Anna María Maiolino

Centro Galego de Arte Contemporánea, Santiago de Compostela

Por Álvaro de Benito Fernández | junio 20, 2011

Hablar de Anna María Maiolino (Scalea, Italia, 1942) es hacerlo de una de las voces y lenguajes imprescindibles en el arte contemporáneo brasileño, necesario para entender el devenir de la experimentación artística de unos productivos años sesenta y fundamental para entender su posterior desarrollo. Después de su presentación en la barcelonesa Fundació Antoni Tàpies, el CGAC compostelano recoge el testigo de esta concisa retrospectiva de la obra de la artista brasileña. Su historia es bien conocida. Llegó de la Italia de la Segunda Guerra Mundial al prometedor Brasil que aguar- daba a Oscar Niemeyer, lejos de saber el idioma y con la alteridad presente. Es esa sensación la que, todavía a día de hoy, hace que Anna Maria Maiolino siempre se refiera al entorno geográfico, momento y condicionantes en la creación de cada obra.

La retrospectiva recoge con un finísimo hilo la trayectoria artística de una artista entregada a la vanguardia, con un constante cuestionamiento, en parte por su experiencia vital, de la identidad; una identidad que se irá transformando y que plasmará en su obra. Ese desorden temporal y personal derivado de su condición de emigrada, le servirá para impulsar un arte orgánico, que se transforma, propio de la tradición artística brasileña y que nace como ser vivo en la gestación y en la asimilación de lo que le rodea, plasmando en nuevas formas todo su entorno.

Con motivo de la muestra comisariada por Helena Tatay, la artista realizó una instalación efímera en la que se han transformado cerca de seis toneladas de arcilla en churros y bolas, producto de la cotidianeidad que se desprende de movimientos tan repetitivos como el de amasar el pan, y que irán desprendiéndose y convirtiéndose en polvo hasta desaparecer. El recorrido posterior de la exposición permite contemplar toda su trayectoria al detalle, encontrando esa transformación permanente en las obras producidas en los múltiples formatos sobre los que trabajó Maiolino, tales como el dibujo, la fotografía, la poesía, las instalaciones o el accionismo. Son testigos de ello las cartografías de Mapas Mentais o las xilografías de los años sesenta (Glu Glu), así como también se plasma en los significados más o menos encriptados de sus Fotopoemações o de otras piezas de vídeo como In-Out (Antropofagia), de 1973. La esencial pieza Entrevidas, que evoca la performance de 1981, se recrea en una de las salas sobre la que se han esparcido los huevos y que hicieron de esta pieza una de las más representativas de Maiolino y que simbolizan uno de los periodos de mayor creatividad del arte contemporáneo.