SOMA

Noticias de un mundo paralelo del arte en interacción

Por Adriana Herrera Téllez

SOMA apareció el último enero de esa década del 2000 en que el arte mexicano se internacionalizó, como una “escuela de arteexperimental”. Una invención que mezclaba la nostalgia por algo perdido en el pasado: el tiempo de los noventa en que los artistas contemporáneos no tenían galerías, ni museos, pero compartían atmósferas colectivas de efervescente creatividad y pensamiento; junto con la decisión de recobrar y expandir cierto modo de generar visiones en un lugar de artistas para artistas, donde ni siquiera la idea de “exhibir” y mucho menos la de vender eclipsara la posibilidad del arte como un universo compartido y en continua formación.

SOMA

Cuando esos espacios alternativos de los noventa como La Quiñonera, el Ex Teresa, Temístocles 44, o la Panadería- que dieron paso a la posmodernidad en el arte en Ciudad de México cerraron, y sus integrantes, como dijera Olivier Debroise “iniciaron la búsqueda de nuevos caminos”, “y empezaron a caminar individualmente”, surgieron o se afianzaron galerías que los proyectaron más allá de las fronteras; pero al tiempo, las comunidades culturales se debilitaron. La sensación de que los artistas apostaron por el mercado y al final se dieron cuenta de que faltaba una pieza, de que la gente estaba aislada, o dedicada sólo a la autopromoción, fue abriendo paso a la necesidad de recobrar un clima de formación y creación colectivo y de intercambio entre generaciones locales y con actores de la escena mundial del arte por fuera de los circuitos establecidos.

Yoshua Okon –alma de La Panadería- y Eduardo Abaroa –uno de los iniciadores de T44- fundaron SOMA con un programa de residencias, un proyecto de educación que tiene algo en común con la escuela peripatética (diálogos, andanzas como rutas de descubrimientos forjados a varias voces), y que incluye un curso de verano en inglés − SOMA Summer − y la idea de miércoles noctámbulos con un eco que recuerda Los detectives salvajes de Roberto Bolaño, y que a la vez tantea esos deslizamientos de las fronteras entre artes visuales, música, filosofía y literatura, danza y “reventón” (la fiesta), que las diluye cada vez más.

SOMA apareció así con un nombre que es el mismo de la sustancia dada a los habitantes de Un mundo feliz de Huxley, pero también el de una terapia grupal basada en las ideas de Wilhem Reich creador del acumulador de orgón, conectado a la energía vital y diseñada por Roberto Freire in Brasil; y el del juicioso acrónimo Secretaría para la Organización de Medios y Arte, que suma lecturas ambiguas y posibilidades abiertas bajo la dirección de Bárbara Hernández. Desde el inicio, esta gestora ha dado estructura a la apuesta de SOMA, en un proceso de ajustes dirigido, sobre todo, a conjugar un verbo en el mundo del arte: “Interactuar”. Una práctica secundada por un consejo fuerte de artistas entre los que se cuentan Carlos Amorales, Teresa Margolles, Silvia Grunner, Jorge Méndez Blake y muchos otros, que, como dice Abaroa, aportan para que “el arte sea no solamente plural, sino también más relevante”.

“No hay duda, pronto nos volvermos a ver”: una consigna No hay duda, pronto nos volveremos a ver es el título de la exhibición en la Casa del Lago Juan José Arreola que surgió a partir de la Clase de proyectos que Mario García Torres propuso a los artistas participantes en el programa de formación de SOMA que se inscribieron en éste buscando revivir la experiencia del legendario método de enseñanza concebido por David Askevold en Halifax: producir obras a partir de las instrucciones de diversos artistas durante el taller. Pero el título de esa muestra que en cierto modo fue una excepción, pues debía realizarse fuera de la sede de SOMA ya que ésta no tiene interés en añadir otro espacio de exhibición a la escena del arte resume su espíritu de intercambio, así como esa determinación de activar otros modos de movilidad entre educación e interacción en el arte contemporáneo, que ha convocado tanto a artistas de diversos lugares de México como de Latinoamérica.

Artistas en formación como los que secundaron la Clase de Proyectos Ricardo Alzati, Dulce Chacón, Gabriel Escalante, David Alejandro Hernández, Rolando López, Noé Martínez, Antonio Monroy y Verónica Rojas tienen oportunidades de intercambio con prominentes curadores que no sólo acuden a dar charlas, sino que se toman el tiempo de examinar sus portafolios de acuerdo a una agenda en la que sólo cuenta el orden de inscripción. Fue el caso de Julieta González, Curadora Asociada de Arte Latinoamericano de la Tate Modern y de otros prominentes invitados. Igual Taiyana Pimentel compartió la experiencia curatorial de Sensitive Negotations en el Instituto Cultural de México en Miami, Gonzalo Soltero hizo una “clínica” sobre narrativas apocalípticas; y Manuel Rocha compartió su visión del arte sonoro. Artistas como Jorge Méndez-Blake o Sofía Taboas impartirán cursos y el mismo Okon dictará cursos que proponen experiencias de interacción a fondo con curadores o artistas, incluyendo aquellos invitados a la residencia en SOMA. En febrero está Angie Waller, que ha desarrollado un trabajo inspirado por los materiales encontrados en el actual “paisaje esotérico” de quienes viven de este tipo de actividad, y que incluye no sólo una serie de grabados que giran sobre el lugar de la magia blanca en las redes sociales, sino un performance de consultas gratuitas. En 2010, entre los residentes estuvo Hannah Rickards, gracias al apoyo del programa de International Fellowships de Gasworks.

SOMA Summer, por su parte, es un programa de seis semanas que se desarrolla en inglés en Ciudad de México y ofrece una serie de seminarios cortos y talleres liderados por reconocidos artistas nacionales e internacionales, así como la posibilidad de encuentros con curadores para críticas individuales. Este verano el énfasis temático serán los métodos de apropiación y reuso incluyendo discusiones sobre el objeto encontrado, la copia y la cultura “remix”. El programa incluye visitas a museos y estudios y un evento que funcionará en el modelo de estudio abierto. Entre los artistas mexicanos que impartirán seminarios y talleres en 2011 se encuentran Carla Herrera-Prats, que reside en Nueva York y está al frente del programa, Abaroa, Gonzalo Lebrija y Mariana Botey. También participarán los estadounidenses Anthony Graves, Larissa Harris, Nate Harrison, el inglés Nils Norman y el curador chileno Anthony Huberman. Las críticas individuales serán realizadas por los curadores Ruth Estevez, Cuauhtémoc Medina, Gonzalo Ortega, Víctor Palacios, Bárbara Perea y Jorge Reynoso.

A partir de febrero la interacción en el blog será mucho mayor y las pláticas se van a grabar como parte de un archivo que de algún modo es el registro de cómo se crea una plataforma para activar comunidades culturales no interesadas solamente en la producción de objetos que respondan al mercado, sino en generar discursos. La sustancia de SOMA produce en última instancia el empoderamiento de los artistas que sobrepasa el comportamiento del mercado y nutre lo que éste no produce: una dimensión comunitaria.