The New York Times Destaca el Proyecto de Arte Colectivo de Clemencia Labín
en la Bienal de Venecia 54º
The New York Times describe la participación de Clemencia Labín en la edición 54 de la Bienal de Venecia: “El pabellón venezolano fue animado por performances de Clemencia Labín y dos videos sobre el colorido, creativo e incluyente festival de arte que fundó en 2000. Con gran éxito, el festival se ha celebrado anualmente en el céntrico y pobre barrio de Santa Lucía en su ciudad natal de Maracaibo. Son 44 casas locales que abren sus puertas convertidas en galerías temporales y docenas de jóvenes artistas y la comunidad participante”, escribió Roderick Conway Morris.
El artículo de The New York Times también comenta: “Las artes pueden estar en dificultades en todo el mundo a causa de la reducción de los recursos, pero la Bienal de Venecia parece ser inmune a los problemas económicos. En su edición 54, que continuará hasta el 27 de noviembre, hay un número record de pabellones nacionales -89 en total, incluyendo nuevos participantes de naciones ricas y pobres, como Arabia Saudí, Andorra, Bangladesh y Haití- casi un tercio más que en 1999”.
La Velada Santa Lucía es un proyecto colectivo creado y organizado por Labín que “invita al reconocimiento socio-cultural de una comunidad que acoge a un grupo de artistas nacionales y extranjeros, experimentando un ensamblaje entre arte y cotidianidad”. El Pabellón de Venezuela también incluye dos proyectos individuales de Francisco Bassim y Yoshi en la propuesta general titulada Espacios y curada por Luis Hurtado.
El concepto de Espacios es presentar tres posibilidades plásticas de interacción entre la obra de arte, el espectador y el contenedor. La página virtual de La Velada Santa Lucía mezcla la voz de una mujer que recita el poema de García Lorca, Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejía, con un recorrido por las construcciones donde se localizan diversos colectivos de artistas, cuyas obras aparecen con un click en el computador mientras se escuchan las voces de los habitantes. Gran Interior, de Francisco Bassim, es una obra pictórica que cuestiona las fronteras entre lo artístico y lo decorativo. Solaris, de Yoshi, trabaja la recepción de la luz y su potencial plástico desde el papel blanco plegado a mano, en una propuesta que funde el legado del arte oriental, con el de los maestros del arte geométrico abstracto venezolano.
Velada Santa Lucía (Fragmento sobre el performance)
Por: Clemencia Labín
Cuando recapacito sobre mis logros artísticos en estos últimos años, tengo que confesar que me siento especialmente orgullosa de la obra que he creado en colectivo: mi escultura social Velada Santa Lucía. Esta obra viva, parecería a primera vista diferente al resto de mis obras, en su mayoría cuerpos tridimensionales de color, hechos con lycras de bikini y rellenos con algodón de poliéster, como lo son las Pulpas. Pero al analizarla con más detenimiento, encuentro que en esencia, la Velada comparte muchas de las características del resto de mi trabajo y se nutre de mi reflexión personal, siendo el resultado final, el producto de mi gestión artística.
Cuadro vivo de la Santa… Desde muy pequeña me llamó siempre la atención una foto de mi abuela Rosa que dominaba desde su altura, la sala de la casa. Majestuosa, con corona, cabellos hasta la cintura, espada en mano y larga túnica de seda rosada que acentuaba su figura de joven amazona. Un manto de terciopelo púrpura hasta el suelo y zapatillas doradas con incrustaciones de piedras preciosas, completaban su atuendo de reina. Ella posaba frente a una pared azul claro, donde rayos amarillos y blancos enmarcaban su rostro creando a su alrededor halos de luz radiante como el Sol. Su prestancia sobrepasaba la de los seres humanos y lograba con su porte distinguido, una presencia casi “divina”, celestial. Recuerdo con detalle el brillo de sus ojos y su orgullo al contestar mi pregunta de niña: “Estoy representando La Libertad, en el cuadro vivo de fin de curso de la escuela de María Ragio. Para admiración del público presente, pasé más de media hora de la ceremonia sin mover un ápice de mi cuerpo”. Entonces, yo me visto de Santa y permanezco inmóvil como lo hizo mi abuela años atrás.
Con mi performance anual en la Velada, además de honrar su memoria, tan importante en mi desarrollo artístico, hago hincapié en un factor esencial de la idiosincrasia del venezolano: su multiculturalidad y su fe. Nuestra raza es el producto de la colonización española y el resultado de una pluralidad de influencias socio-religiosas-culturales. Los altares de santos, por ejemplo, elemento recurrente en casi todos nuestros hogares, reflejan la religiosidad de nuestro pueblo y son una referencia importante en la definición de nuestra cultura popular. La imagen de “Las tres potencias”[1] nos da la mejor explicación de la mezcla racial venezolana donde, y volviendo a la escala de colores, se mezclan blanco, amarillo y negro.
Para mí la Velada es mágica, porque a través de este evento no sólo he recobrado mi país, sino que he aprendido a trabajar en contacto directo con la gente, de una forma muy diferente a la que venía practicando, siempre aislada en mi taller de Hamburgo. Ahora trabajo intercambiando ideas, impresiones e innovaciones en un dialogo cultural internacional, compartiendo con un grupo de creadores interesados y con una comunidad abierta, que se nutre de lo cotidiano y no rechaza la trasgresión de su privacidad. Juntos y sin miedo a roces, creamos una vez al año la gran escultura social, llamada Velada Santa Lucía.
[1] Escultura popular, figura de yeso pintado con tres personajes: indio, mujer blanca y negro.