_Ocupación_ de Mauro Giaconi en Casa Vecina de Ciudad de México
El artista argentino residente en Ciudad de México realizó la intervención Ocupación, en respuesta al programa Fuera de sala, que invita a jóvenes artistas contemporáneos a intervenir el espacio de la sala de lectura contigua al Centro de Documentación de Casa Vecina en Ciudad de México.
Reproducimos aquí el texto con el que la curadora de arte contemporáneo y proyectos de educación artística, Violeta Celis, acompañó su intervención.
El trabajo de Giaconi se desliza entre el campo de la escultura y la instalación, siendo la práctica del dibujo el territorio de producción desde el cual genera espacios provocadores donde el caos cobra una dimensión espectacular.
El trabajo en espacios arquitectónicos le brinda a Giaconi la oportunidad de plantear reflexiones puntuales sobre algunos de sus principales intereses filosóficos e investigaciones artísticas: el encierro físico y de pensamiento que implican a su vez, un continuum de vigilia permanente, concepto que contrapone continuamente al de “libertad”. La tensión generada entre conceptos o ideas opuestas le he llevado a explorar la situación límite abordando aspectos como la memoria, el cuerpo, las fronteras tangibles e intangibles y la política.
Proveniente de una generación que tuvo que crear dispositivos diversos para asimilar la dictadura militar argentina, Giaconi, recupera gran parte de estos lenguajes tácitos que los ciudadanos sostuvieron entre sí para sobrevivir a la represión y la violencia. Desde este lugar concibe su práctica como una posibilidad para recuperar memoria y ¿por qué no? para sanearla. Es entonces que la estética del caos predominante en gran parte de su obra gráfica se invierte y surge como instancia desde la cual los espectadores pueden encontrar un nicho de desahogo y redención.
De igual forma es de destacar su más reciente intervención Volver a girar en una de las salas del Museo Palacio de Bellas Artes, como parte de la muestra Panorámica-paisaje 1969-2013. Para aquella ocasión, el artista partió de la definición etimológica de la palabra ‘revolución’ para generar diálogos con el espacio, con la historia, así como con la decoración arquitectónica del lugar.
Giaconi concibe el gesto de su dibujo como un ejercicio hasta cierto punto repetitivo, que desprende una energía cuasi semejante a un mantra, sagrada y liberadora. En este sentido, la energía acumulada durante la “ocupación” gráfica del artista en el espacio le permitió reunir a cuatro actores que realizaron en dos ocasiones, la acción de dibujar con barras de grafito a la par que desdibujaban ellos mismos las paredes cargadas con el mismo material. Cada uno de ellos vestidos con una bata de trabajo similar a la que usa el artista en su estudio, sacaba de los bolsillos grafito, gomas y cortadores para esgrafiar, desplazándose en cuclillas o a pie de un muro a otro o de un muro al ventanal que da hacia la calle de Regina. Como si a través de esta repetición colectiva que se llevó a cabo durante dos horas en cada emisión, se hubiera producido una especie de meditación corpórea que desbordó los límites del quehacer individual del artista posibilitándolo en otro terreno hasta ese momento desconocido para él. Cabe mencionar que Ocupación es la primera intervención planeada por Giaconi, así entonces, cabría reflexionar sobre cómo el propio espacio provocó desplazar su proceso creativo hacia otros protagonistas y otro lenguaje de producción artística.
Desde esta perspectiva, el proyecto parte de la re-significación que el propio artista hace de la acción de "ocupar" físicamente un lugar, entendiéndola incluso como una actitud política de resistencia. Es así como la imposibilidad del encierro se impone a manera de prisión, celda o jaula a través de los muros, vidrios, puertas y piso de la sala de lectura saturados-desdibujados con grafito. En donde los ‘ocupantes’ realizaron una misma acción: dibujar-borrar-esgrafiar una y otra vez en una operación totalmente contradictoria, dejando huella y a la vez desapareciéndola, como un ritornello que no les llevara a ninguna parte.
Reinterpretando de alguna forma la misma disposición del preso, quien deja su huella dentro de su celda a la par que sueña densamente con desvanecerla a través de la mirada diaria o aquel que encerrado, hace un orificio esperanzado en que al día siguiente sea más grande. Cuando la acción termina vemos a los “ocupantes” salir silenciosamente de la pequeña sala. Dejan a su paso restos de goma y grafito desperdigados por el piso, sus manos y rostro oscurecidos de grafito son recordatorio de su estancia y de la energía acumulada en el lugar. Siguen concentrados pero satisfechos, sonríen, la recompensa de la liberación ha llegado.