_Deferred Archive_
CIFO, Miami
Nuestro sentido de la contemporaneidad implica lógicamente una relación de alteridad con la historia dado justo por el emplazamiento presente de nuestro acontecer en contraposición a la noción de pasado que presupone el hecho histórico.
Pero ¿cómo eliminar la subjetividad que desde el presente reverencia, sustantiva, omite, reinterpreta y tergiversa lo que nos llega como legado? Ese cuestionamiento subyace en Deferred Archive, la exposición resultante de la edición undécima del Programa de comisiones y becas que con carácter anual organiza CIFO.
La cohesiva muestra parte de un interesante punto de giro. La idea de que la memoria se construye a posteriori, no en el sentido lineal tradicional que va del pasado al futuro, sino, por el contrario, tomando como punto de partida el futuro para adentrarnos en esa compleja madeja que integra nuestro pasado y potencia nuestro presente. Como consecuencia, cada acontecer pierde su carácter puntual, definitorio, para convertirse en parte de nuevas cadenas de impresiones fugaces cuya pertinencia y relevancia varía de un sujeto a otro. En tal sentido, el eje curatorial de la muestra se sustenta en la tesis de recurrencia histórica del historiador de arte Hal Foster, para quien el momento que hoy vivimos se caracteriza por un retorno a lo real, implicando ello una nueva narrativa de la vanguardia histórica estructuradora de una lectura original del presente que presagia nuevos horizontes para las prácticas futuras del arte y la cultura, la sociedad y la política.
Deferred Archive debe ser integrada bajo este prisma. La exhibición está integrada por múltiples y sui generis deconstrucciones de situaciones, hechos y sistemas teóricos que, reinterpretados por cada artista, arrojan nuevas luces sobre nuestro presente y nuestro pasado.
Ubicada en el corazón de la galería, la instalación Black Pavilion / Open Library, 2013, del mexicano Jorge Méndez Blake actúa como colofón de la muestra. La contundente instalación a modo de cubo abierto y conformada por estantes negros donde reposan libros es una continuación de una serie de trabajos previos realizados por el artista, en los cuales es omnipresente como leitmotiv la idea de la biblioteca abierta y la imposibilidad de la escritura. La escultura resultante, de carácter funcional, establece asociaciones vitales –por su emplazamiento- con la noción del cubo blanco, en tanto símbolo del “aurático” espacio que constituyen museos y galerías, instituciones que a través de su proceso de selección construyen y legitiman nuestra herencia cultural.
Los estantes acogen una serie de libros, todos cubiertos con solapas negras y puesto al alcance del espectador. Los libros, en cuestión, son parte de una edición especialmente diseñada para esta pieza. Titulados La Antología del vacío, estos ejemplares de formato variado y contenido similar (algunos tienen más páginas y citas), son una recopilación de fragmentos de textos de autores que han trabajado, de una u otra forma, con la problemática de la imposibilidad de la escritura. El carácter no lineal de la obra literaria resultante incita al lector al juego de azar, a abrir páginas de manera aleatoria. Al final del libro, el lector-espectador, tiene acceso a las fuentes bibliográficas de cada cita reveladora. El espejo, ubicado en el suelo, reproduce nuestra imagen mediada por las estanterías en una caprichosa revisitación del tema de Narciso. Estamos ante nuestra propia imagen –e identidad- mediada por ese cúmulo de textos que procuran aprehender nuestra historia y herencia cultural y, que sin embargo, asoman como imposibilidad en esta antología del vacío.
También jugando con la historia escrita y la memoria, destaca la instalación El lobo, de Antonio Caro (Colombia, 1950). Su obra se caracteriza por la implementación de procedimientos informales (fotocopias, instalaciones públicas, conferencias, carteles y materiales usados en las tradiciones culturales indígenas, como la sal) que desbordan la práctica artística tradicional. El uso del texto como medio de este proceso deviene en una de las herramientas claves en la transmisión de mensajes de urgencia, muchas veces cargados por sentidos antinómicos que implican un comentario acerca de la política en tanto medio de producción, difusión y perpetuación de modos de actuar y pensar. En el caso específico de El lobo asistimos al despliegue del libro del mismo nombre que resume las experiencias así como el material gráfico de los participantes en el Taller de Creatividad Visual que el artista ha estado dirigiendo en diversos espacios desde 1990. La noción de “muerte del autor”, enunciada por Barthes, es medular en este proceso, pues son los participantes del taller quienes predeterminan el curso del taller y la obra resultante, avalando así el carácter colaborativo sobre cualquier otra premisa pedagógica.
Por su parte, Entre Utopía y Desencanto: Genealogía Afectiva, de Sofía Olascoaga (México, 1980) comprende un despliegue gráfico de diferentes documentos de archivo y materiales históricos relacionados con las nociones de utopía encarnadas en una comunidad en Guadalajara. Reorganizados bajo una perspectiva generacional (Olascoaga creció allí) acaban revelando las conexiones implícitas entre los protagonistas y agentes de varias generaciones, así como la manipulación subyacente que hace devenir la utopía en desencanto.
La cerca Transparente. Analogía entre los movimientos de los animales y las sociedades trazados desde el poder, de Milena Bonilla, es una instalación poética que se apoya, como alegoría, en el estudio de las trayectorias de los ciervos rojos que viven en la zona de la antigua cortina entre Alemania y la República Checa. El trazo de los movimientos es recogido con hilos rojos que generan una interesante cartografía pues mucho después de su derrumbe, las ciervas siguen sin aventurarse más allá del borde hoy inexistente. La instalación se acompaña de una compilación de textos relativos a la imposición de límites, y su correlación con las estructuras de poder en la sociedad . La cerca Transparente constituye una efectiva alegoría acerca de la configuración de mapas de contención –ya sea naturales o sociales- en nuestro subconsciente.
Haciendo uso del barro como elemento simbólico originario, Congelación, de Benvenuto Chavajay (Guatemala, 1975), trastoca objetos asociados con la violencia y el orden social en entidades inútiles portadoras, sin embargo, de nuevas significaciones. Monitores, revólveres, lupas, grilletes, granadas, entre otros, parecen suspendidos en el tiempo, congelados, por la acción de la arcilla –metáfora de la fragilidad humana- en una suerte de plegaria por el cese, al menos simbólico, de la violencia rampante que acosa la sociedad contemporánea. Como parte de la instalación, Chavajay incluye el motivo de la huella del zapato en arcilla –motivo con el que ha en instalaciones previas. Sobre la huella, se puede leer la inscripción Maya-mí, resignificación del vocablo Miami, ciudad donde el artista realizó la presente instalación. El vocablo original, que en lengua tequesta, significa “agua grande” es re-semantizado por el artista estableciendo un paralelo entre las culturas indígenas originarias del Sur de la Florida y de la región mesoamericana, en una efectiva relectura de las artificiales fronteras geográficas y la problemática de la violencia de magnitudes transnacionales.
La muestra comprende también obras realizadas para la ocasión por Miguel Calderón (México), José Gabriel Fernández (Venezuela), Manuela Ribadeneira (Ecuador), Laureana Toledo (México) y Santiago Villanueva (Argentina).