Oscar Muñoz/Protografías

Museo de Arte del Banco de la República

Por María Margarita Malagón-Kurka

La exhibición itinerante “Oscar Muñoz/Protografías” que terminó en marzo en el Museo de Arte del Banco de la República Bogotá, Colombia, y viajará luego al Museo de Arte de Lima (Mali), Lima, Perú; al Museo de Arte Latinoamericano (MALBA), Buenos Aires, Argentina; y al Museo de Antioquia, Medellín, Colombia, se originó en el Museo de Arte del Banco de la República de Bogotá, y fue curada por José Roca y María Wills (curadora adjunta). La retrospectiva incluye más de treinta y cinco obras – entre ellas dibujos, videos, e instalaciones − realizadas por el artista colombiano desde los años setenta.

Oscar Muñoz/Protografías

La tensión estructuradora de la exhibición organizada entre la perspectiva temática en torno al concepto de “Protografía” y la cronológica, hace posible reconocer la rica experimentación y continua búsqueda en el proceso artístico de Muñoz y, al mismo tiempo, la intrincada relación que existe entre su exploración plástica y preguntas de tipo social y existencial. Entre los cuestionamientos persistentes en la obra del artista cabe resaltar: la capacidad de la imagen visual para captar la realidad humana; la posibilidad de reconocernos en los otros y de saber quiénes somos; el sentido del recuerdo y de la historia personal y colectiva; el juego de probabilidades que la vida implica y la certidumbre con respecto a su terminación.
La variedad y los matices de tales cuestionamientos son evidentes en las diferentes salas organizadas según subtemas. El de la primera, “Caleidoscopios/fragmentos de ciudad”, reúne obras de diferentes épocas en las que el artista (nacido en Popayán en 1951) se centra en las transformaciones de Cali, donde vive y trabaja. Una fotografía aérea de la ciudad sobre la que los espectadores caminan (Ambulatorio) ofrece una visión macro, mientras que la percepción de detalles, indicios, reflejos y atmósferas de espacios interiores urbanos (serie Interiores y A través del cristal) permite obtener una visión más íntima. En un plano intermedio entre estas dos visiones, las fotografías de transeúntes incluidas en Archivo por contacto y en un video proyectado sobre el río Cali, El Puente, muestran escenas del pasado en las que los ciudadanos pueden encontrarse y reconocerse.
En los años ochenta Muñoz empezó a hacer experimentos con nuevos soportes, procesos y materiales. Como consecuencia, en la serie Superficies al carbón logró que el resultado final fuera el producto azaroso de la interacción entre los materiales utilizados (carbón, yeso y agua) y las condiciones atmosféricas. En la segunda sala titulada “El soporte reconsiderado” se reúnen obras similares -como la serie de los Narcisos − producto de la evaporación del agua y la desfiguración de auto-retratos dibujados con polvo de carbón. Obras como éstas permiten a los espectadores interactuar consigo mismos y con otros por medio de las imágenes y los reflejos sobre las superficies hídricas, metálicas (Aliento), o plásticas (Las cortinas de baño).
No obstante el carácter cambiante de muchos de estos trabajos, una tercera sala está específicamente dedicada a la “Imagen inestable”. En obras como Biografías, Línea del destino y Re/trato, el artista utiliza un nuevo medio, el video, para captar la trasformación permanente de las imágenes sometidas a los efectos de la gravedad o del calor.
La cuarta sala titulada “Antimonumentos” presenta Proyecto para un Memorial: una serie de videos que aluden a la necesidad y a la dificultad de recordar y rendir homenaje a personas ausentes o desaparecidas por medio de dibujos-retratos con agua sobre rocas expuestas al sol.
La íntima relación entre la vida y la muerte, el recuerdo y el olvido es abordada desde dimensiones personales e históricas en los trabajos recogidos en la sala de las “Improntas”. Las primeras se evidencian en las fotografías de una máscara mortuoria del artista en La mirada del cíclope así como en los auto-retratos que van perdiendo definición a medida que Muñoz los quema con su cigarrillo (Mientras fumo). Como contrapunto a esta vivencia personal, Muñoz explora en obras como Impresiones débiles, Paistiempo y Pixeles el desvanecimiento de las imágenes − tanto en el recuerdo como en las obras − de acontecimientos traumáticos del pasado colombiano.
En trabajos recientes expuestos en la última sala bajo el concepto de “Imagen en flujo”, el carácter cambiante de la memoria, la identidad y la vida es explorado desde nuevos y punzantes ángulos. En algunos casos, procesos químicos como la oxidación (Ante la imagen) o el revelado fotográfico (Sedimentaciones) son los encargados de producir y devorar retratos. En otros, como en Palimpsesto, los espectadores pueden verse reflejados desde diversas perspectivas mientras encuentran, simultáneamente, el rostro de otros visitantes. Finalmente, en Fondo blanco es posible presenciar múltiples y diversos momentos de una fotografía de la madre del artista y de un retrato-video de su padre, de quien también se escucha su fluctuante respiración.
El concepto de “Protografía”, núcleo del planteamiento curatorial, resalta esta persistente insistencia de Muñoz en la exploración de los momentos anteriores y posteriores a la fijación de la imagen en un soporte o, en otras palabras, en el proceso vital de las imágenes. Una de las implicaciones de dicho planteamiento, tal y como lo sugiere la obra introductoria de la exposición, El juego de las probabilidades (2007), es la confrontación del artista con los límites intrínsecos a toda imagen visual que pretenda representar de una forma estática la vida y la realidad. Como alternativas, desde el principio de su carrera pero más definidamente a partir de la década de los ochenta, Muñoz explora y descubre tanto la capacidad expresiva, como la carga simbólica de materiales, sustancias, reflejos y procesos físicos. Su persistente exploración en torno a éstos ofrece invaluables claves para asumir nuestra existencia y entendernos a nosotros mismos en términos de realidades siempre dinámicas, condicionadas y contingentes.