visiones de Carlos Fuentes y de las “Ciudades Invisibles” de Ítalo Calvino.
Su texto curatorial explica el concepto de la invitación recibida por los siguientes artistas para presentar su propia cartografía del presente: Marcos Agudelo, Silva Avária, Anna Azevedo, Miguel Alvear and Patricio Andrade, Susana Arwas, Harun Farocki & Antje Ehmann, Paula Barreto, Fred Benevides, Anna Bentes, François Bucher, Hermano Callou, Renata Catharino, Fredi Casco, Humberto Díaz, Sonia Falcone, Lucas Ferraço, André Herique, Nassif Luiz Garcia, Christian Jankowski, Guillermo Srodek Hart, León & Cociña, Lucía Madriz, Bruna Mastrogiovanni, Pascal Meccariello, Cezar Migliorin, Raquel Paiewonsky, Jorge Pineda, Jhafis Quintero, Collettivo Quintapata, Belkis Ramírez, Felipe Ribeiro, Roberto Robalinho, Martín Sastre, Juliana Stein, Patrick Sonni Cavalier, Simón Vega, Luca Vitone, Bruno Vianna, Beny Wagner y David Zink Yi.
Arte al Día Internacional reproduce un aparte del texto curatorial de Hugh:
Arte y el atlas
En su símil literario, el autor argentino evoca la pregunta de la representación del mundo, una pregunta decisiva tanto para la ciencia como el arte.
El mapa se vuelve inútil en el momento en que es tan grande como la Tierra. Pero ¿qué tan grande es el arte? Y, ¿qué tan grande es el infierno?- pregunta Galileo Galilei en sus lecturas del Inferno de Dante en la Academia de Florencia de 1587 a 1588. En esos tiempos, la gente todavía creía que era posible medir hasta los lugares más impensables.
Desde que Robert Smithson creó su Spiral Jetty – la obra maestra de todo el arte de la tierra- nos hemos dado finalmente cuenta de la diferencia entre tamaño y escala: el primero define un objeto, el segundo una obra de arte. Algo que puede ser físicamente pequeño podría parecer gigante a través de una obra de arte.
La regla de que un mapa no puede ser idéntico al mundo también se puede aplicar al arte. Un mapa, como todos sabemos, no es el territorio que representa; y el arte no puede representar el mundo en una escala de 1:1 sin correr el riesgo de convertirse en pura documentación y, por lo tanto, ser redundante.
Mientras la ciencia y la tecnología traten de ser tan grandes como el mundo, y fallen regularmente en este intento arrogante, el arte será simultáneamente más pequeño y más grande que el mundo. Más pequeño porque solo puede mostrar fragmentos del mundo y de la realidad, y más grande porque procede alegóricamente y por lo tanto se sobrepone a los dos.
Básicamente, el mapa y el arte proceden de maneras similares en tanto que los dos son abstraídos de dimensiones reales. El arte, por supuesto, empieza donde el mapa es irregular, lleno de huecos, e incompleto. En este aspecto, se parece a aquellos viejos mapas de pergamino en los que regiones enteras se convirtieron en terra nullius.
El arte también encuentra esos lugares- imaginados y hasta ahora no descubiertos- que el gran Khan y si embajador Marco Polo buscaron en vano en el atlas de “Ciudades Invisibles” de Italo Calvino, incluyendo Yahóo, Babilonia y Enoch.
En sus encuentros con el Khan, Marco Polo también utiliza formas de comunicación que no son verbales. El viajero proveniente de Venecia inicialmente elude las comunicaciones difíciles usando un idioma de signos, y luego llevando bolsas llenas de objetos de todo el mundo: relojes de arena, flechas, tambores, plantas; en otras palabras, objetos que tal vez representaban las condiciones del reino del Khan más claramente que cualquier palabra, en cualquier lengua.
Una de las razones por las cuales el arte moderno ha estado utilizando objetos como estos durante cien años es para corregir la uni-dimensionalidad de la comunicación verbal. La Bienal de Venecia es uno de estos lugares privilegiados de intercambio políglota.
Al contrario de los cartógrafos del Emperador, quienes, con su obsesión por la perfección trataron en vano hacer que los mapas y la realidad correspondieran, los artistas no siempre eligen la distancia más corta entre dos puntos. Pondrán obstáculos en su camino y dibujarán en las rutas incorrectas. Descubrirán lugares que aparecen solamente temporáneamente en los mapas, y otros que han encontrado su lugar aquí de una vez para siempre. Venecia está dentro de la segunda categoría. Sus arsenales, que formaron el proyecto industrial más grande de toda Europa durante la Edad Media, fueron inmortalizados por Dante Alighieri en su Divina Comedia:
Con su cartografía simple, los artistas están menos preocupados con la precisión topográfica y más con formular observaciones selectivas de detalles aparentemente irrelevantes de las relaciones interpersonales, o de las funestas condiciones del presente.
Los artistas suben al escenario solo en el momento en que los científicos interrumpen sus proyectos arrogantes y exponen sus inútiles mapas del mundo al clima inclemente.