Ana Tiscornia

Alejandra Von Hartz, Miami

Por Rafael López-Ramos | diciembre 13, 2012

“Other impertinences”, la más reciente muestra personal de Ana Tiscornia, (nacida en Uruguay en 1951 y residente en nueva York desde 1991) continúa su inveterado diálogo con la memoria y el olvido, por otras vías.

Ana Tiscornia

De aquellos borrosos retratos que desdibujaban la identidad del retratado, la artista ahora desplaza su atención y aplica esa narrativa que ha sido leitmotiv de su trabajo, a formas que evocan estructuras arquitectónicas –se graduó de arquitecta en la Universidad de la República, Montevideo- que están armadas mediante la deconstrucción de otros objetos de uso doméstico o materiales industriales calados y reensamblados en un objeto artístico que puede ser leído como abstracción casi concreta o un típico plano arquitectónico que poseyera diversas capas y niveles. En ellos Tiscornia establece discretas conexiones entre la arquitectura como lenguaje constructivo por excelencia y la destrucción, la dislocación y el desplazamiento, como una posible cartografía del olvido social “que –como ha escrito la artista− no sólo muestra sino que también recupera fragmentos dispersos de un proyecto utópico. De alguna manera estoy tratando no de reconstruirlos sino de organizarlos en un nuevo proyecto”.

Estamos pues ante objetos artísticos de una engañosa levedad semiótica, a primera vista se nos pueden presentar como armoniosas composiciones de abstracción geométrica, pero son, en realidad portadoras de una profunda reflexión que evoca elementos básicos de la civilización humana como la casa y sus muebles, factores que anclan y marcan nuestras vidas y nuestra cultura, forzadas a reinventarse ante el desplazamiento y la relocalización geográfica, condición nomádica que ha marcado a nuestra especie desde sus mismos albores. En las piezas se advierte una secuencia construcción, deconstrucción y reconstrucción que de cierto modo reencarna una poética modernista: más allá del sabor dadaísta que evoca siempre el objeto encontrado, la estructura de ángulos y planos que la artista usa al seccionar y armar los elementos nos remite más bien al espíritu cubista.

La exposición es completada por un grupo de nuevas pinturas de gran formato sobre lienzo y ensamblajes que son el resultado de una previa serie de collages que Tiscornia realizó superponiendo y reordenando arbitrariamente elementos calados de planos de casas. Las pinturas son como una versión gráfica, condensada y sintética de los ensamblajes, connotando a otro nivel el tema del hábitat, o su transformación por el recuerdo, a los que alude el resto de las piezas. Sin embargo, estas son, paradójicamente, las obras más actuales de la muestra al encarnar de otra manera ese espíritu de los tiempos signado por el influjo de las nuevas tecnologías que nos están permitiendo salvar la memoria del olvido, ese rasgo mayor del Zeigeist del siglo XXI.