Raquel Arnaud presenta ‘A pequena morte’ de Carla Chaim
En su segunda individual en la Galería Raquel Arnaud, "A pequeña morte", Carla Chaim reúne nuevos trabajos en papel, video y fotografías.
El mote de la exposición, que ocupa todos los espacios de la galería, es el luto, la muerte y al mismo tiempo, el éxito del placer. "Cómo empezar a percibir nuevamente la piel fina que separa el mundo externo del mundo interno, un límite entre cuerpos, entre mundos. "La pequeña muerte" puede tratar de finalizaciones, términos o conclusiones de experiencias y rupturas, pero también "la pequeña muerte" o la petite mort en la lengua francesa, se refiere de manera más amplia al gasto espiritual que ocurre después del orgasmo, o un corto período de melancolía o trascendencia, como resultado del gasto de la fuerza vital ", explica Chaim.
Con el propósito de buscar un nuevo recorte al pensamiento ampliado del diseño, Carla trae esta vez, no el gesto de la pliegue, sino la suma de diferentes superficies, en una unión de planos físicos, creando así a terceros cuerpos. Dos cuerpos que pasan a coexistir. La artista vuelve a pensar en lo más interno de este cuerpo, en las sensaciones físicas internas e individuales recreadas por experiencias del mundo. Un mundo de luto, pero un mundo también de transformación y placer. Reconocer en sí, reconocerse en el aire que respiramos, reconocerse en el límite de la piel, dentro y fuera de ella.
Material simple de papelería antigua, como letratone, letras y libros antiguos, se explora con recortes y collages. El papel vegetal coloreado y el papel milimetrado traen colores ligeros para la exposición al mismo tiempo que el negro denso se coloca al lado. Los gestos transformadores de los materiales son el rasgo y el corte. Rupturas más bruscas ante el material y que traen nuevas composiciones a través de superposiciones y empalmes de estos materiales, nuevos paisajes que remiten a sombras y molidos de grabados.
Carla muestra también la serie "Él quería ser bandera", donde recortes en papel-carbono con la planta de la planta baja de la galería se colgaban en varillas de madera, recreando un cuerpo blando que se transforma con la gravedad y con la ligereza del papel al encuentro del aire. También como banderas, Carla trae diseños en gran formato de bastón aceitoso sobre papel japonés. Aquí los dibujos son como portales donde el color negro del papel trae profundidad al espacio y habla de un campo de posibilidades. El negro es una ausencia de luz, pero no una ausencia de posibilidades. Él no anula, es un estado de transición, de cambio. En los bordes de los papeles grandes, los garabatos restantes de la hechura permanecen, haciendo percibir un gesto, un cuerpo activo.
El cuerpo como personaje en la obra de Carla aparece en sus fotografías. Así como los dibujos, las fotografías son como gestos congelados. En la serie "Line Pieces", el cuerpo de la artista está junto a la arquitectura, elaborando nuevos diseños con líneas negras. Las líneas están como dibujos por el espacio, teniendo como soporte y fijación la propia artista que se apoya en un canto de un espacio neutro. Movimientos más orgánicos son explotados y contrapone con las líneas duras presas entre sus manos, pies, suelo y paredes.
Para la exposición, Carla produce un nuevo vídeo, donde por primera vez invita a otras personas, bailarines para desempeñar. A través de la técnica de contacto / improvisación, cuerpos de los bailarines se mezclan entre sus ropas negras, creando nuevos cuerpos, nuevos seres, amorfos y transformados por la experiencia del movimiento y de la acción conjunta. El video es para la artista como un paso nuevo de relacionarse, entendiendo la importancia de la invitación y de la delegación de sus movimientos a otros personajes. Carla dirige aquí la performance grabada, pero no participa. Se asiste a los movimientos, como un científico observa que las células se unen en sus microscopios.