Alejandra Padilla

Diana Lowenstein, Miami

Por Janet Batet | diciembre 17, 2010

Orden, ritmo y simetría animan nuestro cotidiano garantizando estabilidad y goce. Estos principios estéticos existen en la naturaleza reproduciéndose desde la micro a la macro escala y garantizando ese goce inherente a lo humano que muchos dan en llamar belleza. Alejandra Padilla (Tucumán, Argentina, 1961), atraída por este principio armónico, basa toda su producción artística en la armonía per se. Juego de colores y formas puras que se integran en danza sin igual. La artista ha venido desarrollando una obra minuciosa, muy personal, basada en recortes de papel que recompone sobre el lienzo. Las composiciones resultantes son abstracciones donde ritmo y color se confabulan en cosmogonía singular. Su muestra Reformas, en la galería Diana Lowenstein, es exponente de ello.

Too Much #2- Para Polesello - Serie Compases, 2001/10. Collage on canvas, 31 1/2 x 33 1/8 in. /Collage sobre tela, 80x84cm.

La fuente primaria para la creación en la obra de Padilla son las revistas de moda y otros medios impresos que inundan a diario nuestra existencia. Cautivada por las brillantes imágenes y los vívidos colores, la artista se arma de tijeras y aguijonea aquí y allá, extrayendo fragmentos arbitrarios que resultan atractivos al ojo, irresistibles señuelos que luego encuentran cauce propicio en la tela. Una vez desarticulado el motivo de su entorno original, éste deviene entidad abstracta central. Forma y color se independizan de la tiranía del referente y actúan en su propia inmanencia, convirtiéndose en elemento constitutivo y punto de partida para la construcción del universo sui generis que constituye la obra de esta artista.Una vez cortado el fragmento, Padilla lo fotocopia hasta la saciedad y a partir de ahí, comienza la meticulosa labor de construcción de la obra. Una labor que tiene mucho de arte- sanía y algo de alquimia también.

Si bien en la elección del detalle originario se juegan muchas de las características de la obra definitiva como es el caso de la paleta y la estructura formal dominante del detalle primario o unidad básica; el modo en el que se va desplegando esta unidad central sobre el plano es esencial. De ello dependen el ritmo general de la obra y la composición dominante, elementos éstos que en el caso de la obra de Alejandra Padilla son fundamentales. Las obras de Padilla destacan por el movimiento que las habita. Si bien cuando la artista se dispone frente al cuadro, tiene ya de antemano un esbozo mental de cómo se distribuirá el elemento matriz sobre el plano, este boceto no constituye un patrón cerrado, y es en definitiva el acto de creación progresivo, el despliegue secuencial del fragmento lo que determinará lo que guiará a Padilla, dictando la composición final de la obra. A veces se imponen cla- ras simetrías axiales como es el caso de Probando colores, 2009/2010.

En estos casos, la imagen idéntica, cual reflexión a uno y otro lado del eje central, enfatiza el elucubrado y paciente trabajo artesanal que construye la obra. En otros, domina la simetría radial que nos lleva en una suerte de torbellino alrededor del cuadro como son los casos de Untitled.Triptych (Sin título.Tríptico) o Rollerball, ambas del 2009/2010. En estas obras dominadas por el movimiento, la artista elude ex profeso las nociones tradicionales de perspectiva. Las líneas de fuga se desvanecen. La ausencia de referentes espaciales provoca cierta ansiedad, dominando en estos cuadros la sensación caleidoscópica que nos arrastra dentro del lienzo haciéndonos cómplice del movimiento interno del cuadro. Reforma, de Alejandra Padilla es una danza para el ojo.