Andrés Michelena
Hardcore Contemporary Space, Miami
En “Content”, la exhibición de Andrés Michelena en Hardcore Contemporary Space, el vacío predominante en el espacio invita a la lentitud, al silencio contemplativo, como requisito para el recorrido. Esta actitud emana del propio proceso de creación que es auto-reflexivo: supuso una larga meditación sobre éste, que Michelena inició hace dos años ejercitándose en un modo de contención formal cumplido desde su experiencia cotidiana, como una indagación sobre su propia condición de artista y sobre el sistema de arte de la época.
Como él mismo reconoce, esta exhibición muestra un voluntario alejamiento de los gestos de espectacularidad que caracterizan cierto aplaudido sector de la producción contemporánea (Vg. Damian Hirst, la serie Cremaster de Matthew Barney) e instaura un viaje que, desafiando la saturación de las imágenes, propone el método de un jardín zen, en términos de una estructura de composición donde la plenitud se construye con el balance de los mínimos elementos.
Michelena desarrolló varios cuerpos de trabajo: una serie donde el dibujo es el tenue rastro de un instante de revelación; trabajos sobre las sombras que tornan en sonrisa la pretensión de asir lo real; un video donde la línea recién surgida es tan impredecible en su curso como leve, y no obstante inmodificable; y un grupo de artefactos encontrados que encapsula en acrílico, material sucedáneo del vidrio, de tal modo que sólo parecen poder albergar para siempre el vacío. El hilo conector de todas las piezas es lingüístico, conceptual y se incluye en la exhibición de modo explícito, a modo de cifra abierta para el espectador. Por una parte, explicita en un estante la doble significación de la palabra “content” en inglés que alude tanto al contenido, como al estado de contentamiento del ser. En la atmósfera de la exhibición, donde el exceso no cabe, cada pieza explora una solución formal del contenido en la que el vacío tiene un valor esencial y una actitud que en última instancia constituye un ensayo sobre el contentamiento artístico.
Si, siguiendo la definición del diccionario, la felicidad supone “un estado del ánimo que se complace en la posesión de un bien” resulta contraria al consumismo –“tendencia inmoderada a adquirir, gastar o consumir bienes innecesarios”- del que tanto hablara Guy Debord en la Sociedad del espectáculo donde la relación social de la gente es mediada por imágenes. El ensayo de Michelena se aparta de la épica del exceso en el arte y, retomando la etimología sánscrita de la palabra “arte” que Duchamp privilegiaba: “hacer”, desarrolla un sistema de objetos que exploran el rastro, la sombra o el vacío, con la convicción de que estas condiciones en donde la representación de la realidad se acerca a una existencia silenciosa o invisible, son esenciales y por tanto suficientes.
Los 60 dibujos a lápiz suponen un diálogo entre dos sellos “make art” y “art” derivados de esa definición, y trazos que disgregan sobre ese tema bien sea deconstruyendo un objeto extraído de la historia del arte, ensayando modos de sugerir en las formas lo invisible, o delineando la forma fugaz de algún instante vivido por el artista. Operan como lo nota el escritor y curador Roc Laseca, como “diagramas” que interrogan los límites de la representación. Igualmente, al convertir en escultura el vacío del artefacto intocable da forma a la paradoja de que en toda representación de lo real, sólo se accede a la estructura de la propia mirada. Pero al tiempo, su exhibición demuestra que ésta puede darnos el contentamiento suficiente. Un ensayo de felicidad.