Sergio Avello en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires
El Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, dependiente del Ministerio de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, anuncia la inauguración de Sergio Avello: joven profesional multipropósito, que tendrá lugar el próximo miércoles 20 de septiembre a las 19:00 en Av. San Juan 350 con una fiesta musicalizada por los DJs Dr. Trincado, Oliverio y Rubén Zerrizuela, hasta las 23:00.
Ésta es la primera exposición panorámica de Sergio Avello en un museo, y recorre su amplia producción artística, desarrollada entre los años 1984 y 2010, momento de su temprano fallecimiento. Con una relevante selección de pinturas, obras lumínicas, objetos, música, documentos de época y registros audiovisuales, la exposición curada por Sofía Dourron –coordinadora de Curaduría del Moderno– comprende el recorrido de Avello como artista, y también da cuenta de un universo mayor del que formó parte: la música, la noche y los amigos que dinamizaron su práctica artística desplegada en fiestas, muestras y recitales.
Como explica la curadora en el catálogo que acompaña la exposición, Avello se inscribe en una práctica que asume como propios los materiales y motivos asociados hasta ese momento a lo decorativo.
Sergio Avello nació en Mar del Plata en 1964, y en 1983 llegó a Buenos Aires. Siempre nómade, Avello tuvo el cobijo de amigos y una infinidad de talleres. Sus pertenencias entraban en un pequeño maletín que trasladaba consigo. “El movimiento incesante fue una estrategia de supervivencia que se convirtió en modo de estar en el mundo y forma de trabajo: su obra hizo de los formatos transportables un culto”, sostiene la curadora.
En los ochenta, la práctica de Avello se distinguía de los otros artistas del under, sus gestos mínimos y despojados buscaron evocar una idea de belleza fundada en una percepción despreocupada de la realidad. “Cada obra es un estímulo a los sentidos, parte de una atmósfera liviana que no debe ser confundida con inocencia ni frivolidad. Efectivamente, sus pinturas son un acto de percepción, como mirar el cielo”, afirma Dourron.
Joven, pulcro y minimalista, Avello se integró, a pesar de las diferencias estéticas, a un espíritu de época que se fundaba en el encuentro con la comunidad cercana y la acción continua. Avello organizaba muestras con sus amigos artistas en espacios institucionales como el Museo Municipal de Arte Juan Carlos Castagnino de Mar del Plata, pero también en espacios alternativos de la época: Cemento, Garage H y Rainbow. Entre ellas se destacan dos muestras que duraron sólo un día en la estación 3 de Febrero del Ferrocarril en 1988 y 1991.
En marzo de 1989 Avello inauguró su primera exposición individual en la galería de Adriana Rosenberg: Arte Decorativo Argentino. Nuevo exponente, una muestra de cuadros pequeños, témperas sobre papel y cartón en su mayoría, algunas tintas, muchas flores de cerezo, círculos y semi-círculos, variaciones sobre un mismo motivo en tonos rosados, algunos celestes y azules, siempre delimitados por gruesas líneas negras. Los motivos, los colores, los formatos pequeños e incluso el montaje de la exposición, limpio y aireado, explicitan una diferencia fundamental con su entorno. En medio de un grupo de pintores expresionistas, Avello se lanzó por completo a la liviandad de lo que él llamaba decorativo, rompió con las prerrogativas intelectuales de la pintura que lo rodeaba, y puso en escena una nueva sensibilidad.
Las búsquedas pictóricas lo llevaron a mediados de los noventa a explorar otros medios. Avello buscaba siempre lo nuevo, lo último, en la música, en las fiestas y en la vida. A comienzos de la década del noventa creó sus cajas de luz: estructuras compuestas por una caja de madera, un aparato lumínico y una cubierta de color diseñada digitalmente e impresa sobre acrílico. Su vida también incluía su trabajo como montajista, las ambientaciones en discotecas, las fiestas, la noche.
“Avello es amigo del arte, admirador amoroso de los artistas, esponja de información y de imágenes que absorbe la imagen y la devuelve multiplicada y remixada. Se apropia con humor, como si las obras fueran un chiste interno entre él y Malevich o Polesello”, de este modo la curadora describe algunos de los trabajos de Avello. Su serie de homenajes a Sol Lewitt se fundan en un acto de admiración y de solvencia material. Sol Lewitt expuso en diciembre de 2001 en Fundación PROA, donde Avello era jefe de montaje. Con todos los restos de pintura de dicha exposición, Avello creó una serie de tablas policromadas con bandas de colores primarios. Poco antes, y a modo de homenaje, creó Polecelis, cruza anómala entre Polesello y Pérez Celis.
A comienzos de los 2000, la abstracción lúdica de Avello se desplazó hacia los símbolos patrios. La crisis que atravesó el país en 2001 resonó en muchos artistas como un llamado a la acción. Avello, como siempre, optó por la vía tangencial: trasladó sus planos de color a las banderas de Argentina y Estados Unidos. La bandera argentina se repite una y otra vez, en cuero, en corderito, en esmalte, en tubos de luz. Sus banderas muestran el singular tono del artista, cuyo compromiso político fue siempre elusivo, aunque nunca indiferente.
La exposición será acompañada por un catálogo con textos de Sofía Dourron, María Moreno y Pablo Schanton, y una selección de obras, documentos y registros fotográficos de muestras, fiestas y ambientaciones que dan cuenta de las múltiples facetas de Avello.