MALBA presenta Diane Arbus – En el Principio
El próximo jueves 13 de julio MALBA inaugura En el principio, primera exhibición en nuestro país de Diane Arbus (Nueva York, 1923-1971), una de las fotógrafas más influyentes del siglo XX. Curada por Jeff L. Rosenheim, Curador en Jefe de Fotografía de The Metropolitan Museum of Art Nueva York (The Met), la exhibición reúne más de cien fotos producidas por Arbus entre 1956 y 1962, período en el que la artista desarrolló los temas centrales de su carrera y su singular mirada, que busca registrar, según sus propias palabras, “lo divino en las cosas ordinarias”. Se trata de la primera colaboración del museo neoyorquino con una institución argentina.
Bajo el título “En el principio”, la muestra hace foco en los primeros siete años en los que Arbus trabajó en las calles de Nueva York con su cámara de 35mm. “A lo largo de estos años se da una evolución: el paso de imágenes de individuos que surgen de encuentros fortuitos a retratos en los cuales los sujetos elegidos se convierten en participantes activos”, explica Jeff L. Rosenheim. “Este anhelo de conocimiento, esta curiosidad por la naturaleza oculta de la persona o el objeto que está fotografiando, unida a su creencia en el poder de la cámara para hacerla visible, es, sobre todo, lo que la distingue”, agrega.
Los retratos callejeros de la Mujer con estola de visón y zapatos con moño, Ciudad de Nueva York 1956 y del Hombre con sombrero, traje de baño, zoquetes y zapatos, Coney Island, Nueva York 1960, dan lugar a composiciones que reflejan un nuevo tipo de intimidad, como Jack Dracula en un bar, Nueva Londres, Connecticut 1961 y Stripper con el pecho desnudo sentada en su camarín, Atlantic City, Nueva Jersey 1961. En estas últimas, la centralidad está puesta en el vínculo entre el fotógrafo y el modelo, dejando de lado los detalles meramente azarosos o secundarios. “Detrás de una carpa de circo o de un escenario, o dentro de un dormitorio, el papel de outsider curiosa de Arbus con el tiempo fue perdiendo fuerza en favor del de una insider privilegiada”, señala el curador.
La mayor parte de las fotos en la exposición pertenecen al Archivo Diane Arbus de The Metropolitan Museum –adquirido en 2007 a los herederos de la artista– y permanecieron inéditas hasta la exhibición realizada en Nueva York en 2016, luego de varios años años de estudio del archivo. La muestra en MALBA presenta la misma museografía que se realizó en The Met: un recorrido cronológico por una suerte de bosque de iluminación muy tenue, que invita a adentrarse en la intimidad de la obra de
Arbus. Culmina con el portfolio Una caja de diez fotografías –provenientes de la colección del SFMoMA– que Arbus produjo entre 1970 y 1971 e incluye sus legendarios retratos de formato cuadrado, como Gemelas idénticas, Nueva Jersey 1967 y Gigante judío en casa con sus padres en el Bronx, Nueva York 1970.
Una antropóloga urbana Diane Arbus empezó a tomar fotografías a comienzos de los años 40, y continuó haciéndolo de manera esporádica durante más de una década. En ese período, estaba abocada a su carrera dentro del mundo de la fotografía de moda, ella como directora de arte y su marido, Allan Arbus, como fotógrafo. En 1956, Arbus abandonó la sociedad comercial y se dedicó por completo a desarrollar su obra personal. Dos fotógrafos europeos fueron sus mayores referentes en esos años: Lisette Model, con quien estudió por varios meses y fue su mentora espiritual, y August Sander, el retratista tipológico alemán.
La ciudad de Nueva York, el espacio urbano en el que Arbus comenzó a aventurarse para sacar sus fotografías, era un ámbito en el que ya habían incursionado muchos otros fotógrafos, desde Paul Strand y Walker Evans hasta Garry Winogrand y Lee Friedlander. Cada uno de ellos tuvo un modo característico de trabajar, pero Arbus se destacó particularmente porque buscó conectarse directamente con los sujetos de su fotografía y no pasar inadvertida.
Para el curador Jeff Rosenheim: “Todos estos fotógrafos desarrollaron estrategias para mantenerse apartados y desligados de las personas a quienes retrataban, convencidos de que, en tanto documentalistas, la legitimidad de su registro dependía de que ellos mismos jugasen un papel menor o ninguno en absoluto. Por contraposición, Arbus buscaba la conmoción de un encuentro personal directo: ‘Para mí, el sujeto de la foto es siempre más importante que la foto. Y más complejo’, escribió”.
Antes de tomar sus fotografías, Arbus realizaba un exhaustivo trabajo de investigación, ya que buena parte de los temas y personas que le interesaban no se encontraban espontáneamente en la calle. Su método de trabajo era, en muchos sentidos, similar al de un antropólogo urbano. En sus cuadernos de notas registraba todo el material que iba recogiendo de libros, periódicos y guías telefónicas, junto con ideas propias y conversaciones con sus amigos. Muchas veces, sus anotaciones eran listas de posibles temas o sujetos a fotografiar.
“Desde el comienzo –explica Rosenheim–, Arbus consideró la calle como un lugar lleno de secretos que esperaban ser desentrañados. Incluso en sus primeros estudios de transeúntes, sus retratados parecen mágicamente liberados –aunque fuese una liberación solo pasajera– del flujo y el tumulto que los rodea. Algunas veces este aislamiento es efecto del foco selectivo; otras se debe a la paciencia o la persistencia del fotógrafo; a veces es mera casualidad. Sin importar su origen, el resultado es un singular aire de introspección. Como reacción a Arbus y su cámara, sus sujetos se muestran como si estuvieran solos frente a un breve atisbo de sí mismos en una vidriera o un espejo. El intercambio que sucede a ambos lados de la cámara –de ver y ser visto– plantea preguntas existenciales al retratado, preguntas que, por último, se transmiten también al espectador”.
Durante este primer periodo, Arbus utilizó una variedad de cámaras de 35 mm, réflex o de visor directo (propias o prestadas), incluyendo una Contax D, una Nikon S3, y una Nikon F. En 1962 compró una Wide-Angle Rolleiflex, cámara de formato cuadrado de 2 1⁄4 pulgadas, de objetivos gemelos (binocular), que explica también el cambio que se da en su obra.