Alejandro Quiroga
Galería Animal. Santiago de Chile
La serie “Fine Tuning VOL. V / La tierra que habla” se sitúa inevitablemente en una tradición de pintura paisajística y “manchística” local desarrollada desde fines del siglo XIX hasta la actualidad, cuando es asumida no sin desdén y escepticismo por pintores “críticos”, como Ignacio Gumucio (1971) y Natalia Babarovic (1966).
Con sus acrílicos sobre tela o papel, Alejandro Quiroga (1967) reconsidera el tema y una manera ligera de pintar, jugando con la idea del bosquejo in situ, para atrapar el paisaje chileno en imágenes donde la naturaleza aparece intervenida en algún grado por la acción humana. Son lugares como bosques, valles, cerros o campos interrumpidos por un camino, una torre vigía o un puñado de casas, representados por medio de manchas, gestos, barridos y discretos chorreos, con una tendencia a la monocromía, donde celestes, blancos, grises y negros reducen el paisaje a luces y sombras. También en la forma opera un proceso de síntesis. Los referentes tienden a ordenarse en tres planos: cielo, suelo y línea del horizonte, o en líneas y for- mas abstracto geométricas. El paisaje se dibuja austero bajo la huella pictórica que remite también a lo fotográfico. La ausencia del cuerpo retrae un silencio mítico; los signos de lo urbano mínimas alteraciones al orden permanecen como un eco sometido al paso del tiempo, una sordina poscatástrofe. Así, la serie se sitúa inevitablemente además en una reflexión sobre el paisaje local en el contexto post terremoto, enfrentada al imaginario de los medios de comunicación, que nos saturó de vistas marcadas por la calamidad y el desastre.