“Not Me”: Subject to Change/ (“No yo”: sujeto a cambio)

CIFO, Miami

Por Adriana Herrera

“Not Me”: Subject to Change, (No yo: sujeto a cambio), la exhibición colectiva con los ganadores del Programas de Becas y Comisiones 2012 de CIFO -Eduardo Abaroa (México), Francisca Aninat (Chile), Julieta Aranda (México), Tamar Guimarães (Brasil), Glexis Novoa (Cuba), Daniela Ortiz (Perú), Marta María Pérez Bravo (Cuba), y Marisa Rubio (Argentina)- toma su título de un concepto psicoanalítico referido a la comprensión inicial que permite distinguir entre el cuerpo y el mundo.

“Not Me”: Subject to Change/ (“No yo”: sujeto a cambio)

La propuesta curatorial indaga en el modo en que los artistas utilizan el cuerpo y los sentidos para navegar en la complejidad de la existencia contemporánea “cada vez más compleja, repleta de cambiantes condiciones, límites, fronteras y temporalidades”. Su acierto es plantear el modo en que las obras desbordan estas demarcaciones y abren paso a lecturas de la realidad que muestran la infinita reserva de posibilidades para transformarla que tenemos los seres humanos .

Combinando antecedentes geniales como la máquina de pintar que facturó literariamente Raymond Roussel, Abaroa plantea al espectador otra manera posible de conjugar las herramientas conocidas. Todas las piezas son, siguiendo a Marshall Mc Luhan, “extensiones de la mano”, modos de operar sobre el mundo, pero dado que las nuevas máquinas no tienen uso conocido, la tarea de la imaginación es inventar posibilidades paralelas a las que abre la referencia del artista a infinitas combinatorias. Usando la regla del fragmento y del objeto manual, es inagotable el número posible de nuevos objetos creados.

La nueva versión que Aranda hizo en CIFO de su instalación Tools for Infinite Monkeys con la máquina de escribir intervenida de modo que solo tiene la letra S, infinitamente repetida en espejos y paredes que copian esta letra que un grupo de monos tecleó en el curso de un experimento sobre cómo en un tiempo ilimitado podrían crear un texto a la altura de Shakespeare, ha obviado el registro de la destrucción que había en otras versiones. El orden prevalece y una suerte de quietud hace más latente el potencial de esa primera letra que al cabo podría producir una biblioteca borgiana. Tal vez esa S tan inofensiva se asemeje a los intentos que Aranda hace para alterar los sistemas de información, de finanzas o del mismo arte con lo que define como “una suma de pequeños actos poéticos y políticos” que crean insólitos modos de tocar el mundo y despiertan otros imaginarios.

De modo diverso, las obras expanden las fronteras del cuerpo, de los sentidos y de la misma imaginación, franqueando las convenciones sobre las limitaciones de órdenes que van de lo geográfico a lo político, de lo físico a lo afectivo, con ejercicios que a menudo tienen un fuerte componente lúdico y piden del espectador una mirada activa. Novoa instaló los dibujos in situ de la instalación Obstáculos específicos, realizada conjuntamente con el bailarín deshabilitado John Beauregard, de tal modo que obliga al cuerpo a colocarse en posiciones esforzadas para verlos. En otra pieza, reconstruyó su intervención en el espacio de la residencia artística Project Row House, de Houston, como invocación a la presencia del activista fallecido en huelgas de hambre Orlando Zapata Tamayo. Paralelamente, en Distinction, Daniela Ortíz (Perú, 1985) usa los nombres reales de inmigrantes muertos en centros de detención para inscribirlos como memorabilia en ficticias placas honoríficas destinadas a estos centros de “servicio” humanitariamente dudosos que acaba instalando como lápidas en el jardín de CIFO.

Aninat hizo un mapa cosido que evoca a toda Latinoamérica con los pedazos del lienzo que ella entregaba en fragmentos a los pacientes en línea de espera en los hospitales chilenos. Al coser cada una de sus intervenciones en la tela –muchas con sus nombres inscritos en ésta- estos cuerpos dispersos, enfermos, construyen un territorio poético por encima del mapa, y se transforman en el cuerpo mismo del continente adquiriendo una nueva visibilidad.

En los desdoblamientos que Pérez Bravo realiza en los videos titulados Apariciones tangibles uno con su mano acariciando otra mano que es el molde de sí misma hecha de hielo hasta que el calor la derrite; y otro proyectando en loop su mano que acaricia interminablemente la cabeza de una de sus hijas gemelas sobre la foto de la cabeza de su hermana, hay una poética referida al ser que quizás busca retornar al estado no habitual de lo sagrado, donde no hay distinciones entre el yo y el otro. De modo paralelo, en las indagaciones de sus ejercicios para una Teoría del Quehacer Actoral Cotidiano para Intérpretes , la creación de múltiples personajes heterónimos que realiza Marisa Rubio comunica atmósferas confesionales, tan íntimas, o tan vulnerables emocionalmente, que convergen en ese vórtice de lo más íntimo en que podemos con-fundirnos con cualquier otro, descubrir que nada nos es ajeno. Si en estas obras se requieren múltiples líricas y una caracterización con vestuarios y escenografías para provocar este efecto de identificación, en la pieza sonora de Guimarães, tomada en la antesala de una filmación en Francia, bastan dos palabras, “silencio” y “rodando” repetidas incesantemente –una en cada lado de discos de acetato- para hacer presente la energía del tiempo concentrado en un instante de creación colectiva. La exhibición mueve las coordenadas a partir de las cuales establecemos lecturas de un mundo que nos hace urgente imaginar, como Aranda hizo en una instalación precedente, una “máquina de posibilidades perpetuas” ya no con el polvo de libros de ficción, sino con los fragmentos de la realidad global.