La urgencia de revaluar el legado de Negret, pionero del arte geométrico abstracto colombiano
La muerte de Edgar Negret (Colombia, 1920-2012) trae a primer plano el legado de uno de los grandes pioneros de la abstracción geométrica en Colombia.
A comienzos de los años cincuenta, mientras residía en Nueva York, trabajaba en esculturas fabricadas con alambres soldados y láminas metálicas, que aún conservaban un tipo de representación referencial. Fue en París donde fabricó Señal para un acuario, con tubos metálicos de varios calibres, algunos contenidos dentro de los otros, de modo que, como señalara el crítico Alvaro Medina, creaba “una cámara cuyo espacio interno era tan activo como el externo”. Esta pieza fue en todo caso, el antecedente de su memorable serie Aparatos mágicos. Fabricados industrialmente con madera y lámina de aluminio doblada y policromada, permitían ver los tornillos, con la intención expresa de mostrar su conexión con las máquinas de la modernidad, pero tenían una estructura orgánica, obtenida a partir del diseño modular, pues Negret buscaba el efecto de una forma naciendo de la otra. No obstante, contenían también una dimensión opuesta: el elemento mágico, que suponía una búsqueda de formas conectadas a arquetipos de trascendencia. De hecho, esta serie surgió mientras vivía por segunda vez en Nueva York, envuelto en una urbe que en sí misma era una gigantesca máquina movida por el dinero que arrastraba a sus habitantes a una carrera de sobrevivencia y frente a la cual pensó en el arte como un recurso de salvación: “un repertorio de recursos mitológicos con los que el hombre pudiera enfrentarse a la agresividad y a los peligros propios… la mitología en cuestión estaba hecha con los elementos tomados del paisaje físico de Nueva York", explicó alguna vez.
Acerca de sus aparatos, el crítico Walter Engel escribió que sintetizaban "la esencia de las imágenes, de las ideas, de los hechos que mueven nuestra época, configurados con sabios elementos geométricos [...] los aparatos así nacidos son luego desarrollados con la más exclusiva finalidad estética. Libres de toda función mecánica o práctica, se vuelven "mágicos" gracias al juego abstracto de las formas puras", como ya lo dijera entonces el crítico Walter Engel.
Sin embargo, como ocurre con otros artistas abstractos colombianos –Carlos Rojas, Ramírez Villamizar, Omar Rayo, Germán Botero o Manolo Vellojín, por ejemplo- la obra de Negret no ha sido incluida en las grandes exhibiciones de abstracción geométrica. En parte, esta ausencia responde a que en el desarrollo de este movimiento, los artistas colombianos trabajaron aisladamente, sin producir nunca esos manifiestos que aglutinaron a argentinos, uruguayos, brasileños o venezolanos. Y, por otra parte, casi todos cometieron lo que para sus contemporáneos geométricos constituía un pecado: mantuvieron vínculos entre la forma y la realidad, sin renegar como ellos de toda función referencial. Curiosamente, las nuevas generaciones de artistas geométricos están volviendo los ojos hacia la conexión entre la abstracción y la vida.
En los últimos diez años de su existencia, el mal de Alzheimer le impidió al maestro Negret continuar con una producción que de cualquier modo abrió la escena local al universo internacional. El artista y crítico Félix Ángel, evocó la amistad que Negret sostuvo con Louise Nevelson y Ellsworth Kelly y su aporte al proceso de la modernidad en Colombia.
No obstante, muchas de las esculturas públicas de Negret han sido abandonadas por las ciudades que deberían custodiar el legado de uno de los más grandes artistas colombianos del siglo XX. En una nota conmemorativa publicada en el diario El mundo, de Medellín, el periodista Juan Esteban Agudelo Restrepo denunció el estado de deterioro de la obra El sol, en el aeropuerto José María Córdova, de Rionegro, Antioquia. Ojalá la muerte del artista marque el inicio de un proceso de revaloración de su legado que permita no sólo salvar su obra pública, sino contribuir a tan necesaria rescritura de la historia del arte.