Ana Albertina Delgado.
Carol Jazzar Contemporary Art, Miami
Es siempre un privilegio que alguien nos abra esa caprichosa ventana que conduce al insospechado mundo interior de cada ser humano. Es justo ese el riesgo y el goce que nos depara la muestra “a little window inside my head”, de la artista cubana residente en Miami, Ana Albertina Delgado.
La exposición, abierta en la galería Carol Jazzar Contemporary Art, comprende una quincena de dibujos al grafito, donde lo primero que destaca es la limpieza de la línea y la delicadeza del trazo.
Los exquisitos dibujos sobre papel tienen como centro siempre una figura femenina que, a solas consigo misma, se entrega a un mundo de fabulaciones no exento de riesgos. Y es que los dibujos de Ana Albertina existen en esa esquirla de luz-oscuridad que es el espacio liminal donde miedo y ensueño se cruzan entretejiendo esa agridulce fábula que es nuestra existencia.
Los dibujos tienen una cierta aura autobiográfica. Por momentos nos parece reconocer rasgos de la fisonomía de Ana Albertina transfigurada en púber, mientras, otras veces, nos sorprendemos atónitos al descubrirnos a nosotros mismos bajo la piel que dibuja la línea. Sensualidad, ambigüedad, deseo, quimeras, prejuicios y anhelos a los que accedemos a través de una puerta entornada, una flor, un sombrero, un perro azul y apenas si podemos, en nuestro afán de voyeurs, fisgonear más allá de lo que vemos, quedando un vasto camino a nuestra imaginación, nuestros propios miedos y deseos.
Ana Albertina, quien posee una portentosa obra en óleo sobre lienzo en la que el uso del color es fundamental, prefiere para sus dibujos la delicadeza del lápiz de color − tan asociado con nuestras elucubraciones infantiles. La artista utiliza el color de manera puntual, localizado en detalles, zonas neurálgicas donde se concentra la tensión dramática de la historia narrada o sugerida, al modo de un “chacra”, un centro energético que desatara el preciado momento de la iluminación.
El peculiar universo de Ana Albertina Delgado se carga de las más variadas influencias que incluyen la cultura popular cubana, especialmente la herencia ligada a la imaginería campesina y afrocubana, la cultura popular mexicana, así como la tradición feminista y femenina que inunda toda su obra.
Como una delicada hebra, el trazo de Ana se hilvana de un dibujo al otro para crear una historia continuada que nace en sí misma, toma el cauce de la línea sensual y se instala definitivamente en el espectador. Tal es la magia que alberga esta serie de dibujos en la que la artista logra una síntesis impresionante y una sensualidad desbordante.
Los dibujos que conforman “A little window inside my head” recrean por momentos atmósferas oníricas que podrían llevarnos a pensar –equívocamente– en un universo surrealista cuando en realidad estas obras se emparentan tanto por su calidad formal como por el espíritu que las alberga con el simbolismo francés decimonónico, influido por el cartel y la estampa japonesa de fin de siglo.
Los dibujos de Ana nos llevan de la mano a los enigmáticos dibujos de Aubrey Beardsley, donde la síntesis y elegancia del trazo –lo mismo que en la obra de Ana Albertina– son el perfecto signo de un universo pletórico de decadentismo y hedonismo.