Martín Ramírez
MNCARS, Madrid
Martín Ramírez (Rincón de Velásquez, México, 1895) es uno de esos grandes misterios con los que cuenta el arte contemporáneo cada cierto tiempo. Emigrante en 1925 a la California próspera, la debacle de 1929 lo dejaría sin trabajo y sumido en una gran depresión que le provocó la pérdida del habla. Comenzó así una vida errante hasta que, un año más tarde, fue encontrado en un parque de Los Ángeles e internado en un hospital psiquiátrico del condado de San Joaquín con diagnóstico de depresión maniática. A pesar de sus continuas fugas, su vida se desarrollará a partir de ese momento en instituciones mentales de Estados Unidos. Y es ahí donde comienza su producción artística. Por su trasfondo, con las obras de Martín Ramírez enseguida se vienen a la cabeza las etiquetas de “arte esquizofrénico” o “art brut”, pero debemos valorarlas mucho más allá de la terapia en la que se convirtió la pintura.
La labor de Tarmo Pasto, un profesor de arte y psicología que conoció al pintor en los años cuarenta, y de Max Dunievitz, res- ponsable clínico del centro donde Ramírez murió, permitió que se salvasen de ser destruidos sus cerca de cuatrocientos cincuenta dibujos. Esta muestra recoge más de sesenta obras características, entre las que destacan dibujos y grandes murales en los que empleaba sus propios materiales, tales como pigmentos de fabri- cación casera o pegamentos rudimentarios. Su iconografía, siem- pre con lo mexicano presente, está configurada por paisajes nor- teños que son atravesados por ferrocarriles, camiones, autopistas, raíles o un sempiterno jinete a lomos de un caballo. El conjunto de estos motivos y la permanencia del dibujo le permitieron con- servar sus recuerdos y ascendencia, además de ser el vehículo per- fecto para expresar sus temores y sus sentimientos.