Marcel Broodthaers y Liliana Porter
La imagen incongruente. New Museum
La imagen incongruente propone un diálogo improbable. En una muestra inusual se introduce la obra de Liliana Porter (1941, Nace en Buenos Aries, vive y trabaja en Nueva York) en relación a Marcel Broodthaers (1924, Bruselas - 1976, Colonia). La muestra es un viaje a través de las obras de Liliana Porter de 1970 hasta hoy y una selección de obras deMarcel Broodthaersde la década del 70, en el que se explora cómo los artistas combinan elementos visuales aparentemente incompatibles. La exposición es también una oportunidad extraordinaria para apreciar similitudes y diferencias de estos dos enfoques, y en sus posiciones culturales, históricas y geográficas.
Porter y Broodthaers no tienen la misma nacionalidad, no hablan el mismo idioma, ni vivieron en las mismas ciudades, ni siquiera forman parte del mismo periodo histórico, pero funcionan en forma similar. Tanto la artista argentina como el artista belga componen sus obras con objetos encontrados, ensamblajes, acumulaciones. Para Liliana Porter, los materiales compositivos pueden ser una muñeca, un clavo, un mínimo personaje en traje y corbata, un barco de juguete, un cepillo para limpiar pianos. Para Marcel Broodthaers, los elementos constructivos pueden ser, entre otras cosas, cáscaras de huevos, mejillones o ladrillos. Porter y Broodthaers manejan variados medios y técnicas para traducir sus ideas: grabados, diapositivas, texto, fotografía, film, video, escultura, pintura; pero ambos desarrollan una correspondencia contradictoria entre lenguaje e imagen.
Más que nada, comparten similares inquietudes; ambos se interesan en la relación entre artista y sociedad, ambos recurren a estrategias análogas, y ambos se valen del humor y el absurdo para construir sus piezas. Y lo que más conecta a estos dos artistas es, de hecho, el humor agudo, crítico e irreverente y esa consciente necesidad de crear espacios virtuales para la construcción del pensamiento. Ambos artistas construyen imágenes enigmáticas y contradictorias, que a menudo funcionan como adivinanzas o chistes, desafiando al espectador a discernir, o incluso producir, sus significados. Ambos trabajancon elementos simples y configuraciones delicadas, traduciendo agudos conceptos relativos al conocimiento, la filosofía y la representación. El común denominador es la ironía, donde el fin último es la crítica social constructiva.
Gran admirador de Mallarmé y Magritte, de joven Broodthaers deja sus estudios de química para dedicarse a la poesía y desde 1945 se relaciona con el “Groupe Surréalisterevolutionnaire”. Como sugiere Martin Herbert ( Frieze, Mayo 2008) con respecto a la obra de Broodthaers, su más relevante contribución al arte fue su capacidad de ubicar un lugar entre el significado y el sin sentido proponiéndolos supeditados el uno al otro. Su trabajo gira en torno a la creación de obras de arte que tienen por tema la crítica del ver y el mostrar, del sentido y del contexto, de la puesta en escena de la muestra, de la decoración y del museo.
En varias ocasiones Gerardo Mosquera considera a Porter como “la continuadora natural de Magritte. […] (Porter) juega así con la ironía de que la obra del belga pasa a integrar la realidad que está cuestionando”. El interés de la artista argentina por Magritte es evidente desde sus comienzos, en la muestra de las piezas de la serie Magritte Series (1977): The Door, The Magician, The Pleasure Principle, La Lune. En esta última, la artista “corrige” imágenes de piezas de Magritte que figuran en el libro de historia del arte de Suzi Gablik. Con consciente ingenuidad, toma las figuras como“reales” y dentro de esa realidad, rectifica el aparente error. Porter pretende que la diferencia entre el espacio de representación y la realidad no existe. Broodthaers se acerca al trabajo de René Magritte desde la perspectiva del lenguaje. Lo cual influencia el desarrollo de su práctica artística, estrechamente ligada a la transformación del lenguaje escrito en obras de arte a través de la materialización de textos en contextos y formatos estéticos.
A la entrada de la muestra, la obra Museum: enfants non admis (1974) de Broodthaers es una declaración sobre el concepto mismo de museo. La pieza, creada dos años antes de que el artista belga sucumbiera de una enfermedad hepática en su 52 cumpleaños, está compuesta por dos placas, una blanca y otra negra, que pueden leerse como una poesía o como parte de la señalización oficial a la entrada de un museo: “Une forme, une surface, un volume, serviles. Un angle ouvert. Des arêtes dures, un directeur, une servante et un caissier. MUSEUM, enfants non admis… toute la journée, jusqu’à la fin des temps.”
Marcel Broodthaers define el conceptomismo de ironíamediante figuras que dan a entender lo contrario de lo que se dice. La pieza Sex Film (1971/72), se burla del espectador; su título promete una proyección excitante y en realidad presenta escritos a mano que dicen: “Fig. 1, Fig. 2, Fig. 3,W.C.” y corazones con flechas, que recuerdan banales garabatos de escuela.
Liliana Porter toma de Magritte el entendimiento de que los significados en sus pinturas son trasformados en imágenes, y más importante aún, que se revelan arbitrarios. Su interés se centra en la duda que Magritte provoca o genera sobre las convenciones que aceptamos con respecto al modo como se relacionan imágenes y texto.
En esta exposición las obras Conejo que levita (2008), Frase (1977), Clock (2007) y hacia el final del recorrido la pieza Dialogue with Penguin (1999) tienen esta relación con el trabajo de Magritte. La última representa un diálogo imaginado entre la figura de Cristo - lámpara de plástico dorada – que se coloca enfrente de un pingüino de madera en una escena creada por papel “infinito” blanco. Una fotografía que es una representación de representaciones y que en su aparente inocencia narra una historia subversiva, una situación absurda, donde el espacio no tiene tiempo, ni materia y los sujetos se ven con mayor claridad. De esa manera el público recibe las figuras, ese diálogo improbable, sin interferencias, sin mediación. La artista crea guiones, desarrolla momentos de la vida de ciertos objetos, sinceras elaboraciones de ideas o “imágenes de la realidad”. Como armándonos con una lupa, sus piezas nos permiten ver los objetos y su contexto con una mirada aumentada.
El desafío es, entonces, entender cómo la obra de Porter se coloca en el contexto histórico, más que volver a leer la obra de Broodthaers en clave contemporánea. La construcción de la muestra se apoya en la yuxtaposición, la secuenciación, y las repeticiones de obras que manipulan inteligentemente nuestras expectativas. Y no es entonces una casualidad que desde el 11 de mayo hasta el 3 de julio de 2011, este proyecto organizado por Annie Fletcher, del Van Abbemuseum de Eindhoven, y Tobias Ostrander, del Museo Experimental El Eco, de Ciudad de México, se coloca en el centro de lo que es el programa “Museum as a Hub”, del New Museum de NuevaYork. La mayor parte de las obras de Liliana Porter que se exhiben en la muestra forma parte de la colección privada de la artista, y todas las obras de Marcel Broodthaers pertenecen a la Colección Van Abbemuseum, de Eindhoven.