Hernan Cedola en el Chelsear Art Museum y en Pinta New York
Después de participar en la exhibición “Abstraction Revisited" en el Chelsea Art Museum, hogar de la Fundación Miotte Foundation, el Argentino Hernán Cedola fue el artista que Dot Fifty One Gallery, de Miami, eligió presentar en la feria de arte Pinta New York.
La exhibición grupal Abstraction Revisited incluyó obras del chileno que fue el gran pionero del expresionismo abstracto, Roberto Matta, entre otras renombradas figures como Robert Motherwell, y Larry Poons, además de artistas contemporáneos emergentes como Gerar Mosse, Stephen Ellis, Vicky Ustle y Lidia Dona. Cedola fue el único latinoamericano incluido en la exhibición.
La curadora Elga Wimmer precisó que la elección de los trabajos de artistas contemporaneous involucrados en la abstracción, junto con ejemplos de algunos de los maestros de la primera generación de expresionistas abstractos obedeció a su impacto visual y al fuerte diálogo entre generaciones.
“Esta yuxtaposición busca iluminar los paralelos y diferencias dentro de una práctica que no muestra signos de decaimiento y que incluso es más vital e innovative que nunca, como lo evidencia el resurgimiento de interés en artistas, críticos y amantes de arte. Aunque los jóvenes artistas reconocen a sus ilustres predecesores, son menos doctrinarios y deseas mezclar géneros y medios, desde la pintura y la escultura, hasta la fotografía, el video y el film. Esto demuestra su independencia e individualiad dentro de un lenguaje que continua siendo tan vital hoy como cuanto por primera vez los artistas encontraron en él un aliado de la liberación de la representación”, dice Wimer.
Acerca del trabajo de Cedola el curador Leandro de Martinelli escribió el siguiente texto:
Ritmo y blues
Las conclusiones se muestran temerosas frente a esta serie de óleos pasteles de Hernán Cédola. La búsqueda de un punto de referencia, la punta del ovillo del que empezar a tirar y así desmenuzar las sensaciones, está en todos lados y en ninguno. Es una obra deshilachada pero a la vez iluminada con puntos de sutura que se superponen y logran una corteza de matices que engañan. Allí está el pardo oscuro de la materia orgánica en descomposición disfrazado rabiosamente de colores alegres o, mejor dicho, de colores con falsa sonrisa; y esa es la sensación fundamental: el entramado de luminosidad que intenta ocultar una herida oscura pero que de ningún modo lo consigue.
Aquí se mezcla la labor de infancia con la pintura de acción, el automatismo y la toma inmediata de decisiones, pero forzados a comunicar algo más que velocidad o energía. Es el ritmo lo que resalta en la obra, como si el sudor y el gesto primario fueran elementos al servicio del tempo en que cada trazo fue ejecutado. Se hace fuerte en esta serie aunque el ritmo es un elemento inseparable de la obra de este artista argentino.
Curiosamente no hay un solo centímetro de torpeza en estos dibujos, y eso funciona como una advertencia. Aquí está el efecto de la mente sobre el papel, plasmado con desenfreno y fuerza bruta y luego vestido perversamente de belleza. Pero la serie también nos informa que el desenfreno no es solo una voluntad que se sale de sí –un hacer sin pensar en consecuencias- sino que también puede ser recreado con precisión, porque el desenfreno no es el tema central de la obra, sino un recurso más que oculta muchas otras cosas que, sin embargo, asoman la cabeza detrás de la costura de colores. Y esa es la advertencia, el juego donde la sencillez, la falsa ingenuidad, sabe dialogar con los espectadores más despiertos y también con los más dormidos.